Los desafíos del patrimonio en el Chile actual

Chile es un patrimonio cultural y natural en toda su geografía. Desde los pueblos amerindios hasta la llegada de diversos grupos inmigrantes se ha ido incrementando la riqueza cultural y patrimonial del país.

En las últimas décadas, la sociedad chilena ha ido lentamente reconociendo el valor que tiene nuestra riqueza patrimonial y se han multiplicado los actores públicos, privados y comunitarios que impulsan iniciativas en el tema.

Sin duda, la academia ha participado en este proceso de resguardo, puesta en valor y proyección. Hoy son miles las personas que, gracias a diversos programas de pre y posgrado, tienen una formación técnica y también valores que les permiten una mejor aproximación y sensibilidad con el tema. También las investigaciones en la materia son parte del quehacer cotidiano de los centros de estudio universitarios y de otros.

Probablemente uno de los mayores aportes se realiza en lo que se denomina extensión artístico cultural y vinculación con el medio. En efecto, una función importante la constituyen diversos programas de difusión, sensibilización, capacitación y educación comunitaria; además de otras diversas instancias de co-construcción e intercambios de saberes que ponen en relación conocimientos y prácticas locales con entornos más académicos y científicos.

Este conjunto de quehaceres explica que los temas patrimoniales sean parte de la agenda pública de entidades públicas y privadas, centrales y locales. Para graficar, el sábado 16 de noviembre de 2024 en todo Chile se celebró el Día de los Patrimonios de Niñas, Niños y Adolescentes, y el 07 y 08 de noviembre las universidades regionales llevaron a cabo su Primer Encuentro Nacional de los Patrimonios.

Lo anterior coexiste con situaciones cotidianas y en toda nuestra geografía que vuelven a resituarse en relación con Chile, que ignoraba o definitivamente despreciaba esta riqueza. En muchos casos, son procesos productivos que resolviendo un problema –aportar bienes o servicios, empleo e ingreso– generan daños en su entorno. En otros ámbitos esto se vincula a las limitaciones de la normativa, las capacidades operativas de los servicios a cargo de protegerlos o a la menor prioridad que se le da en la acción estatal, incluyendo la Ley de Presupuesto. Sin obviar la irresponsabilidad o falta de conciencia de agentes privados y a una insuficiente educación ciudadana.

Como parte de su misión, las universidades regionales han abrazado el rescate, puesta en valor y proyección de los patrimonios que existen en muchos lugares a lo largo del país. Sin embargo, no siempre se reconoce esta labor y menos se apoya la formación de capacidades técnicas y valores, como lo reflejan los insuficientes aranceles asignados a las carreras vinculadas al tema. Lo que se agrava por la menor matrícula que tienen en regiones de zonas extremas o de baja población, justamente las que atesoran muchos de estos patrimonios culturales o naturales. Asimismo, son escasos los recursos para realizar estudios o para los programas que se hacen con comunidades locales. Los gobiernos regionales han subsanado muy parcialmente estas falencias.

Un lamentable ejemplo de esto es el proyecto de ley sobre patrimonio cultural que se debate actualmente en el Parlamento, que lisa y llanamente ignora el gran y diferencial aporte de las universidades regionales y, en consecuencia, no entrega señales efectivas y concretas de descentralización.

Es preocupante lo que ya es una costumbre política de promulgar leyes que, debido a problemas de forma, como plazos o carencia de mayorías circunstanciales, no terminan por resolver los problemas que las justifican. Jamás olvidemos que el patrimonio nacional es muy importante como para conformarnos con lo menos malo.