2024: un año histórico para las exportaciones chilenas
Las relaciones económicas internacionales no son solo una herramienta del comercio exterior, sino también una política pública integral, esencial para nuestra política exterior y el desarrollo sostenible e inclusivo de nuestro país.
El 2024 fue un año histórico para las exportaciones nacionales, que superaron los US$ 100.000 millones, representando un tercio del PIB. Aunque el 56,3 % de este valor provino de bienes tradicionales (como concentrado de cobre, cátodos de cobre, carbonato de litio y celulosa), el resto correspondió a bienes no tradicionales, como frutas frescas, alimentos procesados, manufacturas y servicios, entre otros. Respecto de estos últimos, la exportación de servicios creció un 18 % en el último año, y el número de empresas exportadoras, de las cuales el 53 % son Mipymes, alcanzó también cifras récord.
¿Qué significa todo lo anterior para nuestro país en el actual contexto internacional?
Primero, es importante destacar que el sector exportador está profundamente enraizado en nuestra economía. En el caso del sector minero, el más relevante dentro de la canasta exportadora y concentrado en términos de tamaño empresarial, se destaca la generación de una red de empresas proveedoras cuyo empleo es 10 veces mayor que el del propio sector.
Algo similar ocurre con los sectores industrial y agropecuario. De tal modo, parte relevante de la economía chilena, directa e indirectamente, está internacionalizada de manera significativa. Además, el 90 % del valor de las exportaciones proviene de regiones distintas a la Metropolitana, lo que refuerza la conexión de las regiones del país con los mercados internacionales.
Estas cifras no solo son cruciales para nuestra economía, sino que también posicionan a Chile como un actor relevante en los mercados globales. Se destaca el liderazgo de nuestro país en minerales críticos, esenciales para la transición energética global, y en más de 800 bienes donde nuestro país es el principal exportador a nivel mundial.
Por otra parte, uno de los mayores desafíos de la economía chilena es aumentar su productividad y crecimiento, al tiempo que se fomenta la inclusividad y la sostenibilidad. En este contexto, la política comercial puede y debe contribuir a estos objetivos. Es por esta razón que en este período hemos priorizado una política comercial internacional alineada con el desarrollo productivo y sostenible de nuestro país.
Esto incluye la diversificación de los destinos de exportación, lo que maximiza oportunidades y minimiza riesgos; la diversificación de la oferta exportadora, que contribuye a complejizar nuestra economía, y la diversificación de los proveedores, asegurando que estas oportunidades beneficien a todas las personas.
Para avanzar en este sentido, hemos modernizado acuerdos económicos comerciales existentes y firmado nuevos tratados que incorporan perspectivas innovadoras, como el empoderamiento económico de las mujeres, un área donde Chile es reconocido como líder internacional. Además, se ha diseñado una estrategia para modernizar los acuerdos de protección de inversiones, fortaleciendo la certeza jurídica y la capacidad regulatoria del Estado, en línea con los estándares internacionales actuales en esta materia.
Finalmente, hemos promovido y robustecido la promoción del sector servicios que, como señalamos, creció a una tasa de 18 % en el último año, lo que refleja avances en complejidad y diversidad de nuestra oferta exportadora en áreas como el diseño de software, ingeniería, filmación animada y prospección geológica, entre muchas otras más.
No obstante, las tensiones comerciales internacionales han sido una constante en los últimos años. A pesar de que los datos muestran que las brechas entre países se han reducido, algunas naciones, especialmente las más desarrolladas, han planteado desafíos a la integración económica internacional. Los efectos para Chile de estas tensiones entre grandes potencias son inciertos, debido tanto a la diversidad de nuestros vínculos económicos como a la naturaleza de nuestro intercambio comercial. Lo que sí es claro es que este panorama requiere una diplomacia económica de alto nivel que promueva la construcción de puentes, el respeto de los compromisos internacionales, el fortalecimiento del multilateralismo, el derecho internacional, la colaboración y el diálogo.
Más allá de las exitosas cifras de Chile durante el 2024, las relaciones económicas internacionales no son solo una herramienta del comercio exterior, sino también una política pública integral, esencial para nuestra política exterior y el desarrollo sostenible e inclusivo de nuestro país. Es bajo ese norte que este 2025 continuaremos trabajando desde el Ministerio de Relaciones Exteriores para el beneficio de Chile y sus habitantes.
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