La Patagonia chilena alberga uno de los pulmones más importantes del planeta, superando en algunas zonas los valores medios de carbono por hectárea observados dentro de la cuenca del Amazonas. Este hallazgo es vital en la lucha contra el cambio climático.
El planeta ha existido mucho antes de nuestra llegada y seguirá estando cuando nosotros ya no lo habitemos. Por eso, la lucha contra el calentamiento global es una misión que todos debemos llevar adelante, diseñando soluciones a escala humana que respondan a nuestras necesidades fundamentales y permitan que todos nos involucremos activamente en este esfuerzo.
Desde el sur de Chile hemos impulsado una cruzada por la conservación de la Patagonia. Junto a científicos de la Universidad de Chile y de la misión GEDI de la NASA, hemos trabajado incansablemente para ampliar la protección de bosques milenarios y turberas de esta región única. No se trata solo de una estrategia de conservación, sino de un modelo económico disruptivo, donde la preservación de la naturaleza es incentivada y reconocida a nivel global.
Este trabajo conjunto ha logrado algo sin precedentes: Descubrir que la Patagonia chilena alberga uno de los pulmones más importantes del planeta, superando en algunas zonas los valores medios de carbono por hectárea observados dentro de la cuenca del Amazonas. Este hallazgo es vital en la lucha contra el cambio climático, ya que estos bosques -aún vírgenes- han visto acelerada su expansión y crecimiento por el efecto fertilizador que produce una atmosfera más saturada de CO2.
Los bosques, como cualquier sistema vivo, se autorregulan y regeneran. Si les damos espacio para crecer y mantener su equilibrio, se convierten en nuestros aliados en la batalla contra el calentamiento global. La Patagonia, con su gran capacidad de absorber carbono, es un sistema vivo que es indispensable proteger e integrar en la economía global.
Sin embargo, una cosa es saber lo que se debe hacer y otra es hacerlo. Los intereses económicos a menudo destruyen lo que más necesitamos proteger. Por eso, hemos diseñado un sistema que asegura que miles de personas en todo el mundo puedan involucrarse en la conservación de estos bosques gracias a la implementación de tecnologías avanzadas para medir con precisión el secuestro de carbono. Esto ha permitido emitir créditos de carbono que representan la absorción auténtica de CO2 por los bosques, creando un incentivo económico directo para que los propietarios mantengan sus tierras intactas y las protejan del “desarrollo”. Además, un porcentaje de los ingresos generados por estos créditos será destinado a las comunidades locales, asegurando que estas también se beneficien del desarrollo limpio y sostenible.
La instalación de sensores y torres de monitoreo en los bosques patagónicos ha revolucionado la forma en que medimos la salud de este ecosistema. Con mediciones aéreas con drones y desde la Estación Espacial Internacional, con toma de datos en tiempo real y el respaldo de tecnologías blockchain, podemos garantizar la transparencia y la verificación de cada crédito de carbono emitido. Este enfoque crea un nuevo estándar para los mercados de carbono, donde la tecnología y la naturaleza se fusionan en una relación simbiótica para el beneficio de todos.
Nuestro objetivo es ambicioso pero alcanzable: para finales de año, proyectamos haber protegido más de 100.000 hectáreas bajo este modelo, la misma extensión de toda la comuna de Valdivia. Y en cinco años aspiramos a consolidar el mayor parque privado de conservación del planeta, uno que supere fronteras y que sea un orgullo para los chilenos.
Un futuro sin emisiones es posible si todos nos involucramos. La conservación es una responsabilidad común que no debe recaer únicamente en el Estado. Personas y empresas pueden sumarse a través de modelos de desarrollo que cumplan con la legislación ambiental y que a la vez sostengan iniciativas de conservación.
En nuestro caso, hemos demostrado que la conservación de la naturaleza no está en conflicto con el desarrollo económico. Pueden trabajar juntos para asegurar un futuro más justo y resiliente para todos, construyendo un nuevo paradigma en el que la naturaleza y la humanidad se apoyan mutuamente. La Patagonia es un salvavidas para el planeta y su preservación no es opcional, sino imprescindible. Juntos podemos protegerla, y con ello, asegurar nuestro futuro y el de las generaciones venideras.