Gaza: el frágil equilibrio
Lo cierto es que Hamás sufrió un fuerte desgaste, perdió dirigentes, oficiales y mucha tropa experimentada, probablemente buena parte de su infraestructura, incluida la subterránea, pero era muy difícil que desapareciera del todo.
El alto el fuego iniciado el domingo 19 recién pasado está plagado de esperanzas, pero también de incertidumbres. ¿Culminara con éxito la primera fase de seis semanas?, ¿permitirá avanzar a las fases siguientes? ¿Quién administrará la Franja en estos días? ¿La guerra tendrá una pausa?
Gaza, un territorio un poco más grande que Calle Larga
La comuna de Calle Larga, cerca de Santiago, tiene 321 km2, y en ella viven poco más de 10 mil habitantes. En la llamada Franja de Gaza viven más de dos millones de gazatíes en 360 km2. Gaza es un enclave palestino de 41 km de largo y de un ancho que oscila entre 6 y 12 km, rodeada por territorio israelí por el norte y el este y colindante con Egipto por el sur. Es quizás la zona más densamente poblada del planeta y también donde la escasez es generalizada, porque su base productiva no permite la supervivencia de su población, lo que hasta ahora se ha logrado gracias a la cooperación internacional. Después de un año de guerra, la situación es dramática.
Cuando surgió la Autoridad Nacional Palestina, entidad reconocida por la ONU y una gran mayoría de naciones, su territorio quedó dividido entre la Cisjordania, donde se instaló su gobierno, y la llamada Franja de Gaza, ambos territorios controlados por la Organización de Liberación Palestina (OLP), fuerza política de carácter laico, izquierdista que, conducida por Yasser Arafat, pactó con el Estado de Israel en los llamados Acuerdos de Oslo en 1993.
Dentro del mundo palestino surgió Hamás, fuerza político militar de inspiración religiosa, que rápidamente convergió con Irán. Por cierto, con la misma velocidad colisionó con la OLP, conflicto que se resolvió a balazos y desde entonces Palestina quedó dividida entre una Cisjordania dirigida por la OLP y el presidente Mahomud Abbas, y Gaza convertida en un ghetto al lado del Mediterráneo, bajo control de Hamás. La mayoría de los países que tienen representación diplomática tienen sus sedes en Ramallah, ubicada en la Cisjordania.
La guerra
En los últimos años, el conflicto fue in crescendo, con la vista gorda de sus autoridades. Fue así que grupos de colonos israelitas ultranacionalistas comenzaron a instalarse en territorios que los Acuerdos de Oslo le reconocían a la Cisjordania. A su vez, Hamás fue reforzando sus capacidades estratégicas, con apoyo iraní. En la frontera sur fue desarrollándose una intrincada red de túneles que permitía romper el férreo control que los israelitas tenían en la frontera. Obviamente, todo indica que por allí se incrementó el tráfico de armas. A su vez, Israel estableció una zona de seguridad en la frontera norte de Gaza. Los roces fueron creciendo a lo largo de los años y el punto álgido fue el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023, oportunidad en que fueron asesinados alrededor de 1.200 ciudadanos israelitas y cerca de 250 fueron tomados como rehenes, la mayoría, civiles indefensos.
La radicalización de Hamás se explica por el crecimiento de las fuerzas nacionalistas y ortodoxas dentro de Israel. El actual gobierno del primer ministro Netanyahu es expresión de ello. La variante “Dios” ingresó en ambos bandos y se sumaba a los conflictos históricos y además a los geopolíticos (Irán-Israel). Agreguemos que todo ello se da en una región donde abundan los conflictos y el petróleo.
El ataque de Hamás de octubre 2023 fue brutalmente respondido por las fuerzas israelitas. La franja está virtualmente destruida y la cifra de bajas -en su inmensa mayoría civiles- se calculan a lo menos en cerca de 50 mil. En su avance, las tropas israelitas coparon la frontera sur por donde entra la mayor parte de la ayuda humanitaria y abrieron la vía del Netzarim, que virtualmente divide la Franja en dos. Si sumamos el control del llamado corredor Filadelfia en la frontera sur (desde el Mediterráneo hasta el puesto fronterizo Kerem Shalom) tenemos una Franja aislada, demolida, donde la sobrevivencia es un desafío para centenares de miles de gazatíes, muchos de ellos en condición de refugiados en su propio territorio.
El Acuerdo de Alto el fuego y sus desafíos
El domingo entró en vigor un laborioso acuerdo de Alto el fuego, que supone una primera fase de seis semanas. Durante esta se liberarán 33 rehenes en manos de Hamás y cientos de prisioneros palestinos en cárceles israelíes. Los primeros pasos se han empezado a cumplir con más de alguna dificultad. También se ha abierto la frontera sur para el ingreso de cientos de camiones con ayuda humanitaria.
Las siguientes fases debieran completar la entrega de los rehenes que permanezcan vivos, o sus restos. Saldría en libertad otro número de palestinos e Israel procedería a retirar sus tropas de Gaza, pero queda la duda de si eso incluirá al Netzarin y al corredor Filadelfia. También se crearía una zona de amortiguamiento a lo largo de la frontera, de 800 metros promedio. Finalmente, se asumiría el tema de quién gobernará la Franja y cómo se financiará su reconstrucción.
Como varios han señalado, este acuerdo no ha despejado del todo algunos temas centrales, sobre todo quién supervisará todo el proceso. De momento, todo se conversa, ya sea en Qatar o en El Cairo, pero en la Franja hoy sólo permanecen esforzados funcionarios de agencias humanitarias de ONU, en especial de la agencia para refugiados de Palestina y el Medio Oriente.
El gobierno de la franja está previsto para la tercera fase, pero desde los primeros momentos surgió lo que se denomina “La Autoridad de Facto”, elegante denominación para la reaparición de las fuerzas de Hamás, algunos con uniformes flamantes que restablecen progresivamente el orden en la devastada región.
Muchos interpretan su presencia a plena luz como una demostración del fracaso israelí de la destrucción de Hamás, lo que se señaló como objetivo al inicio de la operación. Lo cierto es que Hamás sufrió un fuerte desgaste, perdió dirigentes, oficiales y mucha tropa experimentada, probablemente buena parte de su infraestructura, incluida la subterránea, pero era muy difícil que desapareciera del todo. Algunos piensan que funcionarios de Ramallah podrían asumir ese gobierno provisorio, pero es muy improbable que puedan imponerse a Hamás.
Es claro que Hamás tiene retaguardia, ya sea en Yemen, en Irán o en otras regiones del mundo islámico. Asimismo, en la sociedad gazatí es más que probable que entre los deudos, especialmente en la juventud, el sentimiento antiisraelí se haya acentuado, y ese es un campo fértil para el reclutamiento de nueva militancia. Por otro lado, una reinstalación de Hamás en el gobierno no sería aceptable por Israel.
El alto el fuego puede darse, no sería el primero. Lo que se ve difícil es que sobrevenga la paz, al menos una duradera. Una guerra no se gana sólo con la ocupación de territorio o la destrucción del ejército enemigo, se gana cuando se doblega la voluntad de combate de una de las partes. Eso está lejos de ocurrir en este conflicto.
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