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Chile: la fábrica de escándalos que se vienen Opinión AgenciaUno

Chile: la fábrica de escándalos que se vienen

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Modesto Gayo
Por : Modesto Gayo Sociólogo de la Universidad Diego Portales.
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Sorprenden estas informaciones cuando salen en los titulares de los medios de comunicación nacionales, frecuentemente por rocambolescas, probablemente fariseas, por no decir rectamente falsas y aviesas.


De aquí a fines del año próximo, 2025, vamos a ser testigos de múltiples intentos de fabricación de escándalos políticos relativos a personas del Gobierno o cercanas al mismo. Esto puede venir de la mano de estirar como chicle el caso Convenios, retorcer a Monsalve hasta dejarlo sin aliento o, simplemente, afirmar que Gabriel Boric hace circular fotos pornográficas por doquier cada vez que lo abruma la nostalgia de viejos amores.

Entiéndase bien que la corrupción debe ser perseguida y castigada, y los buenos y justos deben triunfar en un verdadero Estado de derecho, pero también debe entenderse que las acusaciones que se vienen se levantarán con un espíritu ajeno a cualquier forma de justicia.

El ciclo electoral se apoderó ya bajo otro traje de las disputas por el poder a nivel nacional y, previsiblemente, este caballo desbocado no dejará de ganar terreno hasta finalizar el último año de Gobierno que se avecina.

Esta polvareda no se inventó en Chile, ni mucho menos estamos solos en su uso. En España, Begoña Gómez, la esposa del presidente Pedro Sánchez, está siendo investigada por tráfico de influencias, pues habría actuado a favor de la concesión de ciertas licitaciones a empresas de personas próximas a ella, sin que ello aún se demuestre, pues el juez encargado se encuentra en la etapa de instrucción. Pese a ello, el principal partido de oposición, a través de su líder, el gallego Alberto Núñez Feijoo, ha reiterado la necesidad de proponer una moción de censura para derribar al actual Gobierno socialista en coalición.

Lo interesante es que este caso es como la cereza del pastel que viene a sumarse a otro con más visos de realidad, en que estaría involucrado un asesor de un ministro de la pasada legislatura y quizás también el ministro mismo, el llamado caso Ábalos. En otras palabras, la “escandalización” de la política se trabaja como si tuviese un efecto aditivo. Entonces, cuantos más casos, mejor.

Y eso es lo que le espera a nuestra política nacional. Son casos generalmente débiles, que probablemente nunca, en su gran mayoría, terminen en juicio alguno. Se trata de acusaciones mediáticas con la naturaleza de un rumor de la corte, cuyo intento de judicialización colabora en darles una verosimilitud de la que por sí mismas carecen.

Sorprenden estas informaciones cuando salen en los titulares de los medios de comunicación nacionales, frecuentemente por rocambolescas, probablemente fariseas, por no decir rectamente falsas y aviesas.

Ante la lucha que se avecina, calientan motores las fábricas de desinformación de la derecha. Se escucha el movimiento de papeles en los despachos, carreras en los pasillos, ruido de sillas y reuniones hasta altas horas de la mañana en las sedes partidistas. Son los comités políticos y los consultores de comunicaciones. El objetivo está claro y no se nombra (ganar). Lo que se discute son los medios (cualquiera).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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