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Trabajando para una transición tecnológica justa Opinión

Trabajando para una transición tecnológica justa

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La participación activa de diferentes actores y su coordinación en torno a un fin específico, pero fundamental para el desarrollo de nuestro país, es el elemento clave para democratizar las oportunidades laborales que se están generando en la que es hoy una de las industrias más prolíferas.


El avance de la era digital, la inteligencia artificial (IA) y la automatización han sido abordados frecuentemente desde una perspectiva más bien “catastrófica”, por su efecto negativo sobre millones de empleos o “ingenua”, como una panacea que nos traerá incrementos siderales de productividad y bienestar. En Chile se han replicado diversos estudios globales, todos los cuales pronostican la desaparición del 20% de los empleos actuales y la reestructuración de un 30%.

Asimismo, otros diagnósticos confirman que el cambio más grande estará en la transformación de los empleos, en el que un 51% del tiempo de las ocupaciones podría ser potenciado por las tecnologías y un 38% del tiempo podría automatizarse.

Las transiciones tecnológicas habitualmente generan “ganadores” y “perdedores”. Mientras algunos trabajos se ven amenazados por la automatización, los nuevos empleos requieren habilidades que no todos los trabajadores poseen, exacerbando las brechas socioeconómicas.

En su último libro en la materia, Acemoglu y Robinson (2024) advierten que se requieren políticas activas para que las personas no se sient​an​​ excluidas y puedan tener un espacio que les permita construir sus proyectos de vida y aportar al desarrollo sostenible del país. ​     ​ 

¿Cómo nos hacemos cargo de potenciar un verdadero desarrollo ​justo e ​inclusivo para este siglo? Desde Fundación Chile y Fundación Kodea, nuestra épica nos impulsa a contribuir con nuevas soluciones a los grandes desafíos de la humanidad, enfocándonos en este objetivo.

Porque entendemos que la tecnología es, a la vez, un habilitador y un camino para la inclusión laboral, ​pero también entendemos su potencial de disrupción y su capacidad para acelerar cambios de contexto, como los que hoy estamos viendo en el mundo de la formación y el ​empleo.

En respuesta, Talento Digital –iniciativa público-privada que cuenta con el apoyo de los ministerios de Hacienda y del Trabajo (Sence),​ ​Sofofa, CPC, BID, entre otras entidades–, ​ha demostrado su capacidad ​​para transformar ​la ​realidad de miles de personas, siendo calificada, además, como uno de los programas (de fondos estatales) de desempeño positivo por la Dirección de Presupuestos (Dipres), en su análisis de desempeño 2024. ​​

La evaluación fue realizada por académicos independientes y con una metodología rigurosa para capturar impactos en salarios y empleabilidad. 

Los indicadores de impacto de Talento Digital lo evidencian: 77% de éxito al egreso (empleo, autoempleo y/o continuación de estudios), el 79% encuentra empleo antes de los 6 meses, 36% de quienes egresan son ​​mujeres​ y en ese segmento se evidencia​​n,​ además, mejoras significativas en sus perspectivas laborales, contribuyendo a la mayor participación femenina en la industria tecnológica, un sector históricamente subrepresentado –particularmente en mujeres de la RM–, según la evaluación de impacto. En relación con la renta promedio a los seis meses de egreso, asciende a US $907, 47% mayor al de los tres meses previos al inicio del curso.  

Talento Digital busca reducir las brechas formativas y preparar a los trabajadores para la economía digital. A través de una capacitación del tipo “aprender haciendo” se logra una reconversión laboral efectiva, ​vitalizando​ o cambiando​ trayectorias laborales; brindando rutas educativas flexibles y pertinentes, orientadas hacia el desarrollo de habilidades digitales de nivel superior.  ​​ 

El desafío es claro: la era digital puede profundizar la desigualdad o, si se gestiona adecuadamente, puede ser un puente hacia el futuro del trabajo inclusivo. Talento Digital se hace cargo de esta paradoja, con la convicción de que el conocimiento y las competencias digitales deben estar al alcance de todas y todos, sin distinción de origen socioeconómico o geográfico. ​     ​ 

La vocación de ser un orquestador público-privado se posiciona como un ​factor ​fundamental en este proceso y podría ser la clave para resolver muchos de los complejos problemas que hoy tenemos en otra multiplicidad de temas.  

La participación activa de diferentes actores y su coordinación en torno a un fin específico, pero fundamental para el desarrollo de nuestro país, es el elemento clave para democratizar las oportunidades laborales que se están generando en la que es hoy una de las industrias más prolíferas del planeta. 

A través de Talento Digital, estamos demostrando que la IA y las tecnologías emergentes no tienen que ser una amenaza para el empleo, sino una oportunidad para reconfigurar el mercado laboral y, al mismo tiempo, reducir las inequidades históricas. Este esfuerzo es un paso clave para abordar las capacidades necesarias para enfrentar esta transición tecnológica y socioecológica de manera que nadie se quede atrás. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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