Donald Trump y la polarizada “era dorada” que promete para Estados Unidos
Aún quedan preguntas sin respuesta, como el rol que jugará el nuevo gobierno de Trump en la guerra de Ucrania, que podría tener un profundo impacto en la relación con sus aliados europeos, ya sea de la Unión Europea o de la OTAN. Y claro, en la Rusia de Vladimir Putin.
“La era de oro de Estados Unidos comienza ahora. Desde este día, nuestro país florecerá y será respetado nuevamente en todo el mundo. Seremos la envidia de todas las naciones, y no permitiremos que sigan aprovechándose de nosotros nunca más. Cada día de la administración Trump pondré a Estados Unidos primero, a ustedes.”
Estas palabras resumen bien no sólo el tono del discurso inaugural del presidente Donald Trump, al asumir su segundo mandato (2025-2029), sino también que su nuevo gobierno estará marcado por decisiones controversiales y de alto impacto, tanto en el plano interno como en el internacional.
En su alocución, Trump delineó una agenda que podría polarizar aún más a Estados Unidos y suscitar tensiones con países vecinos. La declaración de emergencia nacional en la frontera sur no es una sorpresa, dado el tono constante de Trump durante su campaña. Sin embargo, lo que llama la atención es la insistencia en desplegar tropas adicionales en la región, reforzando la narrativa de “invasión” que ha sido recurrente en su discurso. Esto plantea preguntas sobre cómo manejará la ya tensa relación con México y las anunciadas deportaciones masivas.
Por otro lado, su anuncio de catalogar a los carteles del narcotráfico como organizaciones terroristas abre la puerta a implicaciones inquietantes. Aunque Trump argumentó que esta medida es necesaria para “proteger a las familias estadounidenses”, también dejó entrever la posibilidad de acciones unilaterales, como ataques con drones en territorio mexicano o colombiano. Esto no sólo sería una clara violación de la soberanía de estos países, sino también un acto que podría escalar las tensiones diplomáticas en la región.
Otra propuesta que descolocó a muchos fue su intención de recuperar el control del canal de Panamá. Aunque Trump no especificó cómo lograría esta meta, es evidente que tal acción enfrentó grandes críticas desde el punto de vista legal y político. El tratado Torrijos-Carter de 1977, que devolvió el canal a Panamá en 1999, es un hito de la diplomacia internacional. Intentar revertir esta decisión podría ser visto como un acto de “imperialismo” y erosionaría la imagen de EE.UU. como defensor del derecho internacional.
En el frente interno, su declaración de “emergencia nacional de energía” también plantea importantes preocupaciones. La promesa de aumentar la explotación de petróleo y gas, junto con su intención de poner fin al “trato verde”, representa un retroceso significativo en los compromisos medioambientales asumidos por Washington.
Este enfoque amenaza con exacerbar la crisis climática y coloca a Estados Unidos en desacuerdo con los esfuerzos globales para reducir las emisiones de carbono. Además, las comunidades locales que viven cerca de sitios de extracción podrían enfrentar un impacto desproporcionado.
En ese contexto, aún quedan preguntas sin respuesta, como el rol que jugará el nuevo gobierno de Trump en la guerra de Ucrania, que podría tener un profundo impacto en la relación con sus aliados europeos, ya sea de la Unión Europea o de la OTAN. Y, claro, también, con la Rusia de Vladimir Putin.
Asimismo, el futuro de las relaciones de Washington con países como Irán y Corea del Norte sigue sin estar claro. Sobre todo, porque ambos poseen tecnología nuclear y de misiles balísticos.
Un punto aparte fue la presencia de “los barones de la tecnología”: Jeff Bezos, fundador de Amazon y Blue Origin; Mark Zuckerberg, creador de Meta; Tim Cook, el CEO de Apple; y claro, Elon Musk, el hombre tras Tesla y SpaceX. No es casualidad que, en la ceremonia, ellos estuvieran ubicados justo detrás de la familia Trump. Una clara señal de que el “complejo tecnológico-industrial” al que aludió Joe Biden en su discurso de despedida estará más cerca que antes de la Casa Blanca.
De esta forma arranca “la edad dorada” para Estados Unidos que promete Donald Trump.
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