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La urgencia de una “Comunidad Política Eurolatinoamericana”
Este año se debe celebrar en Colombia la IV Cumbre CELAC-UE de jefes de estado y de gobierno. En momentos tan críticos, es una oportunidad que debe ser aprovechada para dar ese salto cuántico hacia una Comunidad Política Eurolatinoamericana.
Ante el marasmo de los principales actores globales y la atonía del sistema multilateral, se necesita crear urgentes equilibrios y recalibrar el futuro, para preservar los fundamentos de una convivencia planetaria que hemos venido construyendo con dificultades e implenitudes, pero siempre avanzando con el horizonte de la paz, el desarrollo y la cooperación, una ética de la solidaridad y la responsabilidad compartida. Un marco valórico construido después de la II Guerra Mundial, que requiere de claridad estratégica para preservar su esencia y a la vez definir y construir sobre esas bases el nuevo modelo de convivencia global. Esto solo puede provenir de actores globales con iguales principios y objetivos compartidos, como es el caso de Europa y América latina.
El Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, activa asociación de europeístas y federalistas fundada en 1948 para impulsar la integración de Europa y asegurar la paz, el desarrollo y la cooperación después de la tragedia de la II Guerra Mundial, acaba de publicar un texto en conjunto con la Fundación Carolina sobre “Las singladuras pendientes en las relaciones entre América Latina y Europa”. Recoge la visión de 32 académicos y políticos de ambos lados (entre los que tengo el honor de contarme), prologado por quien fuera hasta hace poco vicepresidente y alto representante de relaciones exteriores de la Comisión Europea, Josep Borrell. El libro fue presentado hace poco en la Feria del libro de Guadalajara y en España.
En términos náuticos la singladura es el recorrido realizado por los navegantes en un período de tiempo. Un viaje puede tener varias singladuras, hasta llegar a destino. Geopolíticamente hablando, en una mirada prospectiva y estratégica de las relaciones euro-latinoamericanas, tenemos entre las dos orillas del Atlántico unas cuantas singladuras pendientes para llegar al destino que trazamos en 1999 en la Cumbre de Río de jefes de estado y de gobierno de las dos regiones: construir juntos el futuro, como actores globales.
Se trata de una necesaria y urgente reflexión que contribuye a orientar y promover decisiones políticas de ambos actores globales, para dar un salto cualitativo -diríamos ya “un salto cuántico”- pasando de una “asociación estratégica” iniciada en el siglo XX- que ha dado importantes frutos en diálogo político, comercio y cooperación- a una “Comunidad Política Eurolatinoamericana” para el siglo XXI que comprenda a la Comunidad Política Europea de 47 estados (la UE más los estados no miembros) y los estados latinoamericanos y del Caribe, para aumentar la capacidad geopolítica y la autonomía estratégica, como un factor de equilibrio global y un modelo de desarrollo sostenible para enfrentar los desafíos, las amenazas estratégicas y los riesgos existenciales, claramente definidos por las Naciones Unidas y el Pacto por el Futuro.
El principal planteamiento de la reflexión que nos ofrece este grupo académico y político, es que ante las actuales circunstancias, debemos fortalecer y potenciar los vínculos entre nuestras dos regiones. Juntas constituyen una masa crítica determinante en el sistema internacional si queremos mantener la senda hacia un desarrollo compartido y asegurar globalmente el futuro de la humanidad, amenazada existencialmente. Los cambios que ha experimentado el mundo en tres décadas, la aceleración de la historia y la crisis del modelo de gobernanza global con un multilateralismo agotado, configuran un contexto que la nueva administración Trump, con base en el complejo político-tecnológico construido aceleradamente con sus aliados de las plataformas digitales, pretende aprovechar para desplegar un modelo de gobernanza mundial incompatible con los principios y valores que compartimos entre Europa y América latina.
Este año se debe celebrar en Colombia la IV Cumbre CELAC-UE de jefes de estado y de gobierno. En momentos tan críticos, es una oportunidad que debe ser aprovechada para dar ese salto cuántico hacia una Comunidad Política Eurolatinoamericana. Necesitamos que los líderes de ambas regiones estén a la altura de las circunstancias, dejen atrás cálculos mezquinos y cortoplacistas, vean el “big picture” y con visión prospectiva planten cara al retroceso valórico e institucional, a la parálisis multilateral, a los cantos de sirena antidemocráticos y al destructivo matonismo insolidario. Si se lo proponen, pueden enseñar al mundo el camino que requiere ser transitado en el nuevo contexto del siglo XXI, siempre basado en los principios que compartimos históricamente al fundar las Naciones Unidas. En esto no podemos retroceder y debemos tener coraje para defenderlo.
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