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Auschwitz: no hace mucho, no muy lejos Opinión

Auschwitz: no hace mucho, no muy lejos

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Dafne Englander
Por : Dafne Englander Directora Ejecutiva de la Comunidad Judía de Chile.
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Las lecciones de Auschwitz son claras: el antisemitismo no surge de la nada; se alimenta de pequeños actos de discriminación, palabras de odio y la pasividad de quienes observan sin intervenir.


Hace 80 años, las puertas del infierno en la Tierra, conocidas como Auschwitz, fueron finalmente abiertas. Para muchos, Auschwitz representa la barbarie humana, un recordatorio indeleble de hasta dónde puede llegar la deshumanización del otro cuando el odio y la indiferencia se aceptan y normalizan.

Hace 80 años, miles de personas fueron liberadas de Auschwitz. Quienes llegaron a rescatarlos, no podían creen lo que tenían en frente. Fue tal el impacto y la incapacidad de narrarlo que entendieron que debían documentarlo para poder transmitir las atrocidades que encontraron.

Cuando fue la liberación del campo de concentración, mi abuela, sobreviviente de Auschwitz, ya no estaba allí. Ella fue parte del grupo de prisioneros que fueron obligados a emprender las marchas de la muerte. Fueron trasladados desde los campos que estaban cerca del frente para realizar trabajos forzados en los campos del interior de Alemania. Obligados a caminar largas distancias con frío extremo, sin comida ni descanso. Muchos fueron fusilados en el camino o simplemente murieron extenuados. Mi abuela tuvo que resistir tres meses más en condiciones inhumanas hasta ser liberada el 2 de mayo de 1945.

A pesar de los esfuerzos por mantener viva la memoria y de contar la historia de muchos de nuestros antepasados, enfrentamos un preocupante escenario: la negación y la banalización del Holocausto por parte de algunos grupos.

Comparaciones odiosas e irresponsables no son aceptables. Negar y manipular la historia y los hechos es sumamente peligroso, y hacerlo con fines ideológicos, tremendamente violento. La banalización es un acto de ignorancia y mala fe. Minimizar el Holocausto o distorsionarlo erosiona la importancia de recordar y aprender de esta tragedia.

Las lecciones de Auschwitz son claras: el antisemitismo no surge de la nada; se alimenta de pequeños actos de discriminación, palabras de odio y la pasividad de quienes observan sin intervenir. En Chile, vemos cómo el antisemitismo moderno se ha manifestado a través de discursos que deslegitiman la historia judía y el derecho del pueblo judío a la autodeterminación en su tierra ancestral Israel, así como en ataques verbales y físicos contra instituciones y personas simplemente por ser judías.

El recordatorio del campo de concentración de Auschwitz, lo que ocurrió allí, nos recuerda que el odio que comienza con palabras puede terminar con actos. Por ello, debemos preguntarnos: ¿estamos reconociendo las señales de advertencia en nuestra sociedad? ¿Estamos actuando para combatirlas? Reflexionar sobre el Holocausto no es solo memoria histórica; es una herramienta para entender y enfrentar las manifestaciones contemporáneas de odio.

“Nunca más” es una frase poderosa, pero su significado pierde sentido si no somos capaces de enfrentar los desafíos que cada época nos impone. Decir “nunca más” significa educar, legislar y actuar. Significa no tolerar discursos que trivialicen el Holocausto ni actos que promuevan el odio. Significa también reconocer que la lucha contra la intolerancia no es solo una responsabilidad de la comunidad judía, sino de toda la sociedad chilena.

En un mundo donde las redes sociales amplifican narrativas parciales y distorsionan los hechos, la desinformación está a un clic de distancia, por lo que debemos redoblar esfuerzos para incluir la historia del Holocausto en los programas educativos. Debemos contar las historias de los sobrevivientes, como la de mi abuela, para que las nuevas generaciones conozcan lo ocurrido y entiendan el costo humano del odio y la indiferencia.

A ochenta años de la liberación de Auschwitz, las lecciones de este oscuro capítulo de la humanidad son más relevantes que nunca. La banalización del Holocausto y el resurgimiento del antisemitismo son amenazas reales que debemos enfrentar con valentía y determinación. Porque 80 años no fue hace mucho, no fue muy lejos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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