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El techo de los commodities en la academia latinoamericana Opinión Crédito imagen: imagen de freepik

El techo de los commodities en la academia latinoamericana

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Así como la desigualdad económica entre países implica una pérdida de talentos y, por extensión, recursos, la desigualdad en las oportunidades para los investigadores en países del tercer mundo significa una pérdida de talentos y de fuentes conocimiento.


Los países de América Latina a menudo dependen en gran medida de las exportaciones de productos básicos, como minerales, productos agrícolas y petróleo, lo que moldea el panorama económico de la región. El “techo de productos básicos” simboliza las barreras y limitaciones sistémicas que obstaculizan la progresión profesional de los individuos dentro de la academia latinoamericana, particularmente en las escuelas de negocios. Así como los productos básicos dictan oportunidades económicas y restringen los esfuerzos de diversificación, el “techo de productos básicos” refleja la influencia generalizada de las estructuras económicas y la cultura en las trayectorias profesionales internacionales y el acceso a roles de liderazgo dentro de sociedades científicas y academias en todo el mundo.

Los profesionales latinoamericanos enfrentan numerosos obstáculos en sus trayectorias académicas, incluyendo disparidades salariales, sesgos de género y oportunidades limitadas para el avance profesional. El concepto del “techo de productos básicos” en el ámbito de la gestión y la academia empresarial se refiere a las limitaciones y obstáculos que enfrentan los académicos, particularmente aquellos de países emergentes o con recursos limitados, para obtener reconocimiento y avanzar en sus carreras debido al valor percibido de sus resultados de investigación. Al igual que el techo de bambú y el techo de cristal, el techo de productos básicos refleja sesgos sistémicos que favorecen a ciertas regiones con mayor tradición científica. El “mérito” parece ser una ilusión para aquellos que comenzaron en un recorrido lleno de obstáculos, como lo demuestra la llamada “paradoja del éxito”, que nos dice que el éxito se debe en gran medida a eventos azarosos como nacer en un país del primer mundo.

En el contexto de la investigación en gestión, los investigadores de países del tercer mundo a menudo encuentran desafíos como el acceso limitado a recursos, barreras lingüísticas y una falta de visibilidad en el escenario global. Su trabajo puede ser marginado o pasado por alto en favor de investigaciones provenientes de instituciones académicas más ricas o establecidas, perpetuando un ciclo de desigualdad y obstaculizando el desarrollo de perspectivas diversas en el campo. A pesar del potencial enriquecedor que los académicos de países del tercer mundo pueden ofrecer, sus contribuciones son frecuentemente subestimadas o relegadas a la periferia del discurso académico. Esto perpetúa una narrativa donde el conocimiento en gestión proveniente de estas regiones se considera menos valioso o riguroso en comparación con el proveniente de países occidentales o más desarrollados, favoreciéndolos en la jerarquía dentro de la comunidad académica. 

La poca cultura del conocimiento en los países emergentes pone otros obstáculos para sus investigadores; pensemos en cuatro. La escasa financiación existente, que se traduce en estudios simples, con el incentivo de encontrar resultados positivos, aunque no sorprendentes para la industria del conocimiento. Esto implica dificultades para acceder a las mejores revistas científicas, lo que lleva a que los investigadores reciban menos financiación. Otro ejemplo es la competencia dentro de las universidades por recursos escasos, lo que puede generar incentivos para la publicación, privilegiando la cantidad sobre la calidad, lo que resulta en estudios básicos que no estimulan inversiones en futuros estudios. Un tercer ejemplo, considerando que el mejor predictor para acceder a recursos investigativos es haber accedido previamente a los mismos recursos, los pocos recursos públicos disponibles para investigación van a un pequeño número de investigadores, quienes tienen su propia agenda investigativa, lo que reduce las oportunidades para nuevos investigadores e innovación. 

Así como la desigualdad económica entre países implica una pérdida de talentos y, por extensión, recursos, la desigualdad en las oportunidades para los investigadores en países del tercer mundo significa una pérdida de talentos y de fuentes conocimiento. Abordar el techo de productos básicos requiere un esfuerzo concertado para reconocer y amplificar las voces de académicos provenientes de regiones subrepresentadas, fomentando entornos investigativos inclusivos que prioricen la diversidad del pensamiento y la experiencia. Al derribar barreras para la publicación, proporcionar apoyo para el desarrollo de capacidades y la difusión del conocimiento, y promover la colaboración entre fronteras, el campo de la gestión y los negocios puede trabajar hacia desmantelar el techo de productos básicos y fomentar un paisaje académico más equitativo e inclusivo.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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