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Desafío urgente en educación para la seguridad financiera Opinión

Desafío urgente en educación para la seguridad financiera

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Ricardo Jara
Por : Ricardo Jara CEO Real-Time
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El reto es grande, pero si Chile se compromete a mejorar la seguridad financiera mediante educación, tecnología y colaboración, podremos construir un entorno digital más seguro para todos.


En un mundo cada vez más digitalizado, nuestras finanzas están al alcance de un clic. Banca en línea, billeteras digitales y compras online han transformado nuestra forma de interactuar con el dinero, pero también han abierto la puerta a un problema creciente: el fraude financiero.

Las amenazas cibernéticas están en aumento y los consumidores se enfrentan a riesgos constantes. A pesar de los avances tecnológicos, una de las vulnerabilidades más importantes sigue siendo la falta de educación financiera digital.

Los fraudes más comunes, como el robo de datos, el phishing y los ataques en plataformas de pago, suelen tener éxito no por fallas técnicas, sino por el desconocimiento de los afectados. Aunque las herramientas de seguridad están en mejora permanente, el comportamiento de los usuarios sigue siendo el eslabón más débil en la cadena.

Muchas personas aún no entienden los riesgos asociados con el manejo de su dinero en línea, lo que las hace susceptibles a fraudes cada vez más sofisticados.

Tácticas de ingeniería social, como el phishing, explotan esta brecha, logrando acceso a cuentas bancarias y tarjetas de crédito mediante engaños que apelan a la confianza. Estas amenazas, aunque frecuentes, pueden mitigarse con medidas básicas de seguridad, pero los usuarios siguen cayendo, debido a su falta de preparación.

Los consumidores deben tomar medidas básicas de protección. Una de las primeras barreras de seguridad es el uso de contraseñas fuertes y únicas para cada cuenta. El uso de autenticación multifactor (MFA) también es crucial, pues exige una validación adicional, como un código enviado por mensaje de texto, lo que dificulta el acceso no autorizado.

Además, es vital actuar con cautela al compartir información bancaria. Los bancos recurrentemente informan que no pedirán información confidencial a sus clientes. Las plataformas legítimas pueden requerir datos personales, pero siempre se debe verificar que el entorno sea seguro antes de ingresar información sensible.

También, el monitoreo constante de las cuentas y las alertas por transacciones sospechosas son prácticas clave. Si se detecta un acceso no autorizado o una transacción inusual, los usuarios deben poder reaccionar rápidamente, reportando el incidente y protegiendo sus fondos.

En Chile, las instituciones financieras juegan un papel fundamental en la lucha contra el fraude. Además de implementar medidas tecnológicas, también buscan educar. La seguridad financiera no debe ser vista como una tarea exclusiva de las instituciones, sino como un esfuerzo conjunto que involucra tanto a las entidades bancarias como a los consumidores.

Para que Chile enfrente de manera efectiva las amenazas digitales, es necesario crear una cultura de seguridad en todos los niveles de la sociedad. Este desafío comienza con una mejor educación financiera digital, desde la escuela hasta el ámbito laboral, y debe ser respaldada por una infraestructura tecnológica sólida.

Por ello, las entidades gubernamentales también juegan un papel clave. Aunque las leyes de protección de datos han avanzado, la velocidad a la que los ciberdelincuentes adaptan sus tácticas exige que el Gobierno actualice las leyes rápidamente. Además, deben fomentar la cooperación entre el sector público y privado para fortalecer la seguridad de las plataformas financieras y proteger a los usuarios frente a nuevos tipos de fraudes.

El reto es grande, pero si Chile se compromete a mejorar la seguridad financiera mediante educación, tecnología y colaboración, podremos construir un entorno digital más seguro para todos. Solo con un enfoque integral lograremos proteger a los chilenos en este nuevo panorama digital.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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