El Sr. Basaure tiene razón en que resulta imposible no considerar el mérito como factor determinante para adquirir bienes.
Ciertamente, la idea de que el socialismo justifique el mérito parece tan descabellada como que el Partido Republicano justifique la igualdad. Sin embargo, de todas las columnas que ha escrito el Sr. Basaure para justificar este tema, lo que queda en claro es que el sociólogo busca posicionar la siguiente disyuntiva: o justificamos el mérito como un ideal socialista o bien nos quedamos sin electorado. ¡Y vaya que tiene razón!
Pese a lo anterior, considero que el Sr. Basaure yerra en plantear el tema. La cuestión no radica en que el socialismo justifique el mérito como mecanismo de movilidad social, sino que, más bien, justifique el proceder justo para una libre competencia.
Me explico: John Rawls, en su Teoría de la Justicia, es muy preciso en afirmar que el mérito es injusto si los competidores no parten en igualdad de condiciones, por lo tanto, la justicia consistiría en intentar nivelar la cancha para que se dé una competencia justa.
En este sentido, el error del socialismo es que siempre ha defendido la igualdad de resultado en lugar de igual condiciones (hacia arriba) y garantizar procesos justos, cosa que les ha significado cometer un error garrafal frente al electorado, porque siempre será injusto, para quien nació con ventajas –las cuales no eligió–, que le quiten ventajas por discriminación positiva. Es decir, “políticas igualadoras hacia abajo”.
De este modo, y lo que creo que intenta defender el Sr. Basaure, es que resulta inevitable la competencia, la cuestión es que esta sea justa.
Pero para que sea justa, en principio, esta requiere de condiciones que la hagan posible: en primer lugar que no se discrimine por características adscriptivas; en segundo lugar, que todos los competidores conozcan el proceso que hace posible la obtención del bien en disputa; y, en tercer lugar, que el propio proceso sea ecuánime, en tanto en su diseño, entre los competidores que buscan acceder al bien en disputa (T. Scanlon: ¿Por qué importa la desigualdad?).
En otras palabras, lo que sostengo es que el socialismo no tiene por qué defender el mérito propiamente tal como mecanismo de movilidad social, sino que, más bien, debe defender la corrección de las desigualdades de condiciones para que los competidores puedan someterse a cualquier competencia y, a su vez, garanticen que todo proceso que dirime dichas competencias sea justo.
De esta forma, e insisto, no es que el socialismo justifique el mérito como mecanismo de movilidad social, sino que justifique que las condiciones que hacen posible que el mérito individual, como mecanismo de movilidad social, sean, en principio, justas para toda persona en vista de la competencia.
Como conclusión, simplemente acabar con lo siguiente: el Sr. Basaure tiene razón en que resulta imposible no considerar el mérito como factor determinante para adquirir bienes. Pero lo que el Sr. Basaure no toma en cuenta es que la competencia para distribuir dichos bienes ha de cumplir dos requisitos, como ya advertí, indispensables, para que toda contienda para la distribución de bienes sea justa: uno, que los competidores partan en igualdad de condiciones y, en el caso que no lo hagan, corregir esa situación; y dos, que el proceso de la competencia sea ecuánime, con el fin de que el resultado no sea objetado por quien no obtuvo el bien.
En el fondo y, en definitiva, el mérito nunca ha sido una cuestión de justicia, sino que de virtudes (bondad). Sin embargo, lo que sí es de justicia es que toda competencia que se jacte de ser justa posea las condiciones antes expuestas. ¡Y qué más socialista que defender dichas condiciones!
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