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Pensiones sin presiones Opinión

Pensiones sin presiones

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Gabriel Pradenas Sandoval
Por : Gabriel Pradenas Sandoval Ingeniero Comercial, Magíster en Políticas Públicas.
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Esta discusión no es nueva. Durante la última década, los debates en la Cámara de Diputados y el Senado han entrampado una solución que los ciudadanos llevan años esperando.


El desafío de construir un sistema de pensiones en Chile no es nuevo, pero su urgencia es cada vez mayor. El envejecimiento de la población, junto con las brechas en cobertura y financiamiento, han hecho evidente que nuestro sistema actual no responde plenamente a las necesidades de los adultos mayores ni asegura un retiro digno para todos.

Es momento de avanzar hacia un modelo que combine de manera equilibrada pilares contributivos y no contributivos, garantizando las mejores tasas de reemplazo posibles. La tasa de reemplazo, que mide la proporción de ingresos que una persona recibe al jubilarse en comparación con su salario en etapa activa, es un indicador clave de la efectividad del sistema. En Chile, esta tasa es insuficiente para gran parte de los jubilados, lo que se traduce en una vejez muchas veces marcada por la precariedad.

Por ello, resulta fundamental trabajar en un esquema que permita a los trabajadores acumular ahorros suficientes a lo largo de su vida activa y que, al mismo tiempo, ofrezca protección a quienes no pudieron hacerlo, a través de un sólido pilar no contributivo que prevenga la pobreza en la tercera edad. Sin embargo, el diseño de este sistema no debe ser solo una aspiración técnica; requiere acuerdos políticos concretos.

Es esencial que el Congreso y el Poder Ejecutivo trabajen de manera conjunta para lograr reformas integrales que consideren las necesidades de todos los sectores. Este es un desafío que trasciende ideologías, ya que compromete el bienestar de millones de chilenos.

Esta discusión no es nueva. Durante la última década, los debates en la Cámara de Diputados y el Senado han entrampado una solución que los ciudadanos llevan años esperando. Esta parálisis no es menor: el descontento y la falta de respuestas explicaron, en gran medida, el estallido social que vivimos en Chile el año 2019.

No perdamos la perspectiva: seguimos siendo el mismo país que demandó cambios profundos, y el paso de los años no espera a nadie. Además, es crucial encontrar un sano equilibrio entre los fondos ahorrados, el mercado financiero y el mercado laboral.

Por un lado, los ahorros previsionales deben gestionarse con prudencia, maximizando su rentabilidad sin exponerlos a riesgos excesivos. Por otro, es necesario impulsar mercados laborales inclusivos y estables que permitan a más personas cotizar regularmente, mejorando así la densidad de contribución y asegurando pensiones más altas en el futuro.

El rol del Estado, por su parte, es central. No solo debe proveer la institucionalidad adecuada y los instrumentos necesarios para gestionar un sistema sostenible, sino también contribuir directamente al financiamiento de las pensiones de quienes más lo necesitan. En un país donde el empleo informal aún es alto y la densidad de cotización suele ser baja, estas intervenciones son imprescindibles para lograr justicia social.

En definitiva, Chile debe mirar hacia el futuro con la voluntad de construir un sistema de pensiones justo, inclusivo y sostenible. No se trata de elegir entre lo público y lo privado, entre reparto y ahorro individual, sino de integrar lo mejor de cada modelo. Si logramos consensos amplios y equilibrados, estaremos un paso más cerca de asegurar a todos los chilenos una vejez tranquila y digna.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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