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Rompehielos Almirante Viel: “made in Chile” Opinión

Rompehielos Almirante Viel: “made in Chile”

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Marcelo González
Por : Marcelo González Departamento Científico Instituto Antártico Chileno
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El nuevo rompehielos incorpora tecnologías de ahorro de combustible, reducción de ruido y anticontaminación que deben ser reconocidas por la comunidad en general. Un ejemplo de esto es el protocolo de la separación de la basura producida por los mismos tripulantes.


El verano marca para las y los antárticos el comienzo de la temporada, dado que las condiciones climáticas son más benignas en las altas latitudes y permiten el despliegue en terreno. En los primeros días de este 2025 se produjo un hito importante: la visita del Presidente Gabriel Boric al Polo Sur. Este no solo fue un hito por llegar con medios propios a la base Amundsen-Scott, sino también porque iba acompañado de científicos que tomaron muestras de nieve para evaluar la presencia de carbono negro, contaminantes atmosféricos y microplásticos. ¡Sí, usted escucha bien! Microplásticos que pueden viajar por la atmósfera y depositarse en la nieve blanca, bueno no tan blanca, al fin y al cabo.

Si bien nuestro país tiene una estación en el glaciar Unión, cercana al polo, es poco frecuente para nuestros científicos y científicas visitar estos alejados puntos. Por eso la visita presidencial marca otro hito en nuestra vocación de país antártico.

Otro lugar singular por su lejanía y difícil acceso es el mar de Weddell. En una columna anterior, me referí a la importancia del mar de Weddell para nuestro país, y la poca presencia que tenemos en ese sector con actividades científicas en comparación con otros países como Argentina, Inglaterra, Brasil o Alemania.

La presencia de investigadores chilenos en ese sector se debe principalmente a que fueron invitados a sumarse a proyectos, como parte del espíritu antártico o, mejor dicho, a la colaboración internacional que se promueve como parte de los principios fundamentales del Tratado Antártico.

Claro, en ese momento no me imaginaba que sería parte del grupo que participaría en la primera comisión en el océano austral este 2025 en el nuevo rompehielos chileno.

En el plano personal, puedo decir que para alguien que participó hace más de 10 años en las primeras discusiones técnicas de los espacios de laboratorios del proyecto Antártica I, emociona ver los laboratorios hechos realidad, de una manufactura de alto nivel que albergarán a los equipos de científicas y científicos chilenos y extranjeros que seguirán desentrañando los secretos de este ambiente extremo.

Volviendo al pasado, me correspondió el año 2013 cruzar el círculo polar en el antiguo Óscar Viel. Fuimos a bahía Margarita, nos tocó un temporal bajando por isla Adelaida donde el buque se movió de todas las formas posibles. Visitamos la base británica Rothera y la abandonada base Carvajal, donde ahora esperamos construir una nueva base.

También recuerdo con cariño, unos años después, en uno de esos fines de semana lluviosos, una visita a Puerto Natales, donde estaba el Viel en el puerto y se podía visitar. Increíble cómo un buque rojo congrega a las familias chilenas para vivir una grata y linda experiencia.

Si en el antiguo Viel los “laboratorios” eran las mesas del comedor o un espacio habilitado con la mejor voluntad para trabajar en la selección de muestras de algas o peces, la experiencia que tendrán nuestros científicos será del mejor nivel, con laboratorios adecuados, específicos para ciertas disciplinas. Por ejemplo, con el ecosonda identificaremos las concentraciones de krill en el mar, luego podremos pescarlos con redes y mantenerlos vivos en la cámara fría para estudiarlos. También podremos reconstruir el fondo marino, elaborando imágenes de los vestigios pasados o actuales de la actividad volcánica en el estrecho de Bransfield, entre las islas Shetland del Sur y la península Antártica.

Esta plataforma será clave para aumentar el impacto de nuestras investigaciones, ampliar la colaboración internacional y acceder a laboratorios naturales definidos, como son el mismo mar de Weddell y sus plataformas de hielo, volcanes submarinos y el cruce del pasaje de Drake -donde es clave estudiar la corriente circumpolar antártica y su efecto en el clima y otras corrientes marinas que se mueven por el océano Pacífico y el Atlántico.

Pero, ¿por qué es importante tener un buque con estas capacidades? Porque nuestro país tiene en el contexto del Sistema del Tratado Antártico un compromiso fundamental respecto a la protección integral del medioambiente antártico y de los ecosistemas dependientes y asociados.

Esta debe ser la base de todas las actividades antárticas, incluida la actividad primaria de investigación científica y la cooperación con ese fin. La flota mundial de buques con certificación de Clase Polar (PC) es limitada y la edad media de esa flota se considera envejecida.

El nuevo rompehielos incorpora tecnologías de ahorro de combustible, reducción de ruido y anticontaminación que deben ser reconocidas por la comunidad en general. Un ejemplo de esto es el protocolo de la separación de la basura producida por los mismos tripulantes.

De esta manera nuestro país aporta con un nuevo y moderno buque “made in Chile” operado por la Armada de Chile, que será el más cercano a la Antártica por la ubicación de su puerto base como es la ciudad de Punta Arenas. También nos permitirá reforzar nuestra presencia activa en este laboratorio natural durante la temporada estival e invernal.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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