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7 de febrero: Día la amistad peruano-chilena Opinión

7 de febrero: Día la amistad peruano-chilena

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Gabriel Gaspar
Por : Gabriel Gaspar Cientista político, exembajador de Chile y exsubsecretario de Defensa, FFAA y Guerra.
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Un 7 de febrero de 1856, las flotas navales de Chile y Perú se unieron para resistir a la marina española en las costas de Chiloé. En esa batalla pelearon juntos Miguel Grau y el joven teniente Arturo Prat. A partir de entonces, en esta fecha se conmemora la amistad entre Perú y Chile.


El 7 de febrero de 1866, en el archipiélago de Chiloé, se desarrolló el combate de Abtao. Se enfrentó una poderosa flota española y las flotas aliadas de Perú y Chile. Pese a la diferencia del potencial bélico a favor de los españoles, estos no lograron su objetivo. Fue un gran duelo de artillería naval.  La flota aliada utilizó bien su posición y mantuvo a raya a la flota hispana, la que tuvo que replegarse rumbo al norte.

El conflicto había surgido por la incursión de la flota española en el Pacífico Sur, pretextando ser una expedición “científica”, pero se apoderó de las ricas islas Chincha del Perú. No fue todo, el comandante de la flota envió un humillante ultimátum a Chile. A fines de 1865, Chile declaró la guerra a España, ante el evidente intento de la entonces potencia colonial de amenazar a sus antiguas colonias. El conflicto abarcó a España, por un lado, y a Chile, Perú, Ecuador y Bolivia por el otro. Dado que Ecuador y Bolivia no disponían de marinas de guerra, el bando sudamericano quedó restringido a las fuerzas de Chile y Perú, fruto de ello fue la constitución de una flota común que se reunió en aguas chilenas y operó en el sur del continente. Hasta allá llegó la flota española en su búsqueda, pero luego de enfrentarse, no logró destruirla pese a su superioridad.

Después de fracasar ante la alianza chileno-peruana en Abtao, la flota española se dirigió a Valparaíso, donde contraviniendo todas las leyes de la guerra, bombardeó con saña a la población civil.  Fue un acto inútil y bárbaro, condenado por la comunidad internacional de entonces, luego de lo cual se retiró rumbo al Callao, que sí estaba bien fortificado y donde sufrió graves pérdidas. Fracasada en su propósito, la flota española se retiró de aguas sudamericanas.

Eran los primeros años de nuestras repúblicas independientes, convencidos todos de nuestra necesaria unidad frente a los intentos avasalladores del colonialismo. El mismo espíritu que animó al Ejército Libertador que cruzó los Andes y luego, dirigido por San Martín, convergió con las tropas de Bolívar y juntos coronaron la independencia de América en la batalla de Ayacucho. El sueño de los libertadores se hizo realidad, la logia Lautaro concretaba su ideal. La unidad de los americanos ante la meta común de la independencia dio sus frutos. Esa gran gesta nos plantea una pregunta: ¿cuál es el desafío común hoy en día?

El presente

Mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces, pero esta fecha no debe caer en el olvido y por eso, ambos países acordamos conmemorar esa batalla naval como el día de nuestra amistad.

Por cierto, no olvidemos que la Historia nos enfrentó con posterioridad, y como sabemos, quedaron heridas y cicatrices, sin embargo hoy, a más de un siglo de ello, estamos en otra situación, construyendo confianza y destinos comunes. En estos días no estamos amenazados por potencias coloniales, pero el mundo vive momentos de incertidumbre ante el cual los latinoamericanos enfrentamos desafíos muy similares.

No es todo: nuestros países y nuestras sociedades hoy en día hemos construido nuevos escenarios. En la actualidad vive en nuestro país una numerosa colonia peruana, que ha dado lugar a muchas familias binacionales. Esa fusión se da en especial en la Región Metropolitana y en el Norte. Por cierto, en el Perú han vivido numerosas familias chilenas a lo largo de nuestra historia, entre ellos destacados personeros, empezando por O’Higgins. Culturalmente, la grandiosidad prehispánica impactó notablemente al poeta Pablo Neruda, quién plasmó su admiración en sus “Alturas de Machu Pichu”. Fenómeno similar ocurrió con Gabriela Mistral. La obra de intelectuales peruanos como Haya de la Torre y Mariátegui, por nombrar algunos de los más destacados, se combina con la literatura, donde emergen Ciro Alegría, Vargas Llosa, Bryce Echenique, y destacadas figuras más contemporáneas como el inolvidable canciller Rafael Roncagliolo, gran amigo de Chile y leal servidor a los intereses de su país.

La sociedad se mezcla y se entrecruza en el macizo andino, los ayllus y las comunidades, sean aymaras, quechuas o diaguitas, comparten culturas y se fusionan con los otros afluentes de sus respectivos países.  La fiesta de La Tirana, y la fiesta del Sol en Arica son masivos y elocuentes reflejos de esta situación.

Ambos Estados han dado paso firme en la cooperación en materia de seguridad, en el complejo tema de la migración ilegal y en el combate al crimen organizado transnacional. Juntos en la Alianza del Pacífico unimos esfuerzos con México y Colombia por coordinarnos en el Asia Pacífico. Nuestros países, aliados de muchos otros, nos comprometemos solidariamente a garantizar la seguridad del Canal de Panamá, ruta indispensable para economías exportadoras como las nuestras. Ejemplo de ello son los llamados ejercicios Panamax, en los que nuevamente colaboran marinos chilenos y peruanos.

Los héroes 

Por todo lo brevemente narrado, cobra mayor relevancia destacar que en ese lejano combate en aguas chilotas, en 1866, coincidieron destacados marinos de ambos países: la corbeta peruana Unión era comandada por Miguel Grau; por su parte, en la Covadonga chilena estaba embarcado el joven teniente Arturo Prat. 

Como sabemos, años después, tanto en el Combate Naval de Iquique como en el de Angamos, quienes combatieron unidos en Abtao, pasaron a la Historia entregando sus vidas en el cumplimiento de su misión, sirviendo con valentía a sus respectivos pabellones. Honor y gloria para esos hidalgos del mar.

Colofón 

La gesta del 7 de febrero de 1866 no debe pasar desapercibida. Hoy vivimos otra realidad, pero la Historia siempre hay que recordarla, resaltando sus enseñanzas y no subrayando temas coyunturales (por eso no hablé hoy de fútbol ni de Gareca, aunque también tenemos la amistad entre Alianza Lima y Colo Colo). En memoria de todo esto, aprecio que este 7 de febrero es un buen momento para brindar por nuestra amistad. Adivinen con qué brindaría.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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