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El estilo de gestión política y gubernamental de Trump Opinión efe

El estilo de gestión política y gubernamental de Trump

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Eugenio Rivera Urrutia
Por : Eugenio Rivera Urrutia Director ejecutivo de la Fundación La Casa Común.
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En suma, las dificultades que genera el estilo de gestión política y gubernamental hacen posible prever pésimos resultados para el segundo Gobierno de Trump, más aún si se considera la creciente crisis política que vive el país.


Lo que parecía carrera corrida para la postulación presidencial de Evelyn Matthei en la derecha ha sido puesto en cuestión, al ser desafiada, no por uno, sino por dos personeros de la ultraderecha, cuyas posibilidades de vencer a la precandidata de Chile Vamos no pueden ser descartadas.

Preocupante es que la creciente popularidad de los presidenciables de la ultraderecha arrastra a Matthei, cada vez más, hacia posturas y estilos propios de ese sector. Aunque existen señales de lo que puede significar el triunfo en las elecciones presidenciales de Kast o Kaiser, parece razonable analizar qué tipo de gestión gubernamental están impulsando sus congéneres de otros países.

Si bien antes del 20 de enero existían personeros interesantes de analizar, desde esa fecha, la toma de posesión de Trump como presidente de EE.UU. se ha constituido en la experiencia fundamental a observar.

El seguimiento de los acontecimientos globales, así como de la prensa internacional, no termina de aclarar la dirección definitiva que tomará la nueva administración estadounidense. Cinco parecen ser los temas claves que conviene tener a la vista para analizar el estilo de gestión política y gubernamental de la ultraderecha global.

En los casi 50 días de Gobierno, Trump ha firmado más de 400 decretos presidenciales de la más diferente naturaleza. No pasa un día en que Trump no anuncie una nueva decisión, algunas de las cuales revierten lo anunciado pocos días antes.

Esta modalidad de gestión parece seguir a la letra lo que, en una entrevista del año 2019, Steve Bannon, jefe de estrategia en los primeros 6 meses del primer Gobierno de Trump y uno de los ideólogos más importantes de la ultraderecha global, había definido como estrategia central de un Gobierno de ultraderecha: que si se considera que “el partido de oposición son los medios de comunicación. Y los medios de comunicación solo pueden, porque son tontos y perezosos, centrarse en una sola cosa a la vez… Todo lo que tenemos que hacer es inundar la zona. Cada día los atacamos con tres cosas. Ellos morderán una y haremos todo lo que podamos. Bang, bang, bang. Estos tipos nunca, nunca podrán recuperarse. Pero tenemos que empezar con la velocidad inicial. Así que tiene que empezar, y tiene que martillar”.

En una entrevista con Ezra Klein, Michael Kirk, periodista y autor de numerosos documentales en torno al sistema político estadounidense, señala que la concentración de la agenda política es la sustancia fundamental de la democracia; crucial en particular para la construcción de una oposición eficaz.

Si se tiene en cuenta que la ciudadanía se informa a través de los medios de comunicación, si se les abruma con muchos temas a la vez, obligándolos a pasar de una a otra cosa, se hace imposible que pueda surgir una oposición coherente. Se hace incluso difícil pensar de manera coherente. En tal sentido, señalaba Kirk que, apenas dos semanas de asumido el nuevo Gobierno, Trump había seguido estrictamente la estrategia de Bannon. Casi 50 días después, ello no ha variado.

Una segunda dimensión que destaca el cientista social mexicano Luis Antonio Espino, autor del libro López Obrador: el poder del discurso populista, es que Trump gobierna “en vivo”, en formato de “reality show”, planteando una épica histórica en la que él no es un presidente más, sino “el presidente más exitoso en la historia de Estados Unidos”, incluso por encima de George Washington; un héroe infalible y valiente que está llevando a su país a “una nueva e histórica edad de oro”.

En tercer lugar, como ha señalado la profesora de la Universidad de Princeton Kim Lane Scheppele, la gestión gubernamental de Trump muestra extraordinarias similitudes con la política desarrollada por Viktor Orbán para establecer un régimen autoritario en Hungría:

1) La captura del Poder Judicial, en lo cual Trump dio importantes pasos en su primer período presidencial al nombrar 3 ministros de la Corte Suprema –luego que los Republicanos bloquearan los nombramientos que le correspondían al presidente Obama (“preocupación” compartida por el dictador Maduro de Venezuela, que como se sabe ha terminado en el total control del órgano electoral)–.

2) Orbán, con el beneplácito del FMI, suspendió la ley de servicio civil y expulsó a miles de funcionarios que serían luego reemplazados por sus “cronies” (compinches), de manera de hacer al Estado totalmente obediente a la órdenes del autócrata. Esta tarea está siendo desarrollada por Elon Musk con un grupo de gente sin conocimiento alguno del Estado; destruyendo agencias como la de protección del consumidor y sin que las medidas hayan sido precedidas por un estudio razonable de lo que hace la entidad, de sus problemas y las posibles soluciones, lo que amenaza con deteriorar irremediablemente las capacidades del Estado para cumplir sus funciones.

