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Nudos críticos de la estructura laboral chilena Opinión

Nudos críticos de la estructura laboral chilena

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Mauricio Muñoz
Por : Mauricio Muñoz Sociólogo y Doctor en Ciencias Sociales, coordinador del Observatorio Laboral UOH.
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En resumen, somos un país con una tasa de ocupación relativamente estable, con alta presencia de vendedores, con más profesionales que técnicos, así como directores y gerentes creciendo, al mismo tiempo que disminuyen los agricultores.


Existe cierto acuerdo entre los analistas respecto de la estructuración del mercado del trabajo del país en orden a que las tendencias actuales de las cifras laborales ya no están afectadas por la pandemia. La fisonomía del empleo en Chile muestra cierta estabilización de la ocupación a partir del año 2022, con una tasa que ronda el 56%, con mayor participación de hombres que mujeres. Los sectores productivos que más empleo generan son el Comercio y la Industria, con 18,5 y 9,8% respectivamente. Por su parte, las microempresas son las que generan la mayor cantidad de empleo, con 3.172.700 ocupados, seguidas de cerca por las empresas grandes, en donde trabajaban 3.100.800 personas.

Los grupos ocupacionales con mayor presencia en la estructura ocupacional chilena son los tTrabajadores de los servicios y vendedores de comercios y mercados, con 21%; los profesionales científicos e intelectuales, con 17%; y los técnicos y profesionales de nivel medio, con 12,9%. Si comparamos con 2019, año previo a la pandemia, los grupos ocupacionales que tienen la mayor variación son los directores y gerentes, con 24,5% y los agricultores y trabajadores calificados agropecuarios, forestales y pesqueros, con -23,7%.

La población femenina tiene mayor peso entre quienes están fuera de la fuerza de trabajo. Representan el 63% de las personas que están sin empleo, pero tampoco están buscando uno. La principal razón de inactividad que esgrimen las mujeres está asociada a las responsabilidades familiares permanentes, con 30,9%. Es decir, la mayor parte de las mujeres que no trabaja y que no está buscando empleo es porque está realizando alguna labor de cuidado o reproductiva no remunerada en la casa.

Otro fenómeno preocupante es la informalidad. Si bien esta ha disminuido respecto de las cifras prepandemia, no estamos en un paraíso. En la actualidad, la tasa de ocupación informal nacional es de 26,9%, en este caso con mayor presencia de mujeres que hombres. En Chile hay 2.497.633 en condición de informalidad y en algunas regiones como La Araucanía, Ñuble y Los Ríos la tasa de informalidad es preocupante, alcanzando porcentajes que están entre 35 y 38%. Como se sabe, la informalidad tiene consecuencias presentes vinculadas a la seguridad social, la estabilidad y la salud socioemocional de las personas, así como efectos futuros asociados específicamente a las pensiones.

Por su parte, los jóvenes de 15 a 29 años tienen la mayor tasa de desocupación, llegando a 14,7%, mientras que los adultos en edad de jubilar muestran una tasa de informalidad de 53,6%. En ambos casos, las cifras representan casi el doble que los promedios nacionales.

En cuanto a las personas extranjeras que trabajan en Chile, estos componen una fuerza de trabajo de 1.088.421 personas, el 10,8% de la fuerza de trabajo total del país. La tasa de ocupación es de 75,1% y registran un 30,1% de informalidad. Ambas cifras se encuentran por sobre las nacionales.

En resumen, somos un país con una tasa de ocupación relativamente estable, con alta presencia de vendedores, con más profesionales que técnicos, así como directores y gerentes creciendo, al mismo tiempo que disminuyen los agricultores. Las microempresas tienen un rol fundamental en la generación de empleo, igual o más relevante que las grandes empresas. Hay baja participación femenina, quienes están ancladas a las labores domésticas o de cuidado no remuneradas. La informalidad, que en ningún caso debemos naturalizar, está relativamente controlada, aunque ciertas regiones del sur muestran una situación preocupante al respecto. Los jóvenes tienen elevadas tasas de desocupación, los adultos en edad de jubilar son altamente informales y los extranjeros que trabajan en el país, aunque tienen mejores cifras de empleo que la población local, al mismo tiempo tienden a la informalidad.

Así, los nudos críticos del empleo en Chile están asociados a la mayor presencia de profesionales que técnicos, a los desafíos que impone la integración de las mujeres al mercado del trabajo, a la desocupación juvenil y la informalidad principalmente asociada a los adultos mayores e inmigrantes. A lo anterior debemos agregarle los sueldos que en promedio llegan a $826.500, pero el 50% de las personas gana menos de $582.600 líquido mensuales. Si bien nuestro mercado del trabajo no está afectado por la pandemia, al parecer, su configuración presenta ciertas alertas que debimos de considerar desde antes de la peste.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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