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Avances importantes y desafíos permanentes: el balance que nos deja el Simce Opinión

Avances importantes y desafíos permanentes: el balance que nos deja el Simce

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Jorge Castillo Peña
Por : Jorge Castillo Peña Consultor en Educación y Desarrollo Humano
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Los desafíos deben enfocarse en continuar con las medidas de aceleración de aprendizajes, especialmente en niveles educativos más avanzados.


Los resultados del Simce 2024 en Chile han marcado un hito histórico con mejoras significativas en Lenguaje y Matemática en cuarto básico. Este avance se podría atribuir a las orientaciones para la recuperación y aceleración de aprendizajes, implementadas por el Gobierno con sentido de urgencia para abordar las brechas educativas generadas por la pandemia de COVID-19.

Estrategias como el Diagnóstico Integral de Aprendizajes (DIA) y la priorización curricular han sido herramientas clave, que probablemente han permitido que las y los estudiantes más jóvenes recuperen y aceleren sus aprendizajes de manera efectiva.

Uno de los principales desafíos observados en los sistemas educativos del mundo, incluso antes de la pandemia, ha sido la sobrecarga curricular. Los y las estudiantes enfrentan una cantidad excesiva de contenidos en períodos limitados, lo que genera lagunas de aprendizaje y afecta la progresión educativa.

Al parecer, la medida adoptada por el Gobierno de dar continuidad a la priorización del currículum escolar en habilidades fundamentales, más que restringir los aprendizajes, podría estar movilizándolos.

Por ejemplo, experiencias centradas en la nuclearización curricular (como la desarrollada por el Centro de Experimentación Pedagógica de la UMCE), que buscan reducir la sobrecarga curricular al centrarse en habilidades fundamentales, a través de la integración disciplinaria y la contextualización del currículum, claramente son un avance importante en esto.

Más aún cuando esto surge a través de un ejercicio reflexivo docente que promueve su profesionalización, autonomía y protagonismo en la toma de decisiones curriculares. Hay que mirar más en profundidad este tipo de iniciativas que dan cuenta de que, cuando se orienta y dota de sentido una labor, menos es más.

Por otra parte, podría pensarse que contar con los resultados del Simce a inicios del año escolar (algo inédito para las dos últimas mediciones) y que estos no tengan consecuencias para las comunidades educativas, puede ser un escenario fértil para la mejora educativa. Recordemos que, según la Ley de Aseguramiento de la Calidad, los establecimientos deben ser clasificados en Categorías de Desempeño basadas en el Simce, pero este año, al igual que el anterior, no existirá ordenamiento, debido a la falta de mediciones consecutivas válidas necesarias para esta clasificación. 

Sin embargo, la situación en los niveles educativos superiores, especialmente en la educación media, presenta un panorama menos alentador. Los resultados en este nivel no han mostrado mejoras significativas, avanzando solo lentamente; en particular, el área de matemáticas es donde se concentra con mayor fuerza esta preocupación. Esta realidad refleja una falta de políticas efectivas robustas en las últimas décadas que aborden estos desafíos. Es histórica la preocupación por este nivel educativo y por esta área del conocimiento. 

En la educación media, la enseñanza efectiva y pertinente sigue siendo un desafío para las generaciones jóvenes y de cara a la vida en esta cambiante sociedad que nos toca vivir. En este plano es necesario profundizar en una enseñanza más contextualizada y activa por parte de los y las estudiantes, y potenciar más aún el trabajo en sus habilidades socioemocionales intra e interpersonales.

La política educativa debe considerar explícitamente la situación subjetiva de los y las jóvenes para crear un ambiente inclusivo y acogedor para los aprendizajes y para promover su desarrollo integral. Con preocupación, evaluaciones nacionales e internacionales muestran que los y las estudiantes de este nivel tienen un bajo bienestar subjetivo y satisfacción con la vida, así como una capacidad limitada de regulación emocional, lo que afecta su bienestar. A nivel colectivo, también en estas evaluaciones se ven disminuidas sus habilidades interpersonales, como la colaboración y la confianza en los demás.

Finalmente, la brecha de género sigue siendo una preocupación, especialmente en Matemática, donde las mujeres experimentan mayor ansiedad y menores resultados. Los estereotipos de género integrados en las prácticas docentes limitan el potencial de las estudiantes, y es crucial abordarlos de manera directa y sistemática en un contexto de creciente conservadurismo y auge del “sentido común”, que en otras latitudes (muy próximas a nosotros algunas de ellas) comienzan a retroceder en avances importantes en temas de dignidad, inclusión y equidad social, lo que probablemente dificulte más aún su abordaje.

Los desafíos deben enfocarse en continuar con las medidas de aceleración de aprendizajes, especialmente en niveles educativos más avanzados. Los resultados obtenidos hasta ahora han demostrado que la política educativa, con la actuación principal de las comunidades educativas, ha sido capaz de acelerar, en el mejor de los casos (Simce de 2° básico), o compensar, en el peor de ellos (6° básico y II medio), las brechas producidas por la pandemia.

Esto sugiere que un enfoque similar podría ser beneficioso para otros niveles. En este sentido, será importante conocer y aprender de las prácticas exitosas que los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP) han estado desarrollando para mejorar los aprendizajes de sus estudiantes, los que, según los resultados entregados por el Simce, han logrado mejorar más que sus pares de dependencia municipal, incluso en educación media. Es importante visibilizar estos avances y experiencias.

Desde una mirada a mediano y largo plazo, debemos orientarnos a una transformación educativa que nos permita abordar la crisis de aprendizaje y las desigualdades exacerbadas por la pandemia. Para lograrlo, es necesario continuar con la implementación de un enfoque integral que combine la recuperación y reactivación de los aprendizajes con una visión transformadora.

Esto implica priorizar la inclusión y la equidad, mejorar los aprendizajes, fortalecer la docencia y generar las condiciones políticas y económicas que permitan lo anterior.

La gestión del Gobierno para hacer frente a los efectos de la pandemia en el ámbito educativo ha sido un apronte en esta dirección. En ella fue posible generar consensos y alianzas entre diversos actores sociales para orientar conjuntamente la reactivación educativa y definir estrategias enfocadas en abordar las distintas aristas que promueven una educación integral. Es hora de continuar por esa senda, haciéndonos cargo de aquellos desafíos que como sistema nos penan hace décadas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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