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Ver el bosque y no sólo los árboles: el desafío de una evaluación integral de la ciencia en Chile Opinión

Ver el bosque y no sólo los árboles: el desafío de una evaluación integral de la ciencia en Chile

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Álvaro Ossa D
Por : Álvaro Ossa D Director de Transferencia y Desarrollo Pontificia Universidad Católica de Chile
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Chile tiene la oportunidad de construir un modelo de evaluación que no solo mida el impacto de sus políticas, sino que también las diseñe para responder a los grandes desafíos estratégicos del país.


Recientemente, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación presentó un estudio que pone en evidencia un problema clave: en Chile, evaluamos las políticas públicas en ciencia y tecnología como si sólo miráramos los árboles y no el bosque completo. Nos enfocamos en instrumentos de financiamiento específicos, pero no en cómo estos se articulan para cumplir objetivos estratégicos y generar un impacto real en la sociedad. Esto significa que, en lugar de analizar cómo las políticas públicas contribuyen al desarrollo del país, medimos únicamente detalles aislados, como el presupuesto gastado o los proyectos aprobados. El resultado: una visión fragmentada que no responde a las preguntas importantes. ¿Estamos avanzando hacia un sistema de ciencia y tecnología que impulse el desarrollo sostenible? ¿Estamos resolviendo los grandes desafíos del país?

Otro gran problema es que las evaluaciones suelen estar condicionadas por la urgencia de cumplir con requisitos presupuestarios de corto plazo, como los exigidos por la Dirección de Presupuestos (Dipres). Esto deja de lado indicadores que midan resultados sostenibles y efectos a largo plazo, que son esenciales para planificar políticas más efectivas y visionarias. Por ejemplo, si solo miramos el gasto en investigación y desarrollo (I+D) como indicador de éxito, estamos ignorando cómo ese gasto se traduce en innovaciones, soluciones concretas y beneficios para las personas. El éxito de una política no se mide sólo por lo que invierte, sino por cómo transforma realidades.

El estudio también revela otros problemas importantes. Existe una falta de información sistematizada para evaluar las políticas, con indicadores desactualizados o poco relevantes y procesos poco claros para decidir qué programas evaluar. Además, la baja participación de actores clave del ecosistema en las decisiones de evaluación limita nuestra capacidad de aprender respecto de lo que funciona y de corregir lo que no.

Si queremos avanzar, necesitamos un sistema de evaluación que considere la totalidad del ecosistema de ciencia y tecnología, no sólo sus partes. Esto implica establecer un enfoque de largo plazo que permita medir cómo las políticas impactan en el desarrollo del país más allá de un ciclo presupuestario. También es fundamental crear un sistema unificado de datos que cuente con información actualizada y accesible para todos los actores del ecosistema, así como incorporar la participación de investigadores, emprendedores, universidades y otros sectores en el diseño de las evaluaciones. Finalmente, se requiere la formación de evaluadores altamente capacitados para asegurar que las evaluaciones sean rigurosas, objetivas y basadas en evidencia.

Chile tiene la oportunidad de construir un modelo de evaluación que no sólo mida el impacto de sus políticas, sino que también las diseñe para responder a los grandes desafíos estratégicos del país. Es hora de dejar de ver solo los árboles y enfocarnos en el bosque completo. Este cambio es crucial para fortalecer nuestro sistema de ciencia, tecnología, conocimiento e innovación y alcanzar el desarrollo que todos queremos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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