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El peso del uniforme: la salud mental en Carabineros y el costo invisible del servicio Opinión AgenciaUno

El peso del uniforme: la salud mental en Carabineros y el costo invisible del servicio

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Ignacio Cid Pozo
Por : Ignacio Cid Pozo Sociólogo e investigador en seguridad pública
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Frente a las crecientes demandas de una policía que proyecte autoridad, confianza y seguridad, a la vez que inspire admiración y adhesión de la ciudadanía, es crucial recordar que detrás del uniforme hay personas con familias, expuestas a las mismas dificultades económicas y sociales.


El presunto suicidio del carabinero Dante Moena Fuentealba en el Palacio de La Moneda, el domingo recién pasado, es una tragedia que ha abierto la pregunta sobre el inexplorado campo de la salud mental en el personal policial de Chile. En efecto, este caso da cuenta de una realidad preocupante: al igual que otras profesiones orientadas a atender a personas, Carabineros ejerce su labor en un contexto complejo, que amenaza su bienestar emocional y salud mental.

La profesión policial ha sido ampliamente caracterizada en criminología como una de las más desafiantes y complejas. Ser carabinero implica estar constantemente expuesto a presenciar eventos traumáticos, como lo son amenazas de agresión y violencia armada, como también ser blanco de resistencia y crítica por parte de la ciudadanía.

El impacto acumulativo de estos factores convierte a los policías en un grupo de alto riesgo en términos de salud mental, pues están asociados a niveles elevados de estrés crónico y vulnerabilidad emocional.

A pesar de este escenario, la formación policial está estructurada sobre la premisa de que los carabineros deben ser fuertes, firmes y autosuficientes ante situaciones extremas. Si bien este enfoque busca desarrollar resiliencia y fortaleza operativa, también conlleva el riesgo de invisibilizar las condiciones laborales que contribuyen a su sufrimiento emocional.

Como resultado, muchos policías reprimen la expresión de su malestar psicológico y evitan buscar apoyo profesional, temiendo estigmatización o posibles repercusiones en su ascensión.

Las consecuencias de esta realidad han sido documentadas en diversas investigaciones. John Violanti señala que, ante la falta de mecanismos de contención y apoyo adecuados, muchos policías recurren al abuso de sustancias como una forma de lidiar con el estrés acumulado. Asimismo, las tensiones no resueltas en el ámbito laboral se trasladan con frecuencia al espacio doméstico, donde algunos terminan descargando su angustia a través de dinámicas de violencia intrafamiliar.

Estos fenómenos reflejan la gravedad del problema: alrededor de un 26% de los policías reportan sintomatología depresiva o ansiosa, pero la mayoría evita buscar ayuda por miedo a represalias o estigmatización dentro de sus unidades, según un artículo de Katelyn Jetelina y otros autores.

Así, la falta de estrategias de apoyo adecuadas no solo impacta la salud de los funcionarios, sino que también compromete el bienestar de sus familias y la efectividad del servicio policial en la comunidad.

Este deterioro de la salud mental de los carabineros de Chile afecta igualmente el desempeño de la institución y sus capacidades operativas. Como primera línea en la contención del crimen, su satisfacción laboral incide en su desempeño y en la disponibilidad de personal para ser desplegado en el territorio.

El número creciente de licencias medicas psiquiátricas y el ausentismo laboral (como lo ha evidenciado Ciper) disminuye el personal disponible para labores de patrullaje y prevención del delito. Por ello, garantizar condiciones laborales favorables y protectoras del bienestar de los carabineros no solo es una necesidad institucional, sino un imperativo para un funcionamiento eficiente del sistema de seguridad pública en Chile.

El caso de Dante Moena, independientemente de sus particularidades, debe ser un llamado de alerta que impulse la creación de más y mejores programas de prevención del suicidio y acompañamiento psicológico para los funcionarios policiales. El Estado, mediante el recientemente creado Ministerio de Salud Pública, tiene un rol fundamental en esta materia.

Con todo, la sociedad civil tiene un papel no menor a jugar en la configuración de las exigencias y imagen que promueve del carabinero. Frente a las crecientes demandas de una policía que proyecte autoridad, confianza y seguridad, a la vez que inspire admiración y adhesión de la ciudadanía, es crucial recordar que detrás del uniforme hay personas con familias, expuestas a las mismas dificultades económicas y sociales que afectan al resto del país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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