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Chile y el arancel norteamericano al acero Opinión

Chile y el arancel norteamericano al acero

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Sergio Arancibia
Por : Sergio Arancibia Doctor en Economía, Licenciado en Comunicación Social, profesor universitario
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La reciente medida del presidente Trump de imponer un arancel de 25% a todas las importaciones de acero que entren al territorio de Estados Unidos tiene varias repercusiones importantes para un país como Chile.


Las exportaciones de acero desde Chile a Estados Unidos no son importantes en el contexto del comercio internacional del acero, pero son significativas en el contexto de las exportaciones chilenas. Los datos del año 2023 muestran que Chile exportó a dicho país acero por un monto de 327 millones de dólares. Gracias al tratado de libre comercio vigente con Estados Unidos, ese producto entraba al territorio norteamericano sin pagar arancel o, lo que es lo mismo, pagando un arancel igual a cero.

Eso, sin embargo, no le concedía a Chile una ventaja competitiva con respecto a otros productores y exportadores de acero, pues la mayoría de estos también pagaban arancel cero, en función de otros acuerdos o decisiones del gobierno norteamericano.

Por lo tanto, si a partir de la reciente decisión del presidente Trump los aceros provenientes de todos los proveedores comerciales de USA pagarán 25% de arancel, incluido Chile, la posición relativa o competitiva del acero chileno no se alterará.

Antes todos pagábamos arancel cero y ahora todos pagáremos un 25% de arancel. Pero se puede pensar que se le venderá menos acero a Estados Unidos por parte de todos sus actuales proveedores, en la medida que el alza arancelaria conduzca a una reducción del acero importado y a un incremento del acero producido internamente, lo cual probablemente no sucederá de una semana a otra, pero en el transcurso del año se pondrá en evidencia esa reactivación interna de la producción.

Y como cuando llueve todos se mojan, también es probable que Chile vea reducidas sus ya modestas exportaciones de acero a USA. Es dable suponer que el acero que no se le pueda vender a Estados Unidos por parte de sus actuales proveedores tendrá que buscar otros compradores a nivel internacional, pero esa oferta incrementada, al enfrentar una demanda mundial más o menos constante, generará una baja de precio y la subsistencia solo de los más fuertes y competitivos.

Esa será otra vía por la cual Chile se puede ver afectado, sobre todo en la medida en que se mantenga la política de apertura comercial que nos lleva a importar cualquier cosa de cualquier parte del mundo, sin preocuparnos de sus efectos sobre la producción interna.   

Pero hay otros aspectos de todo este asunto que son importantes de tener en cuenta. Los grandes afectados por el incremento del arancel al acero en América Latina son México y Brasil, y en alguna medida Argentina, que son el segundo y el tercer proveedor de acero a los Estados Unidos. Ellos serán los más afectados de la región.

México y Brasil han declarado muy diplomáticamente que establecerán conversaciones con Estados Unidos para analizar toda la nueva situación creada por la medida analizada. Están en su pleno derecho a hacerlo. Más aun, tienen el deber de hacerlo, en beneficio de sus pueblos, tratando de salvar lo que se pueda, o de aminorar las pérdidas en medio de este terremoto.

Pero queda más claro que nunca que cada país debe salvarse como pueda. No se visualiza como posible ninguna acción colectiva. Los organismos regionales existentes nunca han demostrado tan claramente como ahora su impotencia o su inutilidad. Nunca es tarde para avanzar en materias de integración y de presencia unificada en el escenario internacional, pero es más difícil hacer en tiempos borrascosos aquello que no se hizo en tiempos de calma. 

Otra cosa que se deduce de todo lo que comentamos es la muerte de los TLC o por lo menos de los TLC firmados con Estados Unidos.  México tenía firmado un tratado comercial con dicho país que se vuelve humo en forma total y absoluta. Chile también tiene un TLC plenamente vigente, que no contempla para nada la subida unilateral de los aranceles.

Los grandes compromisos en que descansaba el comercio internacional hasta hace poco han dejado de tener vigencia. Quedará de ellos vigente solo lo que Estados Unidos quiera, y por el tiempo que quiera.

La indefensión política y jurídica de nuestros países se hace cada día mayor. Reconstituir un nuevo orden económico internacional no será fácil, y hará falta para ello mucho de unidad y de creatividad. Lo único que no se puede hacer es quedarnos tranquilos como si no hubiera pasado nada.   

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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