Chile debe replantearse su postura si desea mantener su posición como líder en la industria minera global.
La reciente decisión del Comité de Ministros subrogantes de rechazar el proyecto Dominga, pese a que este contaba con todos los permisos ambientales y sociales requeridos, plantea serias interrogantes sobre la institucionalidad chilena. Este rechazo se justificó con el argumento de eventuales impactos ambientales, a pesar de que dichas consideraciones ya habían sido evaluadas y aprobadas por los organismos técnicos competentes. Lo preocupante es que este comité, una instancia política y no técnica, tenga la facultad de decidir qué proyectos pueden avanzar y cuáles no, sin apegarse a los criterios establecidos en la normativa vigente.
En Chile, existe un marco legal e institucional diseñado para garantizar que los proyectos, tanto mineros como de otras industrias, se desarrollen cumpliendo con altos estándares ambientales y sociales. Este marco incluye procesos rigurosos de evaluación de impacto ambiental, conducidos por equipos técnicos especializados. En el caso de Dominga, la empresa cumplió con todas estas exigencias, invirtiendo años y recursos económicos significativos para obtener los permisos correspondientes. Sin embargo, el Comité de Ministros desestimó este proceso bajo el pretexto de potenciales riesgos para la fauna local y el ecosistema, particularmente para los pingüinos de Humboldt y áreas protegidas distantes del puerto proyectado.
Este tipo de decisiones políticas envían un mensaje alarmante al mercado: en Chile, las reglas del juego pueden ser ignoradas arbitrariamente. En otros países, los ministros de Estado no intervienen en la aprobación de proyectos, salvo en casos excepcionales de carácter estratégico. Las decisiones son delegadas a organismos gubernamentales especializados, garantizando así una evaluación objetiva y basada en evidencia. En cambio, lo ocurrido con Dominga refleja un debilitamiento institucional en el que prima la subjetividad y el carácter emocional por sobre la racionalidad técnica.
Implicancias para la industria minera y el país
La situación de Dominga no sólo afecta a este proyecto en particular, sino también a la percepción general sobre Chile como destino para la inversión minera. La industria minera requiere tres condiciones fundamentales para prosperar:
Chile debe replantearse su postura si desea mantener su posición como líder en la industria minera global. La fortaleza de su institucionalidad en el pasado fue clave para atraer inversiones que impulsaron el desarrollo del país. Hoy, esa reputación se perdió. Para recuperar la confianza de los inversionistas, se debe volver a una toma de decisiones basada en criterios técnicos, científicos y racionales.
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