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Educación ambiental: puente de esperanza ante un futuro incierto Opinión

Educación ambiental: puente de esperanza ante un futuro incierto

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Bernardo Reyes Ortíz,
Por : Bernardo Reyes Ortíz, ecólogo e investigador asociado a vertientes del Sur y Co-director del Proyecto Cerrando las Brechas de Acceso al Agua: Rutas de Adaptación en Regiones Vulnerables.
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En la educación ambiental es clave el dicho “conocer para proteger” generando una disposición al cuidado y valorando la acción colectiva.


En tiempos de crisis climática y creciente contaminación, más que nunca la humanidad necesita crear una conciencia ambiental que nos motive a proteger a nuestro planeta. Es imperativo comprender la naturaleza como un ser vivo con derechos y a los seres humanos como parte y no fuera de ella.

La educación ambiental es la puerta que abre a un sendero bello, creativo y amplio para crear esta conciencia biosférica. Nos invita a observar, comprender y sentir nuestro lugar en la naturaleza y, reconectados, recuperar un espacio que hemos perdido, olvidado o ignorado, pero del cual definitivamente formamos parte. No importa edad, credo religioso, ni experiencia previa. Reconectarnos con la naturaleza nos libera y a la vez nos induce a experimentar el sentido de pertenencia que nos brinda paz, sentido y esperanza.

Ante un futuro incierto y angustiante cuando nuestro entorno y casa mayor, el planeta, está sufriendo cambios radicales asociados al cambio climático y la sistemática destrucción de las selvas, bosques y contaminación de suelos, agua y atmósfera, asociados a los sistemas de producción, consumo y modos de vida, los espacios de reflexión y cambio son cada vez más urgentes. Una transición sustentable se basa en reconocer nuestro lugar en la red de vida de este frágil y pequeño planeta.

No es sorprendente que la dimensión y magnitud de los cambios se sientan e instalen en la cotidianidad con incertidumbre y generando angustia; entonces, emerge crecientemente la ecoansiedad o solastalgia. Este es el nombre que se le da a un estado de angustia provocado por cambios ambientales asociados al cambio climático, eventos climáticos extremos, contaminación o destrucción ambiental que impactan a la naturaleza y nuestro entorno conocido.

Este proceso ya está instalado en nuestra sociedad y en particular afecta a jóvenes que temen crecer y enfrentarse a un futuro muy incierto. Y aunque la niñez y adolescencia parecieran estar insertos en una matrix tecnológica que los envuelve y que ocupa la mayor parte de su tiempo, la ecoansiedad se instala en nuestra sociedad generando estados de ansiedad nada saludables para los procesos educativos y el desarrollo de las capacidades humanas para construir colectiva y colaborativamente un futuro menos incierto y en armonía con la naturaleza.

El proceso de investigación-acción en torno a la educación ambiental y la percepción de riesgo y vulnerabilidad en alumnas/os de segundo ciclo en escuelas públicas y rurales en zonas de riesgo del Valle del Aconcagua, en las comunas de San Felipe y Llay-Llay (investigación del proyecto “Cerrando las brechas de acceso al agua”, del cual forma parte el equipo de Vertientes del Sur, asociado a un equipo de investigadoras/es de CR2 y CAC de la Universidad de Chile y Universidad Católica de Valparaíso), alerta que el fenómeno de ecoansiedad ya está instalado en las escuelas. Ahora es necesario atender y poner mayor atención a sus posibles impactos en los procesos de aprendizaje, expectativas y comportamiento de las generaciones más jóvenes. El temor a un futuro incierto afecta el aprendizaje y genera temores que es necesario atender con premura y efectividad.

Los resultados también dan pautas claras de cómo responder. Las niñas, niños y jóvenes con mayor conocimiento de la naturaleza son más propensos a realizar y pensar acciones para revertir el daño a la naturaleza, es decir, a proteger el futuro común del que ya se sienten parte. En la educación ambiental es clave el dicho “conocer para proteger”, cuyo enfoque genera una disposición al cuidado y valora la acción colectiva. Así, el desafío de mitigación y adaptación al cambio climático requiere reposicionar la educación ambiental como un instrumento transversal no solo en la escuela, sino en toda la sociedad y sus instituciones.

Si escuelas, municipios, organizaciones de la sociedad civil y distintos niveles de la gobernanza asumen el desafío de comprender la complejidad y oportunidad que nos brindan los ecosistemas para un futuro saludable, la educación ambiental es una herramienta unificadora y transformadora de la acción para adaptarnos y hacer la transición hacia sociedades sustentables.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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