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Cathy Barriga y Manuel Monsalve esposados frente a las cámaras de televisión Opinión AgenciaUno

Cathy Barriga y Manuel Monsalve esposados frente a las cámaras de televisión

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Me imagino que, para los ciudadanos, escuchar a diario la petición de renuncias a granel debe ser interpretado como un país en que su clase política carece de propuestas y su estrategia consiste en simplemente destruir a quien esté en el poder, negándole la sal y el agua.


Las dos imágenes que vimos la semana pasada quedarán grabadas en la retina y memoria colectiva del país. La exalcaldesa de una de las comunas más grandes de Chile y quien hasta hace un mes era el encargado de la seguridad pública del país –y coordinaba a las policías–, ambos esposados frente a las cámaras. Dos postales amargas que reflejan un momento muy crítico de nuestra política.

Este año hemos visto también, en la misma condición, a Luis Hermosilla, a Daniel Jadue y a varios alcaldes, formalizados por todo tipo de delitos, incluido el abuso sexual. Bueno, siempre hay una excepción: Raúl Torrealba ingresó a prisión con sus manos libres. Alguien en Gendarmería olvidó llevar las esposas ese día.

Sin embargo, estas dramáticas escenas son positivas para una opinión pública desesperanzada y molesta de ver estas últimas semanas cómo Cathy Barriga, formalizada por el fraude más grande que ha afectado a un municipio en nuestro país, realizaba videos para adultos, pese a estar con arresto domiciliario, a diferencia de cientos de mujeres que en su misma calidad –y seguramente por delitos muy menores– estaban en prisión preventiva. No cabe duda, lo que la exalcaldesa hizo fue una provocación, un toreo al sistema de justicia y la sociedad, por cierto.

De seguro, hasta el día en que fue conducida a la cárcel de San Miguel, Cathy seguía pensando que estaba participando de un reality, de un show televisivo y de redes sociales, tal como lo hizo durante el periodo en que fue alcaldesa y dedicaba gran parte del tiempo a subir videos bailando, en traje de baño, vestida de Barbie o nadando entre cientos de peluches comprados con platas públicas.

También la ciudadanía recibió con alivio la detención y formalización de Manuel Monsalve, el otrora zar de la seguridad en el país, quien estuvo 28 días libre viviendo en Viña del Mar, pese al grave delito que se le imputaba.

Por supuesto, los chilenos no tienen por qué entender los procedimientos de una investigación de un hecho tan grave, donde las pruebas deben ser contundentes. De ahí que la Fiscalía se tomó varias semanas hasta tener certezas de la imputación. Sin embargo, el sentido común, la percepción pública que se fue consolidando es que algún poder –lo afirmó en una entrevista el padre de la víctima– estaba interviniendo como para que Monsalve no fuera formalizado, a diferencia de un caso ocurrido en paralelo, donde un exfutbolista fue detenido a las pocas horas de ser acusado por una mujer que dijo haber sido abusada por él y debió permanecer varias semanas privado de libertad.

Y aunque el Gobierno no logra salir del foco del caso –principalmente por la pésima reacción que tuvo durante las primeras 48 horas–, lo cierto es que esta vez La Moneda decidió jugar con un relato más alineado y agresivo, golpeando duramente a su excolaborador, quien a todas luces engañó a sus jefes y estos demostraron una candidez digna de principiantes, concediéndole un día al acusado para ir a dar la cara a su familia.

Tanto el propio Presidente como la ministra del Interior y el subsecretario Luis Cordero desplegaron un discurso casi idéntico, bajo la cuña “nadie está por sobre la ley”. Sin embargo, y pese al esfuerzo por controlar el daño, el Gobierno ha seguido metido en el ojo del huracán, más aún cuando el Mandatario se obstinó en no mover a ninguno de sus ministros, para no darle en el gusto a la oposición.

