Parece ser relevante avanzar en la discusión educativa, que permita descentrar el foco público de las brechas PAES, para avanzar en una discusión más productiva de los cambios que el sistema de educación superior necesita.
Durante estos días, parte de la agenda pública se ha focalizado en discutir y analizar los resultados de la Prueba de Admisión a la Educación Superior (PAES). Casi todo el debate se ha puesto, sin embargo, en una noticia que no es nueva ni tampoco constituye una mayor novedad: la mantención de las enormes brechas educativas –por dependencia y nivel socioeconómico– que muestran los resultados de la prueba.
El hiperfoco en este único punto revela, en mi opinión, dos cosas. Primero, una tendencia de la discusión pública a culpabilizar a un instrumento específico por un problema general del sistema educativo chileno, y, segundo, una tendencia de la discusión educativa de buscar soluciones rápidas a fenómenos estructurales, sin considerar así que abordar el problema de las brechas educativas incluye discutir sobre todos los niveles educativos (inicial, escolar y superior), evaluar con una perspectiva del largo plazo y sin buscar atribuir relaciones causa-efecto de una política específica.
Más que entrar en esta dinámica, me parece relevante destacar otro elemento que sí es novedoso en los resultados de este año: la consolidación –pues se entrega por tercer año consecutivo– de las Distinciones a las Trayectorias Educativas (DTE). Las DTE son un premio académico pero que, a diferencia del puntaje PAES bruto, reconoce explícitamente el contexto en el que están los estudiantes, incluyendo reconocimientos para estudiantes en situación de discapacidad, de pueblos originarios, de distintos tipos de modalidades de enseñanza y en diversas regiones del país.
De esta forma, las DTE buscan hacerse cargo de una realidad obvia pero poco dicha: que las y los estudiantes tienen puntos de partida distintos para ingresar a la educación superior, y que, por lo mismo, sus trayectorias vitales y educativas son distintas. De esta forma, las DTE se suman a la lista de iniciativas que, como granos de arena, han permitido masificar la educación superior y avanzar en la configuración de un sistema de acceso con mayores niveles de inclusión, junto con los propedéuticos, los programas de inclusión, la gratuidad o el programa PACE.
La mantención de los DTE y estas otras iniciativas implica, sin embargo, nuevos desafíos para la política pública. Por una parte, parece importante que las Distinciones de Trayectorias Educativas dejen de ser un reconocimiento procedimental, y que pasen a convertirse en una herramienta que asegure el acceso de estos estudiantes, incluyendo bonificaciones o accesos directos a instituciones de educación superior de prestigio.
En segundo término, parece necesario avanzar en la configuración de un sistema (y no solamente una serie de iniciativas) de acceso inclusivo, que no disgregue la PAES de las otras iniciativas. Finalmente, parece ser relevante avanzar en la discusión educativa, que permita descentrar el foco público de las brechas PAES, para avanzar en una discusión más productiva de los cambios que el sistema de educación superior necesita.
Inscríbete en nuestro Newsletter El Mostrador Opinión, No te pierdas las columnas de opinión más destacadas de la semana en tu correo. Todos los domingos a las 10am.