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El anticomunismo DC
La Democracia Cristiana vuelve a enfrentarse a la gran pregunta: ser un obstáculo, para que gobiernos fascistas vuelvan a gobernarnos o ser un eje articulador de grandes mayorías, para defender la democracia que tanto costó recuperar.
El mayor éxito de la Democracia Cristiana en los últimos 40 años fue colaborar y ser protagonista de la recuperación de la democracia. En aquel entonces se comprendió que todas las fuerzas políticas y sociales que luchaban por la libertad debían trabajar conjuntamente, para obtener la mayoría necesaria para salir de la dictadura cívico-militar.
Hoy nos encontramos frente a una amenaza y a dar respuestas contundentes y transformadoras a las necesidades y derechos de los chilenos y chilenas. Por ello, no participaré de un concierto cuyo único objetivo es excluir a un partido con el cual ya se gobernó, cuando formamos parte de la Nueva Mayoría. Es difícil comprender y explicar esta inconsistencia, más si viene de un partido al cual los ciudadanos ya dejaron de adherir y de creer, justamente por tener posiciones ambiguas e incoherentes.
La galopante amenaza de la ultraderecha y de una derecha sumisa con la anterior no se frenará excluyendo sino construyendo mayorías fuertes, porque ninguna fuerza política es suficiente por sí sola y quien crea aquello cree que aún vive en la abundancia electoral, cuando los datos muestran absolutamente lo contrario y vuelven a poner por encima de Chile.
La mirada de lo que es mejor para la desigualdad, los derechos sociales y el bien común es lo que le está faltando a la Democracia Cristiana en su análisis. Para eso fue creada, como un instrumento que se atreva a proponer transformaciones y que desafíe al orden establecido para mejorar las condiciones en que viven aún muchos chilenos y chilenas.
Por ello la Democracia Cristiana vuelve a enfrentarse a la gran pregunta: ser un obstáculo, para que gobiernos fascistas vuelvan a gobernarnos o ser un eje articulador de grandes mayorías, para defender la democracia que tanto costó recuperar.
Así, no participaré de un partido cuyo único discurso es excluir al PC, sin fundamentos políticos serios, y recordando la famosa frase de Eduardo Frei Montalva: “Hay algo que es peor que un comunista, un anticomunista”.
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