El desafío que enfrentamos ahora es avanzar hacia una implementación más amplia y equitativa de estas herramientas en la región, asegurando que ningún niño quede sin protección frente al VRS.
El virus respiratorio sincicial (VRS) ha sido, por décadas, uno de los principales retos para la salud pública mundial, especialmente durante los inviernos. En Chile, cada temporada fría obliga a las autoridades sanitarias a redoblar esfuerzos, adaptando la infraestructura para enfrentar la alta demanda de camas pediátricas. Sin embargo, la historia está comenzando a cambiar.
Durante la pandemia de COVID-19, se observó una reducción en la circulación del VRS, seguida de un brote tardío en la primavera de 2022 y un inicio anticipado en 2023. Este comportamiento inusual generó preocupación, pero también impulsó avances significativos en su prevención.
En abril de 2024, Chile marcó un hito al convertirse en el primer país del hemisferio sur en implementar una estrategia preventiva utilizando el anticuerpo monoclonal Nirsevimab, aprobado en Europa en 2022.
Según el informe del proyecto NirseCL, esta medida logró reducir en un 80% las hospitalizaciones por VRS en recién nacidos y lactantes elegibles respecto de 2019, y hasta en un 95% en comparación con 2023. Estos resultados posicionan a Chile como un referente en la región en la lucha contra el VRS.
El impacto de estas nuevas tecnologías no solo se refleja en las cifras. También abre un debate crucial sobre la implementación de estrategias de prevención en toda América Latina.
El reciente, 2° Foro de Políticas Públicas en VRS de Latam, organizado por el Observatorio del VRS del Instituto de Ciencias e Innovación en Medicina (ICIM) de la Universidad del Desarrollo, reunió a representantes de 13 países para compartir experiencias. En este encuentro, se analizaron tanto los beneficios del uso de anticuerpos monoclonales en recién nacidos como las vacunas para embarazadas y adultos mayores.
Además, organizaciones como la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (SLIPE) y la Asociación Latinoamericana de Tórax (ALAT) presentaron recomendaciones claves para guiar a los países en la adopción de estas innovaciones.
El desafío que enfrentamos ahora es avanzar hacia una implementación más amplia y equitativa de estas herramientas en la región, asegurando que ningún niño quede sin protección frente al VRS. Chile ha demostrado que con la tecnología y políticas adecuadas, es posible transformar un problema crónico en un triunfo para la salud pública.