Con México se agudizará el tema de la seguridad y el fenómeno migratorio. Cualquier expulsión masiva de ilegales desde Estados Unidos podría tener a México como destino en buena medida, le guste o no a este país. Eso sin duda que tensionará mucho la relación.
A días de la nueva instalación de Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos es interesante revisar el contexto doméstico y mundial al cual llegará, pero además los efectos que ya está causando, así como las expectativas y temores que genera.
Partamos con el ámbito interno. Como sabemos, al menos por los próximos dos años contará con mayoría en ambas cámaras del Congreso, lo que en teoría le abre las puertas para reformas profundas. Digo teóricamente, porque si bien Trump domina el partido, a nivel parlamentario su control no es absoluto.
Eso quedó en evidencia cuando no pudo hacer elegir a su preferencia de líder de la mayoría en el Senado. También en la Cámara se vislumbra un panorama complicado, por cuanto hay una fuerte división en las filas republicanas, con una facción minoritaria, pero muy recalcitrante, que quiere instalar ciertos temas y está dispuesta a vetar otros. También la elección del líder de esa Cámara fue muy compleja y el propio Trump debió intervenir para evitar que quedase en manos de la minoría demócrata que votó en bloque.
Asumiendo, sin embargo, que podrá pasar buena parte de su agenda legislativa, en lo económico deberá decidir la continuidad de una rebaja tributaria que aprobó en su primer gobierno y que expira este año. La cuestión es que existe la expectativa mayoritaria de una rebaja mayor porque la gente se acostumbró al nivel actual y no percibe diferencias en su presupuesto desde hace algunos años.
El problema es que el déficit fiscal no para de crecer y el presupuesto federal ya no alcanza. Una nueva rebaja impositiva podría agravar ese estado de cosas, aunque Trump y su equipo piensen que se podría compensar con un alza de aranceles, una mayor recaudación impositiva de la mano de una mayor actividad y la reforma del Estado (para lo cual designó a Elon Musk y Vivek Ramaswamy). Habrá que ver si ello así ocurre y si es sostenible en el mediano plazo.
Junto con esa decisión tributaria con impacto en las finanzas públicas, Trump incidirá en la continuidad de tres grandes iniciativas económicas aprobadas durante el Gobierno de Biden y que empezaron a implementarse. Una es la Chips Act, firmada en agosto de 2022. Esta ley autoriza aproximadamente USD 280.000 millones en nuevos fondos para impulsar la investigación y la fabricación de semiconductores en Estados Unidos, para lo que asigna USD 52.700 millones. También invierte USD 174 mil millones en el ecosistema general de investigación del sector público en ciencia y tecnología, impulsando los vuelos espaciales humanos, la computación cuántica, la ciencia de los materiales, la biotecnología y la física experimental, con el propósito de contrarrestar la influencia china.
Los fondos asignados para este propósito han derivado en la construcción de varias plantas de semiconductores en Estados Unidos, aminorando la dependencia externa y reposicionando a Estados Unidos en el liderazgo de ese elemento primordial para la primacía tecnológica. Por lo mismo, lo más probable es que Trump no afecte mayormente esta iniciativa, que también beneficia a Elon Musk con su empresa Space X, la cual es beneficiaria directa de la Chips Act.
Otra cosa es la ley de Reducción de la Inflación, también promulgada en 2022, que destina USD 738.000 millones a diversas áreas, de los cuales USD 391.000 millones corresponden a gastos en energía y lucha contra el cambio climático. Esa ley representa la mayor inversión para abordar el cambio climático en la historia de los Estados Unidos, y según varios análisis al momento de la aprobación de la ley, se proyecta que las emisiones de gases de efecto invernadero de Estados Unidos bajen el 2030 en un 40 % en relación con los niveles de 2005.
En este caso, Trump, que parece seguir no creyendo en el cambio climático, podría parar la implementación mediante un cambio legal, volviendo a privilegiar los combustibles fósiles. Lo que ocurra con esta iniciativa será un parámetro para la conducta estadounidense en materia ambiental a nivel global.
Finalmente, está la Ley de Inversión en Infraestructura y Empleo promulgada en 2021, que considera fondos estimados entre USD 547.000 millones y USD 715.000 millones para mejorar la infraestructura pública (puertos, carreteras, aeropuertos, banda ancha, etc.). En este caso, si bien Trump no estaría en desacuerdo con el propósito, sí critica la forma de implementación bajo el liderazgo del Estado, lo que a sus ojos ha sido muy ineficiente. También, entonces, podrían introducirse cambios en la línea de dar más protagonismo al sector privado o derechamente reformular los aspectos claves de la ley.
En el ámbito vecinal ahora, su próxima asunción ya ha generado ansiedad en sus vecinos, y podemos decir que la caída del primer ministro Trudeau, en parte se debe a Trump. Este ha amenazado a Canadá y México con subir los aranceles, por considerar que compiten injustamente con muchos sectores estadounidenses. Además, el 1 de julio de 2026 toca la primera revisión del tratado comercial que vincula a los tres países, y sin duda que Trump usará la instancia para sacar concesiones de todo tipo de sus vecinos.
Respecto de su vecino sur, Trump convivirá con una líder izquierdista, mientras que en Canadá es probable que el sucesor de Trudeau sea un conservador de su estilo, Pierre Poilievre. En ese caso, el ascendiente estadounidense sobre dicho país podría acrecentarse. No olvidemos que en las últimas semanas Trump ha estado diciendo que Canadá debiera ser el estado 51 de la Unión.
Con México se agudizará el tema de la seguridad y el fenómeno migratorio. Cualquier expulsión masiva de ilegales desde Estados Unidos podría tener a México como destino en buena medida, le guste o no a este país. Eso sin duda que tensionará mucho la relación, y también la presión que ejerza Estados Unidos para que el Gobierno mexicano las emprenda más decididamente contra los carteles.
Para el resto de la región, los énfasis se vienen probablemente en seguridad: Lucha contra el crimen organizado y evitar la migración. También es posible que los países del hemisferio se vean crecientemente presionados a alinearse con Estados Unidos o con China, producto de una agudización de la competencia a nivel global entre ambas potencias.
Y a nivel global, aparte de la dinámica reseñada con China, en la que se supone retomará con mayor brío la guerra comercial (porque no ha cesado), está por verse lo que Trump hará respecto de los conflictos en Ucrania y el Medio Oriente.
También una gran interrogante es la continuidad de las alianzas del país a nivel global, que Trump maltrató en su primer período y que Biden procuró recomponer. ¿Volverá a esa dinámica?
Una característica que está emergiendo y que habrá que ver si se inserta en la política exterior estadounidense es el rol de Elon Musk y su injerencia en la política interna de otros países. ¿Es una agenda personal que terminará chocando con el establishment y la voluntad presidencial o es expresión genuina de la nueva dinámica que buscará imponer Trump?
Este segundo inminente mandato de Trump abre muchas interrogantes. Las respuestas empezarán a conocerse a partir del 20 de enero.
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