La ideología del apagón

Chile vivió el mayor apagón eléctrico en 15 años, afectando a más de 19 millones de personas desde Arica hasta Los Lagos. La magnitud de la crisis obligó al Gobierno a decretar estado de excepción y toque de queda, evidenciando la fragilidad del sistema.

Mientras se investigan las causas de la falla en el sistema de transmisión eléctrica, los actores políticos, embargados por la ansiedad electoral, no han esperado los resultados para desplegar sus posiciones ideológicas.

La derecha ha acusado al Gobierno de reducir e impedir inversiones en el ámbito eléctrico, culpándolo de la vulnerabilidad del sistema sin aportar sustento alguno. En este contexto, Evelyn Mathei, candidata presidencial de ese sector, ha afirmado que el Gobierno ha reducido e impedido las inversiones necesarias en infraestructura para nuestra matriz energética. 

Lo cierto es que no existe evidencia que respalde tales acusaciones. Contrariamente, la inversión eléctrica en Chile ha ido en aumento en los últimos años, incluso en términos de innovación, se ha consolidado como pionero y líder latinoamericano en energías renovables, según el ranking RECAI 61 (Renewable Energy Country Attraction Index).

De hecho, esa misma fuente resalta que Chile se ha afianzado como referente mundial en la industria de las energías limpias, gracias a una fuerte participación gubernamental, abundantes recursos naturales y colaboraciones globales.

Especialistas han señalado que el sistema eléctrico chileno es reconocido internacionalmente por su estabilidad y que el verdadero desafío radica en mejorar el almacenamiento y la tecnología, para evitar apagones prolongados. Sin embargo, ciertos actores políticos y empresarios, con intereses convergentes, se aprovechan del apagón para culpar a la legislación ambiental y a la “permisología”, un argumento simplista que busca en momentos de crisis “correr el cerco” para favorecer inversiones sin la debida regulación ni responsabilidad.

Matthei, en su afán de polarizar, llegó a hablar de “fundamentalismo ambiental”. Resulta paradójico, en un país donde miles han sufrido los estragos de la contaminación generada por la producción eléctrica, que se invoque esta bandera. Quizás en el entorno de la candidata nunca hayan convivido con plantas a carbón como las de Coronel o con las tantas zonas de sacrificio que existen en nuestro país y que, gracias a una incipiente legislación ambiental, ya se pueden regular. Se trata, en definitiva, de una falacia ideológica que promueve la irresponsabilidad de los privados.

Por otra parte, el Presidente Boric culpó del desastre al sector privado que maneja la electricidad en el país. En un mensaje a la nación declaró: “Lo ocurrido hoy nos indigna. No es tolerable que por responsabilidad de una o de varias empresas se afecte la vida cotidiana de millones de personas”. Este pronunciamiento revela una postura ideológica en la que se expresa inconformidad con que la electricidad esté en manos de transnacionales. Sin embargo, tal análisis resulta simplista en un comunicado destinado a contener una emergencia.

La ansiedad electoral, evidenciada durante y después del apagón, deja al descubierto una clase política desesperada, carente de cordura y, peor aún, dispuesta a propagar mentiras para justificar que privados lucren sin rendir cuentas.

Por otra parte, el Gobierno, que tuvo años para abrir un debate constructivo sobre el futuro del sector, optó por legislar a favor de los intereses privados, acelerando la aprobación de permisos, asistiendo a reuniones en la casa de Zalaquett, sin prever que tales gestos serían recibidos con ataques. 

En definitiva, tenemos autoridades y actores políticos hablando de todo, menos de la crisis, lo que devela un escenario complejo para resolver los problemas de la ciudadanía.