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Elecciones en Ecuador, ¿más de lo mismo? Opinión BBC

Elecciones en Ecuador, ¿más de lo mismo?

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Juan Pablo Glasinovic Vernon
Por : Juan Pablo Glasinovic Vernon Abogado de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), magíster en Ciencia Política mención Relaciones Internacionales, PUC; Master of Arts in Area Studies (South East Asia), University of London.
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El clima social está crispado y desilusionado con la política. Y bien sabemos que en América Latina cuando campean el enojo, el hartazgo y la desilusión, surgen movimientos o soluciones que pueden barrer con todo, incluyendo la institucionalidad democrática.


Las elecciones generales tendrán lugar el 9 de febrero. Casi 14 millones de ecuatorianos están llamados a las urnas para elegir al binomio presidencial (período 2025-2029), así como a los 137 miembros de su Asamblea Nacional unicameral.

Debemos recordar que la Constitución ecuatoriana impide la reelección presidencial de quien ha cumplido un período completo. Sin embargo, estos comicios tienen la particularidad de contar con el actual presidente, Daniel Noboa, quien busca una nueva investidura, precisamente porque no completó un período ordinario. En efecto, producto de la crisis política que afectó al país en 2023, el entonces mandatario Guillermo Lasso renunció y disolvió el Congreso, aplicando una disposición constitucional. Esto llevó a elecciones generales extraordinarias en las que triunfó sorpresivamente Noboa. Asumió, entonces, el 23 de noviembre de 2023 y su mandato se extenderá hasta el 24 de mayo de este año.

Para ser electo presidente en primera vuelta se requiere de más de la mitad de los votos emitidos o al menos el 40 % de los votos y una diferencia mayor de 10 puntos porcentuales sobre la votación lograda por el segundo lugar. En caso de que nadie logre superar estos umbrales, se celebrará una segunda vuelta el 13 de abril.

La campaña comenzó el 5 de enero y se extenderá hasta el 6 de febrero. En esta ocasión compiten 16 candidatos, aunque las encuestas a la fecha solo le dan posibilidades al incumbente y a Luisa González, representante del correismo, quien perdió contra Noboa en 2023. Considerando la cantidad de candidatos y las proyecciones, todo indica que deberá irse a un balotaje.

En las pasadas elecciones hubo un candidato que aglutinó un capital electoral importante por su dura postura ante la delincuencia, Jan Topic, pero fue inhabilitado para participar en este proceso. El Tribunal Contencioso Electoral (TCE), máximo organismo de justicia electoral de Ecuador, anuló su candidatura a la Presidencia de la República argumentando que mantiene vínculos con empresas contratistas del Estado, situación que está prohibida para quienes postulen a un cargo de elección popular. Esta resolución sacó de la carrera a la candidatura más competitiva después de Noboa y González. Esto generó muchos reclamos internos y externos, pero no logró revertir la medida.

El 19 de enero tuvo lugar el único debate electoral obligatorio en el que participaron todos los candidatos, aunque por grupos, dado el número. Daniel Noboa y Luisa González no se cruzaron en sus turnos.

La participación electoral en Ecuador ha sido tradicionalmente muy alta, más allá de su obligatoriedad. En las últimas tres elecciones ha superado el 80 %, y los electores en el extranjero que llegan al medio millón son muy relevantes.

El actual escenario repite el patrón de los últimos comicios, anclando la pugna entre el correísmo y el anticorreísmo. El eje político, a pesar de la fragmentación y la aparición de nuevos actores, no ha logrado apartarse de esta profunda división y polarización en la sociedad ecuatoriana.

El partido de Rafael Correa y sus herederos políticos, Andrés Arauz antes y ahora Luisa González, representan un porcentaje importante de las preferencias y son la agrupación principal en el Congreso. Sin embargo, en los últimos comicios fueron derrotados en el balotaje al sumar la opción contraria a todos los que querían evitar a toda costa la reinstalación del régimen inspirado en Correa.

En las dos elecciones pasadas triunfó alguien prácticamente sin carrera política, por la lógica mencionada. Las elecciones de 2025, sin embargo, son diferentes en dos aspectos: no existen terceras opciones viables en primera vuelta, por lo que se anticipa en la primera vuelta la pugna correísmo-anticorreísmo, y el candidato opositor al correísmo no llega como outsider a la elección. En este caso, Daniel Noboa busca ser reelecto.

¿Podrá Noboa serlo? Las encuestas lo posicionan unos tres puntos bajo Luisa González. Su gestión cuenta con un fuerte rechazo, centrado en tres áreas, que además interactúan y son interdependientes.

Seguridad: a pesar de la militarización, la situación sigue siendo muy compleja, con una tasa de homicidios que encabeza el ranking de Latinoamérica con 47 por cada 100.000 habitantes. Sectores completos del país están expuesto a la acción y el control de bandas. Eso a su vez ha estimulado una migración importante por razones de seguridad.

A ello se suman el hecho de que, en materia económica, Ecuador atraviesa una crisis económica que está golpeando fuertemente el mercado laboral.

En cuanto a energía, debido a una sequía, la generación depende mayoritariamente de las centrales hidroeléctricas, y como durante la última década no hubo nuevas inversiones importantes ni una adecuada mantención, el sistema colapsó durante el 2024.

Se han producido cortes recurrentes y sistemáticos de electricidad de hasta 14 horas diarias, incluyendo a las principales ciudades y los centros industriales. Aunque los problemas de fondo no se han solventado, desde el 20 de diciembre se han suspendido los cortes programados. Sin embargo y aunque mejoren las condiciones climáticas, durante el 2025 debiera persistir el problema con sus daños colaterales.

Junto con esos graves problemas, independientemente de que vengan o no de antes, Noboa está en una pugna desatada con su vicepresidenta Verónica Abad. Desde que asumió ha tratado de alejarla del poder, mandándola incluso como embajadora a Israel. Ahora la disputa ha estallado porque ella exigió volver y porque además Noboa ha cedido el poder interino a otra persona, designándola como vicepresidenta, argumentando que esa nominación depende del presidente. Abad ha cuestionado política y legalmente esa interpretación, lo que por supuesto ha contaminado la campaña y la posición de Noboa.

En este escenario, el clima social está crispado y desilusionado con la política. Y bien sabemos que en América Latina cuando campean el enojo, el hartazgo y la desilusión, surgen movimientos o soluciones que pueden barrer con todo, incluyendo la institucionalidad democrática.

La cuestión en Ecuador es si el enojo con Noboa será suficiente para inclinar la balanza hacia el correísmo. La condición de mujer (hasta ahora no ha habido una presidenta electa en ese país) no fue determinante en la elección pasada para que votaran por Luisa González. Tal vez en el escenario actual en el cual ya van varias alternativas fallidas al correísmo, se constituya en un factor más importante.

Aún así, lo más probable es que se deba ir a segunda vuelta. Y, finalmente quien quiera sea el vencedor, deberá unir al país en una lucha frontal contra el crimen organizado, con el apoyo de otros Estados, tanto de la región como de más allá. Se trata de un problema existencial anterior a todos los demás.

Los ojos de muchos están puestos en este país, con una sensación de lo que resulte ahí tendrá alguna repercusión en el resto de Sudamérica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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