Publicidad
¿Y si la escuela y su orden punitivo fueran el principal obstáculo para lograr un buen convivir? Opinión

¿Y si la escuela y su orden punitivo fueran el principal obstáculo para lograr un buen convivir?

Publicidad

El conflicto es una oportunidad para aprender a convivir solo que hay que escoger el camino pedagógico.


La convivencia escolar atraviesa por una crisis de características sistémicas que tiene a expertos buscando respuestas y a las comunidades educativas, tratando de sobrellevar niveles de violencia inusitados por su magnitud y extensión. La mayoría ve en la pandemia y sus efectos de reclusión la gran causante, sin embargo, menos buscan explicaciones en nuestras lógicas de comprender la convivencia y la disciplina, el aprendizaje y el orden escolar. ¿Por qué la escuela colapsa al regreso de sus estudiantes a las aulas después de un largo confinamiento pandémico? ¿Y si el problema está en la escuela?

La escuela básica y especial Novomar de Puente Alto ha seguido un camino diferente para resolver el tema de la convivencia. Creó un enfoque propio que viene evolucionando desde el año 2003 y que consiste en ir abrazando diferentes perspectivas de resolución pacífica de conflictos y enfoques de derechos. Al igual que comprensiones profundas, como que en la escuela existe una oportunidad única para toda sociedad, que niñas y niños aprendan de forma protagónica a convivir en comunidad. 

Después de décadas de crisis por haber sido la escuela más vulnerable, con menores resultados SIMCE y baja matrícula, en Puente Alto. Novomar el 2024 se consolida como referente en aprendizajes territoriales (nómadas), en interculturalidad y convivencia; mejoró su matrícula, retención y asistencia; así como tuvo un aumento significativo en las últimas dos mediciones SIMCE. El enfoque Aprendizaje Nómada (2018), que se vio acelerado en su implementación durante la pandemia -hicimos clases en los territorios-, sólo fue posible gracias a que antes desjerarquizamos la escuela y que redujimos los castigos.

Novomar se convirtió en escuela de reingreso para el sistema educativo ya que se hiper focalizó en estudiantes vulnerables. Era un escenario en extremo adverso y el cierre rondó con fuerza todos esos años. Sin embargo, decidimos flexibilizar la escuela a sus necesidades. Adaptamos horarios, modos de trabajo, rutinas y quitamos presiones que pudieran afectar el proceso de adaptación de cada niño o niña a la escuela. No siempre resultó, pero en la mayoría de los casos se necesitaban entre dos y cuatro años para lograr resultados. 

En este contexto de paciencia, compasión, resiliencia, confianza y mucha empatía, inevitablemente aprendimos a vincularnos amorosamente, encontrando un sentido profundo al vínculo que nos unía como comunidad. Esto permitió adoptar enfoques restaurativos, que dieron coherencia a nuestra intuición protectora. Terminamos creando un eficiente sistema de factores protectores ante cualquier brecha que pudiera aparecer entre el estudiante y la escuela. Justo bajo este espíritu protector y amoroso que buscó siempre acoger y flexibilizar, Novomar crea su propio camino.

Desde el 2007 iniciamos la adaptación de conceptos de justicia restaurativa a la convivencia. El origen fue una crítica radical al castigo escolar como mecanismo potenciador de un régimen anti pedagógico, que en el mejor de los casos enseña que si haces algo malo tendrás un castigo y si haces algo bien, tendrás un premio. Pero el foco sigue estando afuera y no gatilla procesos de aprendizaje profundo, que se logra siempre desde un autoconocimiento del aprendiz.

La potencia de lo restaurativo

El orden restaurativo que estamos construyendo, no solo utiliza métodos pacíficos de convivencia, sino que a través de una cultura de responsabilización busca que cada niña y niño aprenda que sus actos tienen consecuencias. Pero ese aprendizaje debe ser vivido por él y la posibilidad de aprender está en la existencia de otro. El proceso de responsabilización es facilitado por los adultos a través de actuar mediando en los conflictos y es agilizado por metodologías restaurativas que buscan instalar la reparación.

Escapar a la lógica del castigo es liberador. Se abre un nuevo territorio y tiempo, donde no estamos obligados a actuar precipitadamente. El castigo exige una aplicación pronta, de lo contrario pierde fuerza. En lo restaurativo el tiempo es el del proceso de responsabilización que cada aprendiz sostiene, por lo tanto busca mantener abierto un flujo de aprendizaje que quiere instalar la práctica del buen convivir nómada. Entre los resultados más evidentes, están la mejora significativa del vínculo estudiante – estudiante, estudiante escuela y la autorregulación como mecanismo inhibidor de conflictos.

Lo restaurativo tiene la fuerza, primero de bloquear lo punitivo y con eso abre otra perspectiva para superar un conflicto. El castigo perpetúa la violencia institucional y limita las oportunidades de aprendizaje en la convivencia. En lugar de resolver conflictos, genera resistencia y desconfianza, bloqueando el desarrollo de habilidades críticas para vivir en comunidad. A convivir se aprende conviviendo. 

La apuesta de la escuela Novomar ha sido esa. Abrir nuevas perspectivas, no violentas y creativas de resolver los conflictos. Este proceso de responsabilización frente a los propios actos lleva inevitablemente al aprendizaje. Esa es la forma de aprender a convivir. Estamos en un proceso de transición. Aún existen medidas punitivas, pero al disminuir su fuerza, se resignifican y pasan a formar parte de la estrategia restaurativa. 

La reparación genera un territorio fructífero en otras perspectivas valóricas, altruistas, generadoras de confianza, empatía y afectos por el otro. Ya no es relevante el conflicto porque éste se comprende como parte del proceso y entrega oportunidades inigualables para problematizar el convivir y abrir espacios reflexivos y de acción. 

La comprensión restaurativa plantea que el convivir es siempre algo colectivo. Lo que se afecta es la comunidad y eso saca el conflicto de una mirada privatizadora, que lo encierra entre pocos (bullying). El conflicto es una oportunidad para aprender a convivir solo que hay que escoger el camino pedagógico. Para eso hay que sortear la trampa punitiva que busca resolver sin aprendizaje… Finalmente, Novomar Nómada se fortalece en todas sus dimensiones, porque estamos aprendiendo a convivir.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias