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Sentido común y elecciones presidenciales
Necesitamos un liderazgo sereno y contundente que una a nuestro país. No necesitamos a un fascista o a un gobierno de derecha manejado por la ultraderecha que vaya a rendirle homenaje a Milei ni a ningún otro matón rudimentario.
No hay nada más absurdo y contraproducente en política que ir contra el sentido común. Negar la evidencia es, en todos los casos, una torpeza completa. En último término, puede ser un acto de heroísmo suicida, que por lo mismo siempre será excepcional.
Aún, a veces, cuando la cosa no es tan clara, cuando una nube de intereses, temores y matices no permitirían sacar conclusiones categóricas, aún en esos casos, puede ser un error fatal navegar contra el viento o permanecer en actitud de negación ante la certeza simple y sabia de la opinión de los ciudadanos.
Pero tratándose de la elección presidencial y parlamentaria de Noviembre próximo, la polarización que está viviendo nuestro país hace tan evidente lo que hay que hacer en materia las candidaturas, que no son creíbles las sesudas disquisiciones que, al final, solo tratan de enmascarar la realidad. Desconocer lo obvio es como tratar de tapar el sol con un dedo.
Entonces, si las dudas son infundadas ¿porqué hay varios analistas, comentaristas, encuestadores, y también algunos políticos del progresismo, que ponen en duda lo que es claridad para ciudadano común de nuestro país? ¿Será, acaso, que quieren “cuidar” el liderazgo que todos sabemos? ¿Será cierto que hay tanta delicadeza y ánimo protector en la política chilena?
¿No será que por años han tratado de construir un escenario sin Bachelet, confiados en que una tercera vez sería casi imposible?
¿Si estuviera vivo Piñera habría alguna duda en la derecha de que sería el indiscutido candidato del sector, sin que aparecieran los protectores y analistas profetizando los peores males si insistiera en aspirar a un tercer mandato presidencial? ¿Estarían creciendo en la derecha Kaiser o Kast si Piñera fuera candidato? ¿No será que Matthei es mala candidata, que no representa a la derecha tradicional, que tiene techo y que por eso no crece?
¿Y estos inconvenientes que no invalidaban a Piñera, por qué supuestamente podrían invalidar a Bachelet?
¿No habrá en curso una operación política contra su liderazgo, que cuenta con la entusiasta ayuda de columnistas disfrazados de cientistas sociales, metodólogos y algunos parlamentarios más tranquilos con el status quo, que retribuye bien con entrevistas, paneles y otras cosas?
¿Y esto quién lo dice, quién lo denuncia?
Con cuidado mido mis palabras pero estoy seguro que aquí desde siempre el poder instituido, el establishment, no soporta la idea de que Bachelet sea candidata, y están dispuestos a usar toda su influencia para impedirlo.
¿Por qué? La respuesta es muy simple: porque ha sido inclaudicable en introducir reformas estructurales para beneficiar a los pobres de nuestra patria. Y también ha sido inclaudicable levantando la bandera de la equidad de género.
Cuando fue despiadadamente atacada, los mismos que archivaron su propuesta participativa de Constitución, en medio del estallido social, tuvieron que reconocer que fue premonitoria porque advirtió antes que todos los políticos la necesidad de introducir cambios en materia tributaria, constitucional, en salud, en educación y en pensiones.
Muchos dijeron “no lo vimos venir”, pero ella en vez de claudicar sí advirtió la situación.
Que cometió errores, claro que los cometió. Pero el balance en democracia no lo hacen aquellos cuyos intereses se han visto afectados, sino los ciudadanos ejerciendo su derecho a voto. Y por eso es que están desesperados, porque tiene las mejores posibilidades de ganar.
Estoy seguro que le gana a cualquiera, a pesar del peso de la noche que significa cargar con el estado actual del progresismo, y con la frivolidad de algunos jóvenes -no la mayoría, por cierto- que prefieren ser oposición a un gobierno de derecha y buscar la presidencia en cinco años más.
Lo de Matthei es impresionante. Apenas la apoya la mitad de la derecha, porque la otra mitad prefiere respaldar a la ultraderecha de Kaiser y Kast.
Aquí alguien organizó una fiesta para la derecha y la extrema derecha al margen del pueblo chileno, como siempre. Una fiesta donde no habría competencia real, cosa que algunos lo aceptaron y ahora se dan cuenta de que fueron usados.
Yo soy una persona de centro. No tengo nada contra una economía social de mercado, con un Estado que proteja a los débiles. Tampoco tengo problemas con aplicar mano dura contra la delincuencia, como por lo demás lo hice cuando fui Subsecretario del Interior. No tengo complejos de izquierda. Pero no me pierdo.
Sé que en el mundo de hoy están en juego la democracia y el respeto a los derechos humanos. Que Trump, Meloni, Le Pen, Milei y otros son una amenaza tangible a los cimientos del orden internacional civilizado y pacífico, y que estos matones son aliados de Kaiser y Kast.
Sé que se han cometido errores y se han tenido aciertos en este gobierno, lo que será materia de análisis y discusión. Pero nada de eso es suficiente para votar por la derecha, manejada y chantajeada por la extrema derecha.
Cuando terminó la dictadura pensé que por fin habíamos dejado atrás para siempre la ingobernabilidad que trae consigo la polarización. Pensé que Pinochet desaparecería con el pinochetismo, pero después de algunas décadas resurge nuevamente la amenaza a nuestros valores democráticos.
Por eso es que el sentido común obliga a la sensatez y ojalá lleve a la mejor candidata a la presidencia, con el apoyo de la mejor ministra del interior que hemos tenido en mucho tiempo.
Se requiere un gran e indiscutido liderazgo y la experiencia necesaria para gobernar con solidez y sabiduría. Y, sobre todo, para restaurar la paz, combatiendo con inédita firmeza a la delincuencia, junto con crear las condiciones adecuadas para una economía que vuelva a crecer, porque sin crecimiento no hay proyecto progresista que pueda ser viable y urgente.
Necesitamos un liderazgo sereno y contundente que una a nuestro país. No necesitamos a un fascista o a un gobierno de derecha manejado por la ultraderecha que vaya a rendirle homenaje a Milei ni a ningún otro matón rudimentario.
Por todo lo dicho, espero que impere el sentido común.
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