Los Muppets son conocidos como una serie de hace más de 50 años en que títeres, capítulo a capítulo, contaban historias que a través del absurdo buscaban entretener.
Cientos de cuotas mensuales de menos de mil pesos, esa es la nueva forma en que las isapres le ven la cara a cientos de miles de sus usuarios. Tras años de meterles la mano al bolsillo de forma unilateral e ilegal, ahora –a regañadientes– y después de una larga teleserie de meses en que se planteaba que el país completo se desfondaría si devolvían lo sustraído, finalmente acatan el fallo y se allanan a pagar.
La discusión de la ley que posibilitó la materialización del fallo, desde un inicio estuvo extremadamente marcada por una falta de compromiso evidente. En ambas Cámaras de honorables legisladores lo que más se percibía era un constante asedio para abiertamente proteger o cuidar que el negocio no sufriera un duro golpe. Hubo toda clase de presiones, lo que también acusa una falta de liderazgo evidente por parte de las autoridades de salud vigentes, en especial, de la ministra de Salud.
La ley se dictó a la medida de las isapres. La prueba irrefutable es la forma miserable en que idearon y materializaron la devolución a sus usuarios. Es tan burdo, que no amerita mayor comentario, nadie puede creer alguna argumentación técnica, no hay espacio para ello.
Cada chileno o chilena que en estos días le llegó una notificación como esa, es probable que también tenga sus propias deudas que pagar, por ejemplo, con un banco. No se puede, siquiera imaginar, que alguna de estas personas le dijera a su banco que cancelará su crédito en cientos de cuotas de mil pesos. Sería un completo ridículo el solo hecho de pensarlo. El mundo real no funciona así, en el mundo del poder sí lo hace posible.
El fondo del asunto es uno solo, nuestros actuales representantes o demuestran una clara incompetencia, o demuestran que les interesa proteger el alto poder. Para la ciudadanía esta es solo otra más de la larga lista donde el embaucado (las personas comunes y corrientes) no tienen la protección ni la justicia que necesitan.
Hay que tener la cara muy dura para ser testigo de tamaña farsa y seguir trabajando como si nada. Ignoro si en el mundo moderno, o en las repúblicas que se dicen sólidas con instituciones democráticas fuertes, alguna vez ocurrió algo tan ruin como lo que viven los usuarios de las isapres. Se supone que este tipo de instituciones están para reparar cuando se daña la fe pública o ante el abuso masivo de las personas, pero en este caso se observa lo contrario y se revive la humillación.
La justicia al mando de la Suprema actuó a tiempo e incluso posibilitó que se discutiera una ley para el pago, ley que fue aplazada una y otra vez. La discusión de la ley estuvo a cargo de los “representantes del pueblo”. Aquí un problema central de las democracias representativas y que, dadas las reglas del sistema económico imperante y vigente, se vuelve una trampa mortal para los ciudadanos y ciudadanas.
Los que tienen que estar para representarnos, precisamente, frente al abuso del poder, terminan por proteger al poder. Quizás es aquí cuando hace sentido la sentencia de Habermas que dice que la democracia representativa es el traje a la medida del sistema neoliberal, porque esa forma de organización le acomoda perfectamente.
Justamente, quizás la clave pasa por avanzar de lo representativo a lo deliberativo, pero ello requiere de tiempo, ya que necesariamente amerita generar más masa crítica y no una masa que aguanta y se mueve al ritmo de la propia masa, como señalaba Schopenhauer.
No por nada Maquiavelo sostenía que al poder no le interesaba regirse por una moralidad, a este más bien debía importarle más la utilidad y la astucia. Por eso es famosa la frase que dice algo así como “en la plaza pública un gobernante proyecta la imagen de honor y de justicia, pero en los pasillos donde gobierna puede engañar y ser cruel para la estabilidad del poder”.
Los Muppets son conocidos como una serie de hace más de 50 años en que títeres, capítulo a capítulo, contaban historias que a través del absurdo buscaban entretener. No podemos quedarnos con la sensación de que nuestros destinos están en las manos de nuestros propios muppets, o que el fruto de nuestra elección no sirve para mucho. Salud, vivienda, pensiones y distribución de la riqueza siguen por décadas esperando, ni hablar educación.
¿No les parece casual que exista tanta celeridad para legislar sobre el fortalecimiento de los partidos políticos con la creación de federaciones de partidos? Se supone que es en pos de la estabilidad del país, porque busca que no se fragmente la política. ¿Qué credibilidad tiene eso? ¿Alguien de verdad con la actuación así de deplorable de la calidad de nuestros representantes se cree eso? La desfragmentación que supuestamente buscan proteger, ya está hace rato en estado de descomposición. La prueba: la ridícula y lesiva ley que legislaron.