Pensemos en los glaciares y la urgencia que tenemos de protegerlos y, sin dudar, actuemos, pues no queremos el fin de nuestras majestuosas blancas montañas y sus “nieves eternas”.
Hace unos días conmemoramos el ”Día de las Montañas”, que internacionalmente se celebra el 11 de diciembre de cada año, con el fin de llevar nuestra atención a esos majestuosos gigantes que se alzan como guardianes de la vida en los valles. Estas formaciones no solo inspiran admiración, sino que también sustentan comunidades, culturas, ecosistemas y elementos invaluables, destacando entre ellos el más vital para nuestra supervivencia, el agua, elemento que reposa por miles de años y en estado sólido en los glaciares y “nieves eternas”, y que hoy sabemos está en peligro.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) designó el 2025 como el “Año Internacional de la Conservación de los Glaciares”. Una oportunidad para visibilizar su altísima fragilidad y la importancia por los servicios y roles ecosistémicos que nos brindan.
En ese sentido, desde Fundación Plantae, junto a Fundación Glaciares Chilenos y un grupo de parlamentarios, nos unimos para proponer la creación del “Día Nacional de los Glaciares”, el 21 de marzo, alineándonos con el “Día Mundial de los Glaciares” declarado por la ONU, con el objetivo de celebrar, visibilizar y reconocer el valor de estos ecosistemas glaciares, destacando su importancia y la urgencia por protegerlos.
Glaciar Valle del Olivares, R. Metropolitana – Créditos: David Cossio
Chile, es hogar del 80% de los glaciares de América y alberga más de 26 mil de ellos, que cubren cerca del 2,8% del territorio nacional, según el Inventario Público de Glaciares de la DGA (2022). A pesar de esta invaluable riqueza hídrica, nuestro país carece de una ley que garantice su protección efectiva, han pasado 19 años y seis proyectos de ley que, tras extensos procesos de tramitación en el Congreso, siguen sin concretarse. Hasta ahora, diversas maniobras de lobby han frenado su avance, poniendo en riesgo estos ecosistemas clave para la sobrevivencia.
La urgencia en su protección, responde al exacerbado retroceso y derretimiento que presentan estas masas glaciares, proceso acelerado por el cambio y crisis climática a la que hemos llegado por la forma de vida que tenemos en la actualidad. Los glaciares retroceden porque están en desequilibrio con el clima actual. Estos se formaron en un pasado más frío y/o más lluvioso que lo que observamos hoy.
Los datos son impresionantes. En los últimos 50 años, los glaciares de los Andes del Sur han perdido masa en una de las tasas más altas del mundo (adelgazan a aproximadamente 1 metro equivalente de agua por año). Diferentes estudios han estimado que el derretimiento anual del Campo de Hielo Sur y Campo de Hielo Norte tiene una equivalencia que oscila entre el 50% y el 80% de la capacidad total de los embalses de Chile.
Otro buen ejemplo es el glaciar Mocho-Choshuenco, el más importante de la Región de Los Ríos, que perdió entre 13 y 15 millones de metros cúbicos de agua en solo un año, equivalentes a unas 6 mil piscinas olímpicas, según datos de la Universidad Austral de Chile.
El panorama es aun más preocupante en la zona central, donde se pronostica la extinción de varios glaciares en los próximos 50 años. Hoy, los glaciares de la Región Metropolitana aportan cerca del 40% del caudal del río Maipo, que abastece a alrededor de un tercio de la población del país. Si no protegemos nuestros glaciares, en menos de 80 años, el aporte glaciar al caudal del río Maipo podría disminuir a un 15%, agudizando la actual crisis hídrica y el bienestar de millones de personas y los ecosistemas que les rodean.
La minería a gran escala y en cercanía de glaciares se ha comprobado que puede generar impactos por depositación de Material Particulado (MPS) y por Black Carbon (BC), que por afectar el albedo de la superficie glaciar aumenta la velocidad de derretimiento. Además hemos visto la remoción directa de glaciares y su utilización como lugar de botadero de estériles. Estas prácticas deben ser erradicadas y dejan en evidencia la necesidad de robustecer la protección efectiva de nuestros glaciares. Esto debiera ser de interés nacional y política pública del Estado.
Esperamos que el trabajo coordinado de la sociedad civil y de los parlamentarios sea retomado, y que ojalá se reactive una bancada glaciar que ayude a acelerar iniciativas como la promulgación del “Día Nacional de los Glaciares”, y pongan nuevamente sobre la mesa la necesidad que tiene Chile, como país de montaña, de avanzar en una legislación que proteja efectivamente estos reservorios de agua dulce.
No podemos permitirnos más demora. En un país donde el 63% del territorio es montañoso, nuestras montañas y glaciares no solo son un símbolo de identidad y cultura, sino una garantía de vida. Cada día que pasa sin actuar, es un paso más hacia su agonía. En el Día Internacional de las Montañas, al mirarlas, pensemos en los glaciares y la urgencia que tenemos de protegerlos y, sin dudar, actuemos, pues no queremos el fin de nuestras majestuosas blancas montañas y sus “nieves eternas”.
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