Existe un consenso global de la relevancia de la investigación para el desarrollo y fortalecimiento de la democracia de un país. Chile posee uno de los sistemas de investigación más productivos de la región.
Tras la implementación del programa de becas de postgrado internacionales Becas Chile en el 2008, más de diez mil personas han recibido una beca para estudiar un programa de magíster y doctorado en el extranjero. Este beneficio establece la condición de regresar al país en un periodo no superior a los dos años desde el término de la beca para quienes estudiaron un programa de magíster, y cuatro para quienes cursaron un doctorado. La segunda condición es permanecer en Chile por la misma cantidad de tiempo que duró la beca en caso que las personas viven en regiones, y el doble si permanecen en la región metropolitana.
Para el gobierno y otros actores del sistema de educación superior, la obligatoriedad de regresar y permanecer en el país tras el término de una beca de postgrado parece ser un requisito insoslayable considerando las demandas de capital humano existentes en Chile. No obstante, esta mirada parece homologar la obligatoriedad de retorno y permanencia en el país -donde se asume el cuerpo habitando el territorio nacional- con la noción de retribución. Esta aproximación omite la complejidad de lo que significa retribuir de manera significativa al país considerando las condiciones actuales del sistema de educación superior y ciencia y tecnología a lo largo del territorio nacional.
Desde la investigación que hemos desarrollado, nos parece relevante instalar algunas preguntas necesarias para formular una política de internacionalización de capital humano, cuyo diseño original omitió la pregunta sobre las condiciones necesarias para la retribución de quienes obtienen una beca de postgrado (Chiappa y Muñoz García, 2015; Muñoz García y Chiappa, 2016). Primero, ¿cuáles son las condiciones que ofrece el actual sistema de educación superior, ciencia y tecnología para permitir que las personas desarrollen y expandan sus agendas de investigación? En esta misma línea, ¿en términos territoriales, cuáles son los incentivos para atraer a investigadores a las regiones extremas? Si un investigador/a decide permanecer en el extranjero por un periodo de tiempo mayor al pensado en la política original, ¿podría retribuir al país de otra manera? Segundo, si bien, hoy existen instrumentos de financiamiento público que permiten la incorporación a la carrera científica de investigadores jóvenes, el acceso a estos exige redes de colaboración y apoyos institucionales que están desigualmente distribuidos. Entonces, vale la pena preguntarse si los instrumentos de financiamiento permiten un balance entre la participación en proyectos colaborativos y la construcción de una agenda autónoma de las y los investigadores. Por último, nos parece relevante preguntarnos por las capacidades instaladas desde el ecosistema de investigación gubernamental para gestionar de manera adecuada una investigación de avanzada, balanceando entre la excesiva burocracia que hoy existe y los altos estándares de probidad y ética del uso de recursos públicos en la investigación.
Existe un consenso global de la relevancia de la investigación para el desarrollo y fortalecimiento de la democracia de un país. Chile posee uno de los sistemas de investigación más productivos de la región. Por lo tanto, reducir la discusión sobre volver (o quedarse) para discutir la retribución de quienes obtuvieron una beca de postgrado es omitir la complejidad de lo que significa regresar, las condiciones y capacidad que el ecosistema de investigación requiere fortalecer, y por sobretodo, se omite que hace mucho tiempo, incluso antes de la Pandemia, nuestros cuerpos se han deterritorializados.
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