Un momento para optar
Como país pequeño, debemos exportar al extranjero y dependemos del multilateralismo para ejercer un poco de influencia en el escenario mundial. Se necesita urgentemente un debate sobre cómo nos adaptaremos. Y por quiénes vamos a optar.
En octubre de 1964, Ronald Reagan dio un discurso que lanzaría su carrera política. En él, decía que los estadounidenses ya no se enfrentaban a una elección entre izquierda y derecha, sino entre arriba (democracia) y abajo (totalitarismo). En la medida en que los conceptos de izquierda y derecha parecen aún más insignificantes que en 1964, el discurso de Reagan es incluso más certero hoy que hace seis décadas.
La reinstalación de Donald Trump en la Oficina Oval consolida un gran cambio en el sistema internacional. Trump rechaza muchos de los principios que han guiado las relaciones políticas y económicas entre las naciones durante los últimos 50 años: el libre comercio, la democracia, la promoción de los derechos humanos, un orden global multilateral. Desde el retorno de la democracia, estos han sido -no casualmente- también los cimientos de la política exterior de Chile.
Ahora Chile, al igual que el resto del mundo, tendrá que encontrar una nueva forma de relacionarse con el nuevo orden. Tendrá que evaluar cómo vender sus productos a países que son cada vez más proteccionistas y cómo ejercer el poco poder que tiene, en un sistema que comienza a valorar el poder bruto por encima de la cooperación multilateral.
Chile también tendrá que optar, como exhortó el expresidente Reagan, entre arriba y abajo. Puede que el nuevo orden mundial no sea entre izquierda y derecha, o entre democracia y totalitarismo, pero definitivamente hay una división emergente entre las democracias liberales y el autoritarismo nacionalista. Lo que Chile decida hacer debe equilibrar los valores históricos y los principios constitucionales, los intereses económicos y la protección de la soberanía en el largo plazo.
Algunos proponen no tener que optar y volver al no alineamiento del pasado, pero al igual que en la década de 1960, optar por no optar es en sí una forma de optar. El que calla, otorga y, al igual que hace medio siglo, el principal objetivo ideológico del movimiento es oponerse a Estados Unidos, incluso si eso significa alinearse con países que no comparten visiones ideológicas o programáticas coherentes, intereses económicos o siquiera una cultura política en común. Algo similar puede decirse de la comunidad BRICS. Todos saben a qué se oponen, pero no pueden ponerse de acuerdo sobre lo que realmente proponen.
En todo caso, elegir nuevos alineamientos (o ninguno) no responde a la pregunta de cómo Chile debe adaptarse a un mundo en el que el sistema internacional se desmorona. Los crímenes internacionales van en aumento, desde Ucrania hasta Myanmar y Sudán (donde se estima que unos 11 millones de personas han sido desplazadas). Israel es criticado por defenderse después de una brutal invasión de características medievales, mientras que Corea del Norte es devuelta a la comunidad de naciones como proveedor de carne de cañón para los esfuerzos de Rusia en Ucrania.
La Corte Penal Internacional busca formas de redefinir el genocidio para que se ajuste a las preferencias políticas y sesgos de sus Estados miembros. Es probable que la Organización Mundial de la Salud termine siendo dominada por China ahora que Estados Unidos se ha retirado, y la Organización Mundial del Comercio, fundada para organizar un sistema comercial liberal, ha fracasado en su tarea principal: detener la marcha del proteccionismo. Las escuelas de las Naciones Unidas en Gaza sirven de refugio para los terroristas y sus rehenes. Y se podría sostener que las normas internacionales sobre los refugiados contribuyeron enormemente a la reacción nativista que estamos presenciando en Europa. En otras palabras, las instituciones del orden global colapsan, en gran medida por sus contradicciones internas.
Debido a que vendemos tantas cerezas en China se nos puede perdonar por pensar que este u otros países BRICS son las mayores fuentes de inversión extranjera en Chile, pero no lo son. Canadá, Estados Unidos, España y otras democracias occidentales son nuestras principales fuentes de capital extranjero.
Hay una comunidad de naciones existentes esperando que elijamos. De hecho, la nueva dinámica de las grandes potencias exigirá que optemos. La administración Trump busca castigar a aquellos Estados que permitan que China domine sus ecosistemas de infraestructura e inversión. China, por su parte, ofrece grandes y jugosas zanahorias, como puertos, carreteras y puentes. ¿Anulan estos premios los valores fundamentales que nos han guiado durante dos siglos?
Los principios liberales y los intereses económicos que sustentan la actual política exterior de Chile no han cambiado ni cambiarán. Como país pequeño, debemos exportar al extranjero y dependemos del multilateralismo para ejercer un poco de influencia en el escenario mundial. Se necesita urgentemente un debate sobre cómo nos adaptaremos. Y por quiénes vamos a optar.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Inscríbete en nuestro Newsletter El Mostrador Opinión, No te pierdas las columnas de opinión más destacadas de la semana en tu correo. Todos los domingos a las 10am.