3) Scheppele destaca además la gran centralización del poder en la oficina del primer ministro, de manera que el Gobierno ya no opera a través del gabinete de ministros. Esto se está traduciendo, en el caso de Trump, en una personalización de la política y de la gestión gubernamental, la invisibilización de los ministros (de muchos de los cuales no se podía esperar mucho, porque el mérito no era precisamente una condición para su designación). La visibilidad del “burócrata más poderoso” de toda la administración, Elon Musk, incluso obligó a Trump, el jueves 6 de marzo, a señalarle a sus ministros que ellos y no Musk son los responsables de sus ministerios. La relevancia del hombre más rico del mundo ha llevado a algunos a hablar de él como el “copresidente” de EE.UU.

No resulta esta situación muy halagüeña ni para la democracia del país del norte ni para el éxito de la gestión gubernamental. Ello además porque converge, en cuarto lugar, con una gestión caracterizada por un constante anuncio de “decisiones” que son, incluso al día siguiente,  revertidas por otra “decisión”. Un caso dramático fue el despido, el jueves 14 de febrero, de 300 funcionarios (número que no ha terminado de ser precisado) de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear, que tiene como misión mantener y proteger las más de 3 mil cabezas nucleares de EE.UU.

No pasó un día para que se les dijera a muchos de esos trabajadores que debían volver a sus puestos de trabajo; encontrándose sin embargo dificultades para hacerlo, pues se les habían cerrado sus cuentas de correo electrónico.

Probablemente, el ámbito en que Trump ha mostrado una mayor cantidad de anuncios y contraanuncios es el referente a los aranceles. Al respecto, basta ver las “decisiones” respecto a México y Canadá:

  • 5 de marzo: introdujo una pausa de un mes a la puesta en vigencia de los aranceles a los automóviles de Canadá y México.
  • 5 de marzo: acusó al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, de imponer aranceles a EE.UU. “para mantenerse en el poder”.
  • 4 de marzo: impuso aranceles del 25 por ciento a todas las importaciones de Canadá y México y un arancel del 10 por ciento a todas las importaciones de China, lo que provocó ondas de choque en la economía.
  • 1 de marzo: ordenó un aumento en la producción de madera de EE.UU.
  • 27 de febrero: dijo que los aranceles a México y Canadá entrarían en vigencia el 4 de marzo.
  • 3 de febrero: retrasó la entrada en vigencia de los aranceles a Canadá y México.
  • 1 de febrero: anunció aranceles a las importaciones de Canadá y México.
  • 21 de enero: Se promete imponer aranceles a Canadá y México.

Este tipo de “gestión” deja en evidencia una improvisación permanente y falta de conocimiento de las distintas materias respecto de las cuales se toman decisiones. Esto resulta particularmente grave en el campo económico, donde las decisiones de inversión, tanto de empresas como de los Estados,  requieren un ambiente de certidumbre y previsibilidad.

Esto ha llevado a diversos empresarios no solo a llamar la atención sobre los costos económicos y sociales de la imposición de aranceles sino que, además, a solicitar encarecidamente a Trump que “make up your mind” (“decídete”), porque más vale tener clara una mala decisión que ninguna decisión. Las consecuencias no se han dejado esperar.

El consumo en EE.UU. registró su mayor caída en enero recién pasado, lo que si bien incluiría solo 11 días del Gobierno de Trump, cabía haber esperado un gran optimismo por su toma de posesión. La explicación es que la incertidumbre que generaba el presidente electo ha llevado a muchos consumidores a retrasar en lo posible sus gastos. Más aún, la confianza de las empresas anotó su mayor descenso en el mes de febrero desde el año 2021.

Una quinta característica de la gestión gubernamental de Trump es la falta de consistencia de sus políticas, en particular su política económica, que el diario español El país llamó así: “El caos como doctrina económica”. El reiteradamente anunciado aumento generalizado de aranceles es poco consistente con los objetivos de bajar la inflación, lograr una baja de las tasas de interés y acelerar el crecimiento.

Del mismo modo, el establecimiento de aranceles generará represalias desde todos los países afectados, lo que redundará en dificultades adicionales para las exportaciones de USA.

De hecho, la oficina de la Reserva Federal de Atlanta ha señalado que las estimaciones de crecimiento para EE.UU. han bajado desde un 3,8% a fines de enero a una caída de cerca de -2,8% en el primer trimestre, en 12 meses. Por su parte, los objetivos de reducción de deuda chocan con los anuncios de reducción de impuestos y la decisión de disminuir a la mitad los funcionarios del Internal Revenue Service (IRS, oficina encargada de la administración tributaria de ese país), en circunstancias que la aplicación generalizada de aranceles requerirá mucho mayor control.

En suma, las dificultades que genera el estilo de gestión política y gubernamental hacen posible prever pésimos resultados para el segundo Gobierno de Trump, más aún si se considera la creciente crisis política que vive el país, expresada en la virulencia con que trató al presidente Biden en su discurso ante el Congreso Pleno, lo que fue respondido con el abandono de la sala por parte de los demócratas previo a que se retirara el presidente. Todo ello antes de que se cumplan dos meses de Gobierno.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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