Por espacio y tiempo ésta es una sinopsis trunca. La urgencia fue mostrar hasta qué punto las democracias más visibles de la región se debilitaron. Por eso dejé fuera países importantes, como el de Nayib Bukele quien, para muchos, convirtió su “mano dura” en mano modélica.
Comenzando por ARGENTINA, en 2024 destacó el mesianismo agresivo de Javier Milei, para quien todo opositor es miembro de una repudiable “casta”. A fuerza de shock económico redujo la inflación y, con ésta, los altos índices de pobreza. También llamó la atención su política exterior, configurada por una admiración total a Donald Trump, un mejor acceso a la tecnología de Israel, la potenciación de sus FF.AA. y la crispación, a nivel insulto, de la relación con los “socialistas empobrecedores” de su entorno. Esto indujo una áspera relación con el presidente chileno, que impidió celebrar los 40 años del Tratado de Paz y Amistad de 1984 y potenció conflictos pendientes. Corolario: peronismo haciendo guardia, empobrecimiento de la diplomacia y potenciamiento de la disuasión.
BRASIL volvió a ser gobernado por Lula da Silva, quien no pudo reproducir el liderazgo interno y regional de su primer mandato y no sólo por el posterior descubrimiento de una corrupción internacionalizada con base empresarial: también lo afectó la polarización que le legara el excapitán Jair Bolsonaro, con conato de golpe de Estado. Sumado a los malos indicadores económicos, este complex alejó su proyecto de instalar a Brasil como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y liquidó su ambiguo afán de arbitrar conflictos entre gobernantes democráticos y dictadores “izquierdistas” de la región. En sectores extremo-nacionalistas la debilidad de Lula fue un incentivo para proyectar una “democradura” apoyada por las FF.AA. con o sin retorno al poder de Bolsonaro.
Para URUGUAY, tampón geopolítico entre Argentina y Brasil, la noticia fue el regreso del Frente Amplio, bajo liderazgo de Yamandú Orsi y patrocinio de José Pepe Mujica. Este veterano exdirigente del movimiento revolucionario Tupamaros hoy es reconocido como líder sabio y socialdemócrata. Tras años de cárcel, jugó un papel histórico para mantener a Uruguay como una democracia con solera, moderando el ideologismo de quienes, sin conocer la historia, querían refundarlo. Para ese efecto, no temió recordar el rol del general Liber Seregni, cofundador de la coalición que volvió al gobierno.
En MEXICO, pese a su retórica revolucionaria y a su amistad con dictadores, AMLO mantuvo su relación preferente con los EE.UU. Dadas las históricas pérdidas territoriales de México en favor de la superpotencia hemisférica, ese “progresismo” se vio como funcional (y tradicional) para fortalecer posiciones negociadoras con los gobiernos de la Casa Blanca. En su política doméstica, AMLO no logró reducir el poder del crimen organizado y no se diferenció mayormente del modelo autoritario del PRI, definido por Mario Vargas Llosa como “la dictadura perfecta”, pues la rotación de sus equipos sugería una corrupción acotada. Tras la elección de su sucesora y discípula Claudia Sheinbaum, la incógnita a despejar es si el líder de MORENA seguirá mandando y si lo permitirá la flamante presidenta. Por el momento ella no ha dado pistas.
PERÚ siguió luciendo una resiliencia institucional asombrosa, con fuerte y a veces cruenta agitación social. En ese marco ha resistido presidentes inconclusos, uno que intentó un autogolpe de Estado, una presidenta incumbente con sólo un 5% de aceptación en las encuestas y un Congreso sin prestigio. Al parecer, las claves de la continuidad institucional están en una economía que funciona con piloto automático, el prestigio transversal de su Cancillería y la neutralidad vigilante de sus FF.AA. que se autoperciben como “fuerza tutelar de la nación”. En 2024 esa trilogía dio como dividendos buenos indicadores económicos, un equilibrio virtuoso entre las potencias de Oriente y Occidente y la inserción peruana en la Ruta de la Seda de China, con plataforma en el estratégico megapuerto de Chancay.
En CHILE el presidente Gabriel Boric no logró liberarse de las filias y fobias generadas por el gobierno de Salvador Allende y el golpe de Estado de 1973. Su ideologización universitaria, sumada a la inexperiencia de sus camaradas de generación y a la política ambivalente de sus aliados comunistas (“con un pie en la calle y otro en el gobierno”) forjó un clima de desconfianza mutua con militares, policías y empresarios. En ese contexto, tras el fracaso plebiscitado de su programa refundacional y plurinacional con sesgo “bolivariano”, el presidente debió reconocer que su gobierno estaba en modo aprendizaje. En lo internacional esto se ha reflejado en un ideologismo agresivo, que tiene al país en una posición regional solitaria: silencioso ante la dictadura cubana, antagónico con las otras dictaduras “de izquierdas”, provocado por el gobernante argentino, en relación problemática con Bolivia, y sin la calidez brasileña de la antigua y tópica “amistad sin fronteras”.
En BOLIVIA la ambición desmesurada de Evo Morales terminó rompiendo el saco. Autoconvencido de ser el sucesor de Fidel Castro y seguro de que no hay vida después de la Presidencia, buscó su retorno al poder tras intervenir en la política interna de Chile y apoyar estallidos letales en el sur peruano. Buscaba, así, actualizar su histórico señuelo electoral, consistente en “la recuperación del mar para Bolivia”. Ante sus rotundos fracasos, terminó destruyendo la unidad de su propio partido, el MAS gobernante, en lucha abierta con el presidente incumbente Luis Arce, quien postula a la reelección. Como efecto inevitable, ese cuadro catalizó una crisis económica de gran magnitud y un extravagante conato de golpe de Estado. Hoy Morales está procesado por estupro y refugiado en el Chapare, su bastión político, en desacato al Poder Judicial.
VENEZUELA, el empobrecido país millonario del siglo pasado, tuvo un año aún más deplorable que los anteriores. Tras el fraude electoral del 28 de julio, su ilegítimo gobernante Nicolás Maduro es reconocido como un dictador intratable, incluso por quienes lo percibían como afín ideológico. Sobrevive gracias a la complicidad de privilegiados altos mandos militares, paramilitares y policiales. Una caída de 75% del PIB, el dramático deterioro de los servicios de salud y educación pública, el exilio y la búsqueda de otro país de casi 8 millones de venezolanos y la represión dura de cualquier disidencia, avalaron en 2024 la necesidad de reconocer al exiliado Edmundo González como vencedor de las elecciones amañadas y potenciaron el corajudo liderazgo democrático de la hoy clandestina María Corina Machado. El próximo 10 de enero, fecha en la cual quiere asumir su falso nuevo mandato, Maduro estará bajo la mirada atenta de todos los demócratas del mundo.
Por último PANAMÁ, que no estaba en la selección previa, cerró el año enfrentando un incordio gravísimo. Trump, quien suele disparar bravuconadas para ambientar políticas insólitas, declaró su intención de recuperar el canal interoceánico, base de los ingresos de este país. Con ello dejaría sin efecto los tratados Torrijos-Carter, para espanto de los juristas de cualquier tendencia. Esto confirma que el deterioro de la democracia no sólo afecta a los ciudadanos de América Latina. Hoy es tema de interés hemisférico y global.
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