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Confidencialidad y VIH: reacciones que exponen la ignorancia y el peligro del estigma Opinión

Confidencialidad y VIH: reacciones que exponen la ignorancia y el peligro del estigma

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La responsabilidad de cuidar nuestra salud es individual, pero también colectiva. Necesitamos información actualizada, pruebas periódicas y una mirada respetuosa hacia la salud sexual. Solo así lograremos una sociedad libre de prejuicios y comprometida con el bienestar de todas las personas.


La reacción de un conocido periodista ante la publicación del estado serológico de Andrés Caniulef en un medio de prensa evidencia un problema profundo: el desconocimiento sobre el VIH y los derechos de quienes viven con él. Este caso no solo revela ignorancia sobre las vías de transmisión, sino algo más grave: la falta de comprensión sobre el derecho fundamental a la confidencialidad. Nadie está obligado a revelar su estado serológico, y hacerlo público sin consentimiento es una violación a la privacidad y a la dignidad humana.

La confidencialidad no es un detalle menor; es un principio básico de convivencia y un derecho consagrado en nuestras leyes. Desde AHF, como organización comprometida con las personas que viven con VIH, creemos en una sociedad que respete estos principios. Sin embargo, este caso demuestra que aún falta mucho por avanzar. Al centrar la discusión en el diagnóstico, se deshumaniza a la persona, reduciéndose a una condición médica y perpetuando el estigma.

Es urgente reforzar la Educación Integral de la Sexualidad, basada en evidencia científica y derechos humanos. Hoy sabemos que una persona con VIH en tratamiento efectivo e indetectable no transmite el virus. El riesgo al que alude el periodista no existe si su expareja está en tratamiento, como él mismo reconoce. Además, el uso de métodos de barrera permite mantener relaciones seguras mientras se alcanza la indetectabilidad. Estos hechos, respaldados por la ciencia, deben ser ampliamente difundidos para combatir la desinformación.

Este tipo de polémicas no solo desvía la atención de lo realmente importante, sino que también estigmatiza a miles de personas que viven con VIH y que, por temor al rechazo, evitan acceder al tratamiento garantizado por el GES. La responsabilidad de cuidar nuestra salud es individual, pero también colectiva. Necesitamos información actualizada, pruebas periódicas y una mirada respetuosa hacia la salud sexual. Solo así lograremos una sociedad libre de prejuicios y comprometida con el bienestar de todas las personas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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