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La traducción de Emilia Pérez: una polémica de recepción cultural Opinión

La traducción de Emilia Pérez: una polémica de recepción cultural

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Flavio Maino e Isidora Bravo
Por : Flavio Maino e Isidora Bravo Académicos Carrera de Traducción e Interpretación en Inglés Universidad de Las Américas
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La polémica en torno a la traducción de Emilia Pérez subraya la importancia de reconocer al traductor como un actor clave en la recepción de una obra.


Emilia Pérez ha sido una de las producciones más comentadas del año. Con un elenco compuesto por figuras de la talla de Zoe Saldaña y Selena Gómez, y bajo la dirección del galardonado Jacques Audiard, la película prometía ser un éxito tanto en el circuito angloparlante como hispanohablante. Sin embargo, ciertos elementos han generado una recepción dispar, evidenciando la importancia del rol de la mediación cultural en la traducción.

A lo largo del filme, se perciben construcciones gramaticales y elementos léxicos en español que no alcanzan el estándar exigido por las audiencias hispanas. Esto queda en evidencia al analizar los diálogos y las canciones del musical. En temas como Todo y Nada, Mi Camino o El Deseo, se emplean expresiones nominales que pueden parecer familiares para el público angloparlante.

Además, la simpleza y repetición de estructuras gramaticales favorecen la comprensión para los norteamericanos, lo que podría explicar, en parte, los elogios que ha recibido la película por dicha audiencia.

Es importante recordar que la traducción no es solo trasladar palabras de un idioma a otro, sino que requiere un profundo conocimiento lingüístico y cultural. En Emilia Pérez parece haber una desconexión entre el equipo de producción y las realidades culturales del español mexicano, así como del contexto internacional en el que se sitúa la trama.

Este último aspecto refleja la manera en que la película representa lo foráneo. La visión superficial de otras culturas, como la tailandesa, suiza y británica, marca el tono de desentendimiento con el que se muestra la identidad mexicana.

Desde un punto de vista lírico y musical, estas carencias se acentúan. El abuso de figuras retóricas como la sinalefa y la sinéresis pone en evidencia a los compositores Camille Dalmais y Clément Ducol como extraños al ritmo y la métrica del español. Esto despoja a las audiencias hispanas de la sonoridad propia de su lengua y las deja con un texto que también resuena como forastero.

La polémica en torno a la traducción de Emilia Pérez subraya la importancia de reconocer al traductor como un actor clave en la recepción de una obra. La inclusión de expertos en mediación cultural no es solo una ventaja, sino una necesidad en un mundo cada vez más globalizado. Esta película debe ser un recordatorio del impacto que tiene la traducción en el éxito de una narrativa que trasciende fronteras lingüísticas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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