
Relaciones internacionales: ¿volvimos a la época de las cavernas?
La vigencia y efectividad real del “multilateralismo” y de sus actuales instituciones han “caído en picada” estos últimos años.
Las guerras fratricidas y genocidas en el este europeo, en el Medio Oriente, en Asia y África; el tráfico de personas y de drogas; la migración forzada de millones de refugiados –sean estos perseguidos políticos o migrantes “económicos”–, así como la vulnerabilidad de la institucionalidad del comercio internacional –creo– lo muestran con absoluta claridad.
En estas últimas semanas, ha quedado claro también que la “aplanadora” de Donal Trump aprovecha la oportunidad del caos globalizado, para reiterar las prioridades de su propuesta de America First y para implementar aceleradamente diversas medidas en materia de relaciones internacionales y de comercio. América Latina será afectada gravemente, pero –como “región”– parece que somos meros espectadores. ¿Me equivoco?
En su primera estadía en la Casa Blanca, Trump fue más bien “aislacionista”. Ahora, en medio de la globalización del desorden y los abusos, la administración estadounidense se propone retomar el control global e imponer la dirección, la “sustancia” y la manera en que deberá moverse el “nuevo orden” internacional, el orden internacional de MAGA… “Make América Great Again”. Y, con ello, se retrocede décadas en materia de relaciones internacionales.
Donald Trump, sus secretarios de Estado y asesores más cercanos, intentan rediseñar este “nuevo orden”, forzando negociaciones e imponiendo sus “reglas”, así como las instituciones que deberán “gerenciar” el nuevo orden global y su comercio. Algunos podrán considerar que esta es solo una “postura” negociadora” de Trump. No lo comparto, pues Trump y sus secretarios de Estado han estado “bajando la línea” y “dando lecciones” al mundo entero, en diversos temas. Sin tapujos y muy públicamente. Estoy convencido de que esta administración quiere imponer un nuevo orden internacional, el de America First – MAGA. Y sin siquiera sonrojarse.
Recientemente, se “basureó” al rey de Jordania y al primer ministro de India en conferencias de prensa en la Casa Blanca; se dio una “lección de comportamiento democrático” a líderes y dirigentes políticos europeos en la Conferencia de Seguridad de Múnich; y se ha intentado “entregar” anticipadamente a Ucrania, declarando en público lo que esta deberá hacer para poner fin a la guerra de agresión rusa y acusando de “dictador” a su presidente.
Al mismo tiempo, se ha propuesto y reiterado la expulsión de los palestinos de Gaza y la “transformación” de la Franja en la “Riviera del Medio Oriente”, y se insiste en la “toma” de Groenlandia y en controlar el Canal de Panamá. No menos importante es, también, el “aporreo” de los principales socios comerciales estadounidenses y la amenaza de un “nuevo orden comercial” en base a la aplicación de “tarifas” recíprocas.
Todo ello puede parecer anecdótico y ser una maniobra para negociar de manera más ventajosa los intereses estadounidenses. Para mí es inaceptable y nos hace retroceder décadas en materia de relaciones internacionales.
En este orden de cosas, queda claro que –de ahora en más– la administración estadounidense espera que Europa asuma la responsabilidad de resguardar su seguridad, pues la prioridad de EE.UU. está en el Asia-Pacífico, donde debe contrarrestar la creciente influencia política, militar, tecnológica y comercial de China.
No obstante, en la invasión de Ucrania, EE.UU. ignora a los más afectados con el conflicto –Ucrania y países europeos– e inicia bilateralmente negociaciones con Rusia, en Arabia Saudita. Según Trump, para poner fin a la muerte “de millones y millones de personas” en la guerra. Lo lamento, pero creo que el interés de Trump de “mediar” en esta guerra tiene mucho más que ver con el diseño y el control geopolítico regional y global, que su preocupación por la sufrida población de Ucrania y Rusia. Lo deja ver el secretario de Estado Rubio en Riyadh, durante las negociaciones con Rusia.
Para empezar, no olvidemos que Trump ha reiterado que la invasión de Ucrania ocurrió, principalmente, a partir del anuncio de que esta intentaba ingresar a la OTAN y también a la Unión Europea. Ciertamente, Europa está interesada en tener el vasto territorio ucraniano como un “amortiguador” o “barrera” al latente expansionismo de Rusia.
Para EE.UU. esto representa un serio dilema. Pero, al mismo tiempo, iniciar la negociación de paz y hacerlo directamente con Rusia, le da a la administración estadounidense la posibilidad de un posible control de las condiciones bajo las cuales se realiza esta negociación. La administración estadounidense no busca cualquier resultado, necesita aquellos que le permitan dar vida a, y hacer realidad a, MAGA, así como obtener beneficios estratégicos de largo plazo.
Estados Unidos no es partidario del ingreso de Ucrania a la Unión Europea y la OTAN. Esto último ha sido reiterado en diversas ocasiones y, por lo demás, EE.UU. sabe que esto es algo que Rusia no permitiría. Y lo reiteraron en Riyadh. El “ingreso” de Ucrania a la UE, debe ser parte de la negociación, pues esto tiene un interés estratégico para Estados Unidos, que necesita acceso a los vastos recursos minerales y “tierras raras” que posee Ucrania, acceso que se dificulta con su ingreso a la UE.
