Ante los vientos de cambio, al igual que las AFP, no escatiman en usar dineros de los propios cotizantes y en abusar con los datos privados para propagar publicidad con ribetes de temor.
En Chile, el miedo se ha convertido en un método de grandes corporaciones e instituciones, para frenar transformaciones en los cambios sociales que permitan una mejor distribución o mejorar los servicios, porque simplemente no permite estrujar ganancias.
De esta manera se recurre a una publicidad terrorífica que apunta a infundir el temor en orden a que los cambios que promueven el Estado o el Poder Legislativo van a provocar un descalabro en las finanzas personales. De ahí la frases “con mi dinero no”.
Entre los adalides de este cultivo de las sombras se encuentran las administradoras de fondos de pensiones (AFP), las que en el marco de una reforma del sector han arremetido con publicidad en los medios de comunicación. Así nació la plataforma “YoQuieroElegir” que, en resumen, plantea que nadie puede quitarte tu dinero, que el sacrificio es solo tuyo. En resumen, el temor a que me quiten lo que es mío.
Sin embargo, desde el Congreso se prendieron las alarmas y es así que el 18 de diciembre ingresó a primer trámite constitucional desde el Senado el proyecto de ley que prohíbe la realización de publicidad por parte de las AFP en medios de comunicación. En los argumentos del documento se sostiene que “la publicidad comercial no debe aprovecharse del temor o explotar la desgracia o sufrimiento sin una razón justificable”.
Lo más delicado es que indica que muchas de las colocaciones de publicidad en los medios son una conducta deshonesta, con el objeto de abusar de la confianza de la población y explotar su falta de conocimiento.
El susto también va de la mano de las isapres. Históricamente, sus ganancias han sido por lo menos estratosféricas. Sin embargo, se vieron en medio de una crisis por la obligación de devolver a los cotizantes los cobros en exceso que les exigían en los planes de salud.
La respuesta de los ejecutivos de dichas empresas fue una amenaza catastrófica, afirmando que el sistema de salud colapsaría, que la quiebra tendría repercusiones casi apocalípticas, con una estampida hacia Fonasa y con consecuencias imprevisibles.
Pero el pago llegó, y los cambios que se reclaman actualmente, hacia un sistema que discrimina por sexo, edad y preexistencia sigue en pie. Ante los vientos de cambio, al igual que las AFP, no escatiman en usar dineros de los propios cotizantes y en abusar con los datos privados para propagar publicidad con ribetes de temor.
Cabe preguntarse entonces cómo estás malas prácticas matan un debate honesto y en igualdad de condiciones, porque el terror es la herramienta para cerrar la llave a cualquier duda pública. Si el libre discernimiento es nublado por este manto de terror, estamos ante el peor de los escenarios, donde manda el temor a los otros, a que la solidaridad o a que la redistribución mermen lo poco que tengo.
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