La inacción e indolencia del Estado puede dinamitar un conflicto sin precedentes y una falta grave ante los principales tratados internacionales firmados y ratificados por Chile.
Las transformaciones en la Frontera de Colchane son evidentes. El aumento del 20% de los recursos destinados al Plan Nacional de Complejos Fronterizos se ha traducido en la implementación de nuevas tecnologías, junto a la militarización de la frontera y el control fronterizo como parte del Sistema Integrado de Frontera (Sifron) para garantizar la seguridad y la soberanía territorial. Pero ¿qué ha pasado con la atención de las personas que a diario atraviesan una de las fronteras más complejas e inhóspitas del país? Han quedado en el olvido.
El discurso antimigración se ha apoderado de la agenda pública con el apoyo de partidos políticos que buscan frenar la movilidad humana, algo, por cierto, imposible. No se trata de defender al crimen transnacional organizado, bandas que desinforman a quienes buscan cruzar la frontera en busca de dignidad, lucrando con sueños y perspectivas de una mejor calidad de vida. Sino que dar cuenta de las precarias condiciones en las que se encuentran seres humanos (tal como uno) que huyeron de manera forzada de sus países producto de crisis sociopolíticas, económicas, violencias internas y fenómenos climáticos.
En el Centro Migratorio Irregular (antiguo dispositivo transitorio financiado en gran parte por organismos internacionales) ubicado en el costado del cruce fronterizo con Pisiga Bolívar, observamos con dolor la angustia que viven mujeres, niños, niñas y hombres ante la pasividad de una respuesta humanitaria que no llega.
Falta de comida, horas de espera para ser atendidas(os) por funcionarios de la PDI y militares, a cuatro mil metros de altura bajo un calor sofocante. Mujeres cansadas, hambrientas, descalzas y sin documentos, es decir, vulneradas en todos los sentidos. Sin embargo, son ellas quienes se dan el tiempo de regalar un abrazo, una sonrisa y una contención emocional.
¿Es esta la imagen que quiere transmitir un Gobierno que promueve los derechos humanos con una perspectiva de género? Por cierto, la respuesta de la administración anterior bajo el Gobierno de Sebastián Piñera no fue muy distinta. Ante la progresiva retirada de los organismos internacionales y el consiguiente apoyo humanitario en la frontera, hoy se requiere de un Estado presente, humanitario, que ponga en el centro de las prioridades el derecho de las personas, sin importar su nacionalidad o su condición migratoria, especialmente de mujeres, niños, niñas y adolescentes.
La inacción e indolencia del Estado puede dinamitar un conflicto sin precedentes y una falta grave ante los principales tratados internacionales firmados y ratificados por Chile. Peor aún, agudizar problemas como la desnutrición infantil y la salud mental que a la larga pueden provocar la muerte de miles de personas que transitan por la frontera de mayor flujo migratorio del país.