Ucrania debe “permanecer neutral” e “independiente”, ya que, además, es un gran competidor de Estados Unidos en el mercado mundial de granos y cereales. Bajo el alero de la UE sería una amenaza mayúscula para los granjeros estadounidenses. Y, como veremos, la agricultura estadounidense no pasa por su mejor momento, como para darle ventajas a nadie. Ciertamente, no bajo Trump.
Además, esta negociación permite a EE.UU. “reflotar” a Rusia, sacarla del aislamiento político en que se encuentra, dialogar directamente con un importante actor geopolítico global y, posiblemente, intentar introducir una pequeña “cuña” en el fortalecimiento de los últimos años de los BRICS+ y, por qué no, China. Así las cosas, bien pueden Ucrania y la UE esperar para sumarse a la mesa de negociaciones. ¡América First!
Creo que los políticos y dirigentes europeos han recibido y leído claramente el mensaje de Trump: Europa deberá “hacerle frente” al “expansionismo” de Rusia, aumentando significativamente el gasto en defensa. Creo también, sin embargo, que Donald Trump no tiene solo en mente la defensa de Europa: es MAGA y los beneficios que el mayor gasto en defensa en Europa le traerían a la industria estadounidense.
Es conocido que Europa no está en condiciones de pertrecharse domésticamente, al nivel que exigiría el repliegue estratégico de EE.UU. y el aumento del gasto que intenta imponer Trump. No por nada, durante las últimas dos décadas, las importaciones europeas de municiones, armas y equipos, crecieron en cerca del 150%, en particular en los últimos años, debido a la agudización de la guerra en Ucrania.
El conflicto en el Medio Oriente, también ha sido un importante “apoyo” a la industria bélica estadounidense: durante el período de 2021-2023, los principales mercados de EE.UU. fueron la UE e Israel, cuyas compras alcanzaron a casi un tercio del total exportado por Estados Unidos ($4.965 millones de dólares, promedio anual). No debería sorprender, entonces, que Trump esté exigiendo a la OTAN, el aumento del gasto en defensa al 5% del producto. En la reciente Conferencia de Múnich, casi la totalidad de los líderes europeos “reconoció” la necesidad de aumentar este gasto. No obstante, no se hizo referencia al 5%.
Me pregunto qué lecciones podemos sacar de lo que está ocurriendo con Europa, Ucrania y Rusia; del ejercicio de “diplomacia” iniciado por Trump en el Medio Oriente; y la amenaza del nuevo orden comercial –“hermoso, simple y justo”, casi textual– con aranceles recíprocos, que intenta imponer Trump y asesores; así como de la gira del secretario de Estado por Centroamérica, para “tantear el ambiente”.
Creo que si sumamos el historial de su posición y declaraciones, en especial respecto de China, y las declaraciones de Mauricio Claver-Carone, Enviado Especial para América Latina, tendremos una muy buena idea de “cómo viene la mano” (State Departament, 31 de enero, 2025). Como mínimo, da para un buen dolor cabeza, pues –creo– “marcaremos negativamente” en los principales “casilleros” del escrutinio que con seguridad realizan el Departamento de Estado, el Departamento de Comercio y el USTR. Y, de inmediato, me atrevo a señalar que el TLC no nos salvará, pues Canadá y México tienen el USMCA y Colombia un TLC, y están bajo amenaza.
Para empezar, nuestras exportaciones están muy concentradas en dos tipos de productos (cobre, 30%; ya bajo amenaza de Trump) y productos agrícolas y alimentarios (42%), sobre los cuales, al momento de escribir estas notas, aún no se han escuchado pronunciamientos de la administración de EE.UU. Pero nuestro éxito en el sector agroalimentario nos hace vulnerables a presiones en un sector que no ha estado exento de ellas, ya que tenemos una balanza agrícola y alimentaria comercial positiva de más de 4 mil millones de dólares, en el marco de un déficit comercial de esos productos en EE.UU., que hoy alcanza a casi 49 mil millones de dólares y que ha venido creciendo desde hace casi una década, algo impensable en Estados Unidos.
Es cierto, nuestro excedente es “pequeño”, pero representa un porcentaje no menor del déficit en este sector, un sector políticamente muy poderoso entre los “lobbistas”, en el Congreso estadounidense.
Por último, más allá del “turismo delictual” (estuvimos nuevamente en las noticias en EE.UU.) que seguramente afectará nuestro programa de Visa Waiver, el tema que más impactará la relación con la actual administración de Estados Unidos es la gran cercanía –comercial y “estratégica”– que mantenemos con China y que hemos consolidado estos últimos años, con giras oficiales “extravagantes”, mediante acuerdos estratégicos, y la participación en eventos e instituciones promovidos o “liderados” por China y vinculados a la Franja y Ruta de la Seda.
Con el trato que han recibido hasta ahora los principales aliados de EE.UU., nosotros podemos esperar cualquier cosa de la actual administración. Y ya ocurrió en la primera.
¿Estamos preparados para el remezón que se viene? No lo creo. El “tema” del déficit comercial es manejable, pero dudo que estemos preparados para enfrentar las demandas y “presiones” (¿será el litio?) que recibiremos por estar siendo utilizados de “trampolín” al posicionamiento de China en la región. Creo que ni Donald Trump, Rubio o Claver-Carone lo entenderán y –más importante– aceptarán. ¡Cuánta falta nos hace la integración regional para enfrentar unidos estos desafíos!
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Inscríbete en nuestro Newsletter El Mostrador Opinión, No te pierdas las columnas de opinión más destacadas de la semana en tu correo. Todos los domingos a las 10am.