Aun así, el PSC probablemente seguirá buscando protagonismo en el ámbito político. Con una alcaldía importante bajo su control, es probable que las auditorías lleguen pronto a este partido y a las iglesias que participan en su proyecto, con implicaciones de gran impacto para la fe evangélica.
En Chile, un 18% de la población se identifica como evangélica o protestante. Sin embargo, los resultados electorales obtenidos por el Partido Social Cristiano (PSC), que asegura representar los intereses de este grupo, reflejan una falta de apoyo significativa entre sus potenciales votantes.
Según los datos del Servicio Electoral (Servel), en las últimas elecciones el PSC no logró consolidar el respaldo esperado en ninguna de las candidaturas de mayor envergadura. De 16 postulantes a gobernadores, ninguno fue elegido; de 87 candidatos a alcaldes, solo uno alcanzó la victoria, acumulando un escaso 3,3% del total de votos.
En el caso de los consejeros regionales, apenas 6 de los 155 postulantes lograron ser electos (3,82% de los votos totales); y en la elección de concejales, de 651 candidatos, solo 24 obtuvieron el cargo (3,68% de los votos totales).
Estos resultados indican que el respaldo del PSC está lejos de reflejar la proporción de voto evangélico en el país. En realidad, es improbable que los votos obtenidos se deban exclusivamente a la apelación religiosa. Su principal éxito fue la alcaldía de Concepción, donde Héctor Muñoz –quien previamente fue presidente de la Federación de Estudiantes y Seremi de Salud bajo el Gobierno de Sebastián Piñera– ganó gracias a la fragmentación del voto en una carrera con múltiples candidatos de peso similar, más que a un voto confesional sólido.
La situación parlamentaria del PSC también se nutre en gran medida del trabajo realizado en otros partidos no confesionales, como Renovación Nacional, el Partido Republicano o el Partido de la Gente, de los cuales varios candidatos del PSC se separaron por diferencias ideológicas. Esta dinámica de desarraigo partidario muestra que, a diferencia de lo que pregona el discurso de ciertos líderes religiosos, el voto evangélico en Chile históricamente se ha alineado con el sentir general del país y no con alguna tendencia partidista o ideológica específica.
Pese a sus magros resultados, el PSC decidió dar un paso mayor: a partir de la inesperada alcaldía en Concepción, anunciaron la candidatura presidencial de Rojo Edwards, un político católico que se desligó de la extrema derecha republicana.
Esta alianza parece contradictoria, pues Edwards representa una facción de la derecha católica que en varias ocasiones ha sostenido posturas en tensión con las iglesias evangélicas. Esta curiosa coalición “ecuménica” ha generado reacciones en el entorno evangélico, al considerarse más como una unión de conveniencia que como una representación genuina.
La figura de Héctor Muñoz, aunque destacada por el PSC, enfrenta críticas tras la detención de su hijo por posesión de drogas y armas, hecho que empaña su triunfo electoral y cuestiona la idoneidad de su representación en nombre de la fe. Así, el éxito en Concepción parece exagerado y potencialmente dañino para una religión que históricamente ha mantenido la separación entre la Iglesia y el Estado.
Este principio, que forma parte fundamental de la historia evangélica en Chile, debiera guiar a los representantes evangélicos en la política, promoviendo un actuar que sirva a todos y sea un “buen testimonio” de su fe, independientemente de su afiliación política.
En este sentido, se destacan figuras como el alcalde de La Cisterna, quien es evangélico pero no instrumentaliza su fe en busca de votos, o el gobernador de Magallanes, afiliado al Partido Radical Socialdemócrata, que igualmente practica su fe sin convertirla en su bandera política. Estos ejemplos demuestran una alternativa posible y saludable en el actuar político para quienes se identifican con el credo evangélico.
La izquierda también debe tomar nota, evitando prejuicios y malinterpretaciones sobre el voto evangélico, cuya dimensión y lealtades parecen sobrestimadas.
Aun así, el PSC probablemente seguirá buscando protagonismo en el ámbito político. Con una alcaldía importante bajo su control, es probable que las auditorías lleguen pronto a este partido y a las iglesias que participan en su proyecto, con implicaciones de gran impacto para la fe evangélica en Chile.
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