En este sentido, me parece que la coalición de Chile Vamos está casi obligada a efectuar primarias amplias, inclusivas y diversas, más allá de tener una candidata presidencial en la pole position. La convocatoria debe ser extensiva.
La tendencia en los últimos años en América Latina ha sido que, en promedio, en las elecciones presidenciales compitan alrededor de 10 diferentes candidaturas y, en el caso de Chile, en la última elección fueron solo siete, pero además los más votados en la primera vuelta escasamente superaron la mitad de los votos en nuestro país (53%), quedando lejos de Ecuador (42%) y Perú (32%). La excepción es recientemente Uruguay (70%).
Más aún, en los procesos electorales concurrentes ningún presidente cuenta con mayoría legislativa, siendo las excepciones México y El Salvador. En Uruguay, el nuevo presidente cuenta con mayoría en el Senado, pero no en la Cámara de Diputados.
En este contexto, en materia presidencial, la oposición tiene una amplia diversidad de aspirantes a transformarse en candidaturas presidenciales 2025, entre las cuales destacan Evelyn Matthei, en Chile Vamos, y José Antonio Kast, en el Partido Republicano, los mejor posicionados según las encuestas, a los que habría que agregar al exalcalde Rodolfo Carter, Rojo Edwards, la senadora Ximena Rincón y Johannes Kaiser, entre otros, y los que a raíz de los resultados electorales recientes surjan para competir en esta larga carrera del año 2025. Lo paradójico es que hasta ahora existe una suerte de vacío oficialista en ese escenario.
Cabe tener en cuenta que la oposición, conformada por Chile Vamos, Republicanos, Demócratas y el Partido Social Cristiano, logró un buen resultado en las recientes elecciones municipales y regionales, tanto así que superó al oficialismo en alcaldías, concejales y consejeros regionales.
En este escenario, la oposición –producto de estrategias políticas maximalistas– podría competir fragmentada en al menos tres o cuatro candidaturas posibles en los comicios 2025. Más aún, me parece que si llegara a algún puerto la reciente propuesta de reforma al sistema político, especialmente al requisito del umbral (5%) para permanencia de los partidos políticos, lo que podría generar es un incentivo a las partidos políticos más pequeños para presentar candidaturas en el ámbito presidencial, lo que podría ser una suerte de efecto no deseado en el escenario presidencial.
En estas circunstancias pareciera inevitable que la oposición construya un proceso de primarias en materia presidencial, no solo por la multiplicidad de candidaturas observadas, sino por la relevancia estratégica y política que este mecanismo institucional, ya que no solo permite visibilizar y mantener una campaña presidencial, sino también movilizar adherentes y, de cierta forma, mostrar apertura y diversidad política e ideas, así como propuestas de futuro.
No cabe duda que las primarias producen efectos políticos. Por ejemplo, en 2017 el expresidente Piñera se sometió a una dura primaria, que movilizó a aproximadamente 1 millón y medio de personas. Un ejemplo inverso fueron los efectos negativos que hubo para el entonces candidato Alejandro Guillier por no hacer primarias. Por cierto, baste recordar también el triunfo del entonces diputado Boric en primarias, que lo transformaría luego en Presidente de la República.
En este sentido, me parece que la coalición de Chile Vamos está casi obligada a efectuar primarias amplias, inclusivas y diversas, más allá de tener una candidata presidencial en la pole position. La convocatoria debe ser extensiva, incluyendo a los distintos partidos políticos y candidaturas independientes que participen del proceso.
En esto, la ansiedad o la precipitación, o los meros gustos personales de algunos políticos, no son buenos ingredientes para este proceso. En paralelo, siempre será positivo avanzar en la configuración de los pactos parlamentarios.
Asimismo también pudiera pensarse –como hipótesis al menos– que pudiese existir otra primaria opositora en torno al Partido Republicano, pero su tesis del camino propio y su maximalismo político dificultarían dicho proceso de primarias.
Ello, es probable que quedará despejado posiblemente en marzo o abril del próximo año, ya que las primarias presidenciales serían el 29 de junio y la primera vuelta presidencial el 16 de noviembre (en caso de una segunda, esta sería el 14 de diciembre de 2025).
Con todo, la oposición debe transformarse todavía en algo más que una mera expresión de descontento y debe ofrecer un programa atractivo que conecte con la ciudadanía.