Es un hecho que un cambio de gabinete habría descomprimido la tensión, proporcionándole un aire más fresco y, principalmente, pudiendo haber sacado la pelota del área chica.

Es probable que una rotación, en que Tohá se dedicara a otras funciones menos expuestas, habría sido útil para la imagen de un Gobierno que quedó innecesariamente involucrado en un delito personal de uno de sus exfuncionarios. De hecho, mientras dure la investigación, la oposición se encargará majaderamente de pedir la cabeza de Carolina Tohá, como parte de un relato que intenta que renuncien todos los ministros, subsecretarios, embajadores –como el caso de Juan Gabriel Valdés–, demostrando una falta de creatividad y aportando su grano de arena a denostar la política usando las mismas armas que les reprochaban a sus adversarios.

Me imagino que, para los ciudadanos, escuchar a diario la petición de renuncias a granel debe ser interpretado como un país en que su clase política carece de propuestas y su estrategia consiste en simplemente destruir a quien esté en el poder, negándole la sal y el agua. Claro, cuando la tortilla se dé vuelta, quienes hoy son oposición llorarán por la forma en que se comporte su oposición al aplicar la misma fórmula.

Sin duda, a quien es la líder de la derecha, Evelyn Matthei, le faltó prudencia al ser la primera en exigir “que se vayan todos”, metiendo en el mismo saco a ministros que gozan de mucho prestigio, partiendo por el titular del Deporte, Jaime Pizarro. Recordemos, que cuando Piñera llegó a tener 6% de apoyo en las encuestas –el más bajo obtenido desde el retorno a la democracia por un Presidente–, quienes hoy son oposición criticaron duramente al Frente Amplio por pedir lo mismo.

Pero volvamos a Monsalve. Creo que el triste espectáculo que hemos observado por cadena nacional y que viene a sumarse a esta serie de Netflix 2024 que parece no terminar nunca, dejará lecciones no solo para nuestros alicaídos políticos sobre cómo no se debe actuar –Gobierno y oposición–, porque lo cierto es que ninguno ha estado a la altura frente a un delito que debería servir de ejemplo, tanto en el sector público como privado, de que hay conductas ligadas al uso ilegítimo del poder que son inaceptables y que las personas cuentan con herramientas para defenderse y, también, para sospechar cuando se está frente a una persona con rasgos sicopáticos.

Desde el 1 de agosto está rigiendo en Chile la Ley Karin. Desde esa fecha en adelante, solo en el primer mes y medio se presentaron 6.377 denuncias por acoso sexual, acoso laboral o violencia en el trabajo en Chile, es decir, del orden de 138 denuncias por día. De ellas, un 70% corresponde a mujeres. Si la víctima hubiera tenido la orientación adecuada –empresa, DT o las Mutuales de Seguridad–, pudo haber denunciado una conducta de acoso sexual por parte de su jefe desde el momento en que Monsalve le dio un beso no consentido, conducta tipificada explícitamente en esta ley. Con ello, habría sido aislada del agresor y este investigado.

También este caso lamentable y traumático para la mujer de 32 años, abusada por una persona superior en rango en una relación asimétrica, podrá servir a otras mujeres que viven situaciones de acoso y abuso de poder para poner límites y pedir ayuda.

Mientras tanto, la oposición seguirá sacando partido de una tragedia; el Gobierno seguirá metido en el caso, al no hacer los cambios que sabe que debería hacer; Monsalve estará un buen tiempo en la cárcel, teniendo de compañeros de celda a personas que él mismo puso ahí; Cathy Barriga estará siendo consolada por Leonarda Villalobos en el presidio de San Miguel; Hermosilla jugará taca taca en Capitán Yáber; Torrealba y Jadue seguirán detenidos en sus casas; y, claro, la ciudadanía continuará desconfiando de la instituciones.

Un adelanto exclusivo: la serie El año que perdimos la inocencia (por completo) tendrá una nueva temporada en 2025.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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