Es hora de exigir que la industria de la moda lidere con el ejemplo. Mientras tanto, por un consumo responsable, incitemos a que se ponga de moda usar en repetidas ocasiones una misma prenda y busquemos en nuestro clóset el look para recibir este Año Nuevo.
La industria de la moda, considerada una de las más contaminantes del mundo, nos enfrenta a una realidad urgente: debemos repensar cómo producimos, pero también cómo consumimos.
Según cifras de la Alianza de las Naciones Unidas para la Moda Sostenible, la industria textil y de la confección es responsable de aproximadamente entre el 8% y 10% de las emisiones de carbono del mundo.
Además, la industria de la moda es el segundo mayor consumidor de agua. La ONU ha informado que libera medio millón de toneladas de microfibras sintéticas al mar al año y que genera un 20% de las aguas residuales.
Sabemos que, para que exista un cambio, las empresas deben asumir la responsabilidad de transformar sus procesos productivos y para eso las políticas públicas deben estar en línea. No obstante, como consumidores, hay pequeños cambios que podemos hacer desde nuestro propio clóset, como reutilizar algún outfit ya usado para recibir este 2025 con una mirada más consciente y/o repetirlo durante el año.
Cada prenda que usamos lleva consigo una historia de explotación ambiental y humana que, como sociedad, no podemos ignorar.
La masificación del “fast fashion” ha generado un modelo insostenible, donde el costo ambiental es devastador: toneladas de desechos textiles terminan en vertederos, y los recursos naturales, como el agua, se agotan para producir prendas que tienen una vida útil corta.
Por ejemplo, para fabricar una camiseta de algodón de 250 gramos, se necesitan 2.900 litros de agua. Esto considerando el agua utilizada para el riego de los cultivos y el posterior proceso de la tela. Así también, unos pantalones de jeans utilizan 11.800 litros de agua.
Como consumidores, podemos intentar cambiar esta historia. Optar por ropa de segunda mano, apoyar marcas que priorizan la sostenibilidad, exigir transparencia en las cadenas de suministro o simplemente optar por repetir un outfit son actos de resistencia frente a un modelo que nos invita a consumir sin medida.
Iniciativas como la economía circular, el reciclaje textil y la reutilización creativa de materiales son pasos necesarios para reducir el impacto ambiental. Por su parte, los gobiernos tienen un rol clave al regular las prácticas de la industria y fomentar políticas que incentiven la producción responsable.
La moda tiene el poder de contar historias y construir identidades, pero también puede ser un motor de cambio. El diseño consciente y la producción ética son herramientas para avanzar hacia un futuro donde vestirnos no sea sinónimo de destruir el planeta.
Es hora de exigir que la industria de la moda lidere con el ejemplo. Mientras tanto, por un consumo responsable, incitemos a que se ponga de moda usar en repetidas ocasiones una misma prenda y busquemos en nuestro clóset el look para recibir este Año Nuevo.
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