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Protejamos nuestros cielos: Un llamado urgente a la acción Opinión

Protejamos nuestros cielos: Un llamado urgente a la acción

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Sebastián Pérez Márquez
Por : Sebastián Pérez Márquez Astrónomo y académico Usach Director del Centro de estudios interdisciplinarios en Astrofísica y Ciencias del Espacio (CIRAS) Director Alterno del Núcleo Milenio sobre Exoplanetas Jóvenes y sus Lunas (YEMS)
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La ciencia chilena ha alcanzado estándares internacionales gracias a la calidad única de nuestros cielos. Proteger este recurso es un deber compartido.


La Región de Antofagasta es un patrimonio invaluable para la ciencia global. Sus cielos excepcionalmente oscuros han sido fundamentales para que observatorios internacionales, como el Very Large Telescope (VLT) en Paranal, lideren descubrimientos que amplían los límites del conocimiento humano. La construcción en curso del Extremely Large Telescope (ELT) en Cerro Armazones, a pocos kilómetros de Paranal, promete transformar radicalmente nuestra comprensión del universo. Sin embargo, este valioso recurso natural enfrenta hoy una seria amenaza que pone en riesgo el futuro de la investigación astronómica en la región.

Como destaca un reciente comunicado del Observatorio Europeo Austral (ESO), el pasado 24 de diciembre, AES Andes —filial de AES Corporation— presentó a evaluación ambiental el megaproyecto industrial Inna. Este complejo, que abarcará más de 3.000 hectáreas, contempla la construcción de un puerto, plantas de hidrógeno y amoníaco verde, y un parque eólico. Su ubicación, a solo 5 a 11 kilómetros del Observatorio Paranal, representa un riesgo significativo, debido a la posible generación de contaminación lumínica, emisiones de polvo y turbulencias atmosféricas, factores que podrían afectar gravemente la calidad de las observaciones astronómicas.

La reciente actualización de la norma de contaminación lumínica, que entró en vigor el año 2024, busca proteger las áreas astronómicas. Aunque regula con mayor rigor, solo ofrece una guía sobre la cantidad de luz azul permitida. La norma permite una restricción de un 1 % de luz azul en Áreas de Protección Especial –como las áreas de observación astronómica–, lo cual resulta insuficiente para lugares como Paranal y Armazones, donde la calidad del cielo es excepcionalmente alta, por debajo del 1 % de contaminación de luz azul.

Desde su inauguración en 1999, el Observatorio Paranal ha sido clave para avances astronómicos trascendentales, como la primera imagen de un exoplaneta, el estudio de los lugares de formación planetaria como los discos protoplanetarios, el estudio de galaxias lejanas, los censos estelares que nos permiten entender nuestra galaxia, el estudio de las órbitas de las estrellas en torno al agujero negro supermasivo en el centro de la Vía Láctea, y un sinfín de investigaciones revolucionarias. Proyectos de esta magnitud dependen de cielos oscuros y estables, condiciones que este megaproyecto pone en riesgo.

Es imprescindible que las instituciones chilenas, incluidas nuestras universidades y centros de investigación, se involucren activamente en el proceso de calificación ambiental. Como comunidad académica, debemos expresar nuestra preocupación y exigir medidas que garanticen la protección de nuestros cielos. No podemos dejar pasar esta oportunidad para proteger el patrimonio natural.

La ciencia chilena ha alcanzado estándares internacionales gracias a la calidad única de nuestros cielos. Proteger este recurso es un deber compartido. No se trata de oponerse al desarrollo energético sostenible, sino de encontrar un equilibrio que permita el avance científico y la transición hacia energías limpias. Hoy más que nunca, debemos alzar la voz y actuar en defensa de nuestros cielos.

El desierto de Atacama nos ha brindado un legado de conexión con el cosmos a través de siglos de observación del cielo por parte tanto de pueblos originarios como del pueblo chileno y culturas de todas partes del mundo. La reubicación del proyecto Inna es la única forma de preservar uno de los últimos cielos oscuros verdaderamente prístinos de la Tierra. El desarrollo sostenible debe ser también un desarrollo responsable.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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