
Bachelet: oportunidad perdida
Está por verse si los partidos, especialmente el Partido Socialista, cuya líder natural declinó la candidatura, entienden que no es momento de cálculos, sino de comprometerse con una propuesta capaz de navegar en paz y progreso, en tiempos tormentosos.
Finalmente, la expresidenta Michelle Bachelet anunció que no correrá una tercera carrera presidencial. Lo hizo al día siguiente que Carolina Tohá renunciara el Ministerio del Interior para lanzar oficialmente su propia candidatura. Seguramente, un cronograma concertado entre ambas, lo que está muy bien.
Al informar sus decisiones al país, ambas hicieron hincapié en los tiempos difíciles que vive Chile y el mundo. Para nadie es un misterio que el fascismo avanza con viento a favor en todos los continentes. Trágicamente, la historia demuestra que ante este escenario el progresismo no suele reaccionar a tiempo, con las consecuencias desastrosas que se vivieron en la primera mitad del siglo XX.
Conscientes de esta realidad, ambas también apuntaron a la unidad como un imperativo ineludible.
Bachelet fue categórica: “La polarización, el populismo y el autoritarismo crecen y amenazan la democracia. Hoy, más que nunca, es necesario hacer esfuerzos por la defensa de los valores e ideales de la democracia y los derechos humanos. En este contexto, la tarea del progresismo es la unidad”.
El diagnóstico es sin duda alarmante. Y no resulta coherente que la expresidenta, cuyo liderazgo es indiscutible dentro del progresismo, se quede solo en la palabras al clamar por la unidad. Bien sabe ella cuánta autoridad y fortaleza se requiere para ganar la Presidencia y, sobre todo, gobernar.
No están los tiempos para mantenerse neutral. Los silencios, que pueden resultar eficientes en algunos momentos, son nefastos en tiempos convulsos que requieren tomar riesgos y no cuidar el capital propio. Bachelet perdió una gran oportunidad al no entregar un apoyo decidido y contundente a Carolina Tohá.
Le faltó visión y generosidad. Si Tohá llega a la meta, su actitud se verá mezquina. Si no logra llegar a La Moneda, más de alguien se preguntará cuán importante hubiera sido su respaldo desde el primer momento.
Si en la unidad está la clave para enfrentar las tempestades que acechan, Bachelet debió jugarse de inmediato por un espaldarazo masivo a la exministra, partiendo por su partido, el Partido Socialista.
En el progresismo hay consenso en que Carolina Tohá tiene los méritos, la experiencia, la inteligencia y el aplomo para ser Presidenta. Las razones para buscar otros posibles candidatos solo se entienden en la política chica, aquella que solo interesa a las cúpulas dirigentes, aquella de la cual la ciudadanía se cansó hace rato.
A diferencia de Bachelet, que no comprometió su liderazgo en esta coyuntura, Tohá exhibió una decisión enérgica, sin escatimar definiciones sobre lo que representa y lo que quiere para Chile.
Fue muy clara al explicitar cuál es el progresismo en el que ella cree, uno que tiene “valores democráticos, y un proyecto moderno, renovado, que se conecte con el sentido común de la gente de a pie, especialmente esa gente que se esfuerza todos los días por salir adelante. Un progresismo que busque mejorar la vida de las personas, no darse caprichos ideológicos”.
Frente a los avances de la ultraderecha y el retroceso en avances civilizatorios que vemos en el mundo, Tohá planteó que existe alternativa y que es esa la que busca encarnar, llamando a la unidad a las fuerzas progresistas, más allá de las que hoy gobiernan.
Está por verse si los partidos, especialmente el Partido Socialista, cuya líder natural declinó la candidatura, entienden que no es momento de cálculos, sino de comprometerse con una propuesta capaz de navegar en paz y progreso, en tiempos tormentosos.
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