Opinión
El foco de la norma está precisamente orientado a generar un espacio de cumplimiento colaborativo. Ello supondrá un gran desafío
En los últimos años, términos como “sostenibilidad” y “transparencia” están presentes en todas las áreas de nuestras vidas, desde cómo reciclamos o consumimos hasta cómo dirigimos una empresa o manejamos las finanzas públicas. ¿Aplica esto también a los impuestos? Y la respuesta es sí.
Aun cuando parezca contraintuitivo, la tendencia en el contexto internacional y que incluye a Chile, es que la sostenibilidad alcanza también a los impuestos. Esto es, cuando las empresas cumplan con sus obligaciones fiscales, no solo deberán hacerlo correctamente sino también de manera transparente y alineadas con sus políticas internas de sostenibilidad.
Así, una empresa que busque certificarse como sostenible deberá necesariamente hacerse cargo no solo de cumplir con sus obligaciones tributarias oportunamente sino también de, por ejemplo, definir claramente los órganos de gobernanza responsable de ello, gestionar adecuadamente el riesgo tributario, comunicar esta información a los distintos “stakeholders” relevantes, medir efectiva y correctamente cuánto paga la empresa por concepto de contribución tributaria, entre otros aspectos. En otras palabras, el solo presentar las declaraciones de impuestos será “el desde”.
En España, por ejemplo, ya existe una norma que busca uniformar y certificar el cumplimiento tributario sostenible. La UNE 19602 establece un sistema de gestión que busca un correcto cumplimiento en materia tributaria y de cooperación promoviendo la responsabilidad.
En Chile, aunque vamos un poco más lento, ya estamos viendo importantes avances.
Por una parte, ya hay un grupo relevante de empresas que vienen publicando reportes que incluyen materias tributarias, incluyendo información sobre cómo manejan sus impuestos, cuáles son sus órganos de gobernanza y cuál es su contribución tributaria total. Esto no solo mejora su imagen, sino que genera además confianza en los ciudadanos, quienes suelen ver el sistema fiscal como un agujero negro de números y letras pequeñas.
Pero tal vez la señal más clara es que la reciente Ley de Cumplimiento Tributario incorporó por primera vez el concepto de sostenibilidad tributaria y una posible certificación para las empresas que cumplan con ciertos estándares de cooperación y transparencia.
El foco de la norma está precisamente orientado a generar un espacio de cumplimiento colaborativo. Ello supondrá un gran desafío. Por una parte, para los contribuyentes, quienes deberán hacer suyo este concepto en línea con lo dicho anteriormente. Pero también para la autoridad tributaria, quien deberá otorgar las garantías e incentivos suficientes para que esta colaboración funcione.
Si bien aún estamos a la espera de que la autoridad tributaria emita la regulación respectiva, lo que no es difícil es concluir que este camino no tiene vuelta atrás y que las empresas deberán incorporar en su léxico la transparencia y la sostenibilidad tributaria, sumándose así a esta tendencia internacional.
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