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Harold presidenciable, ¿un golpe al tablero actual?
Cuando el verano político parecía sumirnos en el bostezo total, con el Parlamento, el Presidente y varios ministros y los presidenciables de vacaciones, más Bachelet reflexionando en Caburgua, nos enteramos de que Harold Mayne-Nicholls estaría evaluando ser candidato en noviembre.
Faltan nueve meses para la elección presidencial y todavía queda mucho paño que cortar. En la derecha todo indica que al menos competirán con dos candidatos, y en una de esas tres: Evelyn y la dupla Ka-ka. En Chile Vamos, a estas alturas, no debería haber primarias, aunque la lógica indica que lo más estratégico y sensato es que, aunque no existan otros candidatos que quieran desafiar a la exalcaldesa, deberían al menos hacer –en términos circenses– la cachetada del payaso, para no quedarse abajo del proceso, utilizando la franja, espacios televisivos y toda esa visibilidad que aporta una primaria.
Claro, aún está pendiente la definición de Parisi, que ya amenazó con volver a Chile para sumarse a la carrera.
Por el otro lado, tenemos a un deslucido Vlado Mirosevic de candidato oficial y a los regionalistas verdes con Jaime Mulet proclamado, aunque ninguno figura en las encuestas. Tohá reflexiona sobre si es posible ser candidata pese al espolonazo que le produjo Monsalve. ME-O saca cálculos de cuántos votos podría canjear por pesos para ir por quinta vez. Artés ya anunció que irá de nuevo –¿superará su 0.1% anterior?–.
Y, claro, el llamado Socialismo Democrático sigue las procesiones y rogativas a San Expedito para que la expresidenta Michelle Bachelet termine cambiando su no rotundo previo por un “sí, acepto”.
Una suerte de déjà vu en que nuestros políticos se repiten una y otra vez el plato. Los mismos rostros, los mismos partidos, las mismas promesas. Dinastías que parecen no terminar nunca. Los Frei, Aylwin, Lagos, Soria, Alessandri, Walker, Ossandón, Rincón, Kast. En el caso de los Coloma, cuyo padre está desde 1990 en el Congreso –35 años–, este le deja el cupo al hijo, que ya es diputado, quien se prepara para tomar el puesto del senador por el Maule.
Y cuando el verano político parecía sumirnos en el bostezo total, con el Parlamento cerrado por un mes, el Presidente y varios ministros de vacaciones, los presidenciables copando los lagos del sur y las playas del Caribe y Bachelet reflexionando en Caburgua, nos enteramos de que Harold Mayne-Nicholls estaría evaluando presentarse como candidato presidencial en noviembre. Sin duda, una noticia refrescante para nuestra alicaída política.
Mayne-Nicholls es un hombre que goza de respeto y prestigio en todos los sectores sociales y políticos. Proveniente del deporte, pero principalmente asociado a grandes logros del país. Es lo que se podría definir como un realizador. La conquista de la Copa América, el acierto de Bielsa, los Panamericanos –se hizo cargo cuando los Juegos parecían irse al despeñadero–, marcaron un antes y un después de nuestra pobre historia deportiva.
Una carta atractiva en un momento en que los chilenos podríamos terminar viviendo dentro de una especie de túnel del tiempo, con Bachelet y Evelyn como hace 12 años.
Por supuesto, no estamos acostumbrados a la irrupción presidencial de personas que provengan de ambientes o actividades que no sean la política. Las pocas veces que esto ha ocurrido, la atención ciudadana ha sido importante.
Sin ir más lejos, Franco Parisi en su momento logró generar expectativas, basado principalmente en su conocimiento de las microfinanzas y su rol en televisión. En 2021 también apareció Bernardo Javalquinto, en ese entonces gerente de una línea aérea, aunque se retiró temprano. Pero en el caso de Mayne-Nicholls, este podría ser un golpe a la cátedra, considerando que los galones de los que goza entre la ciudadanía son aplaudidos transversalmente.
Detrás de los logros deportivos, quien está a cargo de la remodelación del Estadio Monumental de Colo Colo tiene un mérito que nuestra clase política raramente puede mostrar: generar unidad –aunque sea vía deporte– en un país profundamente dividido, lo que ha quedado demostrado desde 2006 en adelante, en que hemos vivido en una polarización constante –los 16 años de Bachelet/Piñera, los dos plebiscitos fracasados, entre otros–.
Como muchos chilenos, me tocó vivir los Juegos Panamericanos junto a mi familia. Más allá de triunfos más o triunfos menos, lo que más me sorprendió fue el estado de ánimo colectivo y esa especie de paréntesis que los chilenos pusimos durante un mes. Miles de voluntarios, millones de boletos vendidos, cordialidad con los extranjeros. Se notaba en el ambiente un país distinto.
Aunque el dirigente deportivo no ha confirmado la información, el solo hecho de surgir una alternativa que provoque ruido, que incomode, ya es positivo. Si sumamos que el país está girando nuevamente hacia el centro –según la CEP, el 70% de los chilenos se considera “de centro”–, como quedó en evidencia en las elecciones de alcaldes y gobernadores, y que por ahora todo indica que tendremos una elección totalmente abierta y con varios candidatos compitiendo en primera vuelta, una eventual opción de un outsider que ha demostrado logros concretos y no solo promesas puede abrir un escenario insospechado en la carrera a La Moneda.
En un país decepcionado de la política y los políticos, más aún después del papelón de intentar cambiar dos veces la Constitución –el único acuerdo que hemos tenido en décadas–, una oferta distinta, puede –potencialmente– desarmar el tablero actual. Si en el mundo se imponen los populistas como Milei, Bukele o Trump por falta de alternativas, la opción de un realizador puede ser un incentivo para la ciudadanía.
Claro que aún hay que esperar a ver la reacción del mundo político –en caso de que Mayne-Nicholls despeje el tema–, de los partidos de lado y lado, quienes de seguro intentarán acercarlo a su rincón, y de la capacidad que pueda tener el periodista y dirigente deportivo para lograr los consensos necesarios y romper con la lógica bipolar en que hemos vivido estas últimas dos décadas y, por supuesto, de convencer al país de que se puede avanzar por un centro amplio.
Más allá de si Harold avanza en su intención de postular a la Presidencia, el solo hecho de que exista una opción disruptiva, con el escenario político actual, ya es una noticia refrescante en medio de este caluroso verano.
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