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Los Ka-Ka Opinión

Los Ka-Ka

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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La derecha dura deberá resolver si suma fuerzas en una sola primaria -algo que le conviene a Kaiser- o va la dupla Ka-Ka por separado a primera vuelta.


José Antonio Kast Rist es hijo de Michael Kast Schindele y Olga Rist Hagspiel. Johannes Maximilian Kaiser Barents-Von Hohenhagen es hijo de Hans Christian Kaiser Wagner y Rosmarie Barents-von Hohenhagen Haensgen. Eran migrantes alemanes, de esos a los que Los Huasos Quincheros les dedicaban “Y verán cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero…”, otros tiempos, claro. Otra tez también. Son los Ka-Ka.

Los dos pertenecen a la derecha dura, como los califica el senador Iván Moreira (UDI). Ambos quieren expulsar a migrantes -aunque ellos son hijos de migrantes-, siguen aplaudiendo a Pinochet, y están contra la diversidad, los homosexuales y el aborto. Aborrecen el Estado y, por supuesto, se oponían a cualquier tipo de reparto solidario en pensiones. También consideran que las mujeres deben estar en la casa. Fueron partidarios de Colonia Dignidad. Johannes afirmó que los fusilados de Pisagua “estuvieron bien fusilados” y hace unos años se manifestó contrario al voto de la mujer. José Antonio piensa en muchos aspectos similar a Johannes, pero es más ponderado, más cuidadoso. Más caballero.

Los dos tienen una gran admiración por Milei, Trump, Bolsonaro y Bukele. Incluso estuvieron disputándose quién era “más libertario”. Pero Johannes ganó la batalla y se quedó con la marca Partido Nacional Libertario, claro que tuvo que abandonar el estilo Milei con que hablaba cuanto disparate era posible en RRSS, porque se dio cuenta de que esa forma de hacer política definitivamente no va con los chilenos. Se moderó en las formas, se calmó frente a las cámaras y ahora evita repetir las barbaridades que decía hasta antes de ponerse corbata y asumir como diputado. José Antonio jamás se ha salido de las casillas, tiene un temple envidiable.  

Ambos comenzaron en el mismo partido, el Republicano, pero luego Johannes, junto a Tere Marinovic, Gonzalo de la Carrera y Rojo Edwards, entre otros, abandonaron el partido para instalarse a la derecha de la extrema derecha. 

Hasta hace un año, todo indicaba que Evelyn Matthei ganaría sin ningún contrapeso la elección presidencial de 2025. La alcaldesa se empinaba en las encuestas sin competencia. Había arrancado su campaña con mucha anticipación, logrando posicionarse como la carta segura para llegar a La Moneda en marzo de 2026. Si las elecciones hubieran sido en diciembre de 2023, Evelyn habría arrasado en las urnas, coincidiendo con el momento más débil del gobierno de Boric y de los republicanos derrotados catastróficamente en el plebiscito, luego de haber obtenido el 35 % de los consejeros que redactarían la nueva Constitución. Esa que, por segunda vez, no fue.

Durante el primer semestre de 2024, Evelyn Matthei seguía escapada de José Antonio Kast, y en el oficialismo ni siquiera asomaba una carta competitiva, más aún después de que Michelle Bachelet había expresado que no sería candidata. Entre medio apareció Vlado Mirosevic, un simple saludo a la bandera. Evelyn seguía cómoda mirando al resto desde lejos, pero ya en su propio sector comenzaban a preguntarse si sería capaz de sostener por tanto tiempo el estatus de “candidata” o si el desgaste le pasaría la cuenta. Temían que su salida de una de las alcaldías más mediáticas del país le restara presencia en la agenda política, y lo que es peor, que la obligara a involucrarse en temas controversiales antes de tiempo, tal como ocurrió con la reforma de pensiones, que proyectó a una candidata vacilante, errática e incapaz de capitalizar el logro final de Chilevamos, la coalición que representa.

Pero luego vendría un importante cambio en el tablero. Mejor dicho, un golpe en el tablero. Emergió de una manera sorpresiva la figura del controvertido Johannes Kaiser, ubicándose a la derecha de JAK. De a poco fue apareciendo en las encuestas, alcanzado a su excamarada de partido y acortando distancia con Evelyn. Las alarmas se encendieron en Chilevamos, al observar cómo Kaiser y Kast sumados -los Ka-Ka– se alzaban de manera competitiva frente a la candidatura de la exalcaldesa. Del oficialismo ni hablar. Enfrascados en una búsqueda frenética por convencer a la exmandataria y golpeados por las esquirlas recibidas por “la posible” candidata Carolina Tohá, tomaban palco en un escenario donde eran meros espectadores.

Boric, pese a sus constantes errores no forzados y el caso Monsalve, se afirmaba en el 25 %-30 % de respaldo, muy superior a lo que tenían Bachelet y Piñera a la misma altura de su segundo periodo. Y de pronto comenzó a confirmarse eso de “no por madrugar amanece más temprano”, y la alcaldesa se estancó en las encuestas. Como si se hubiera congelado el apoyo logrado dos años antes -que aún es alto-. La salida de la Municipalidad de Providencia y sus vaivenes posteriores respecto de la reforma de pensiones, ni siquiera lograron ser revertidos por la proclamación oficial como candidata de los partidos del bloque de centroderecha.  

La presión que comenzó a ejercer la derecha más extrema no estaba en los cálculos de Chilevamos. El rival dejó de estar al frente y se le instaló al lado, arrebatándole el relato duro contra la delincuencia y la migración, los dos pilares en que se ha afirmado la derecha desde que asumió Boric. La dupla Ka-Ka aprovecharon la corriente impulsada por Trump y Milei para provocar al conglomerado integrado por la UDI, RN y Evópoli. Soluciones fáciles y extremas, negación a alcanzar acuerdos con el Gobierno –ni la sal ni el agua– e impulsar una agenda valórica que significa retroceder un par de décadas en temas de diversidad, igualdad de género, entre otras. De ahí que la reforma de pensiones le sirvió a los Ka-Ka para dejar en evidencia su postura frontal y atacar de manera dura a sus exaliados más que al propio Gobierno. La guerra de las derechas.

Queda menos de un mes para comenzar la batalla real. En el oficialismo se despejará si la peregrinación a Bachelet rindió frutos, lo que podría provocar un giro total en el tablero actual. La derecha dura deberá resolver si suma fuerzas en una sola primaria -algo que le conviene a Kaiser- o van los Ka-Ka por separado a primera vuelta. Veremos también si Jannette Jara se entusiasma, si Carolina Tohá decide competir -en caso de que Bachelet no acepte-, si ME-O decide entrar al ruedo por quinta vez y si Parisi vuelve a Chile para tratar de levantar al alicaído PDG. Artés comenzará a recorrer el país -ya confirmó que será candidato nuevamente- y, por supuesto, Evelyn Matthei tendrá que hacer una verdadera reingeniería a su campaña si pretende ganar una elección que parecía tener en el bolsillo y que hoy se ve amenazada por los Ka-Ka. Y en una de esas, por la propia Bachelet, la rival que la derrotó 11 años antes por paliza.

La política chilena, digna de un guion de una serie truculenta de Netflix